Llegados
a este punto, está claro que la situación es grave y urgente, aún
cuando muchos de los habitantes de los países enriquecidos solo
pensemos en el carpe diem. Estamos en tiempos anormales. ¿Pero
hay posibilidades de cambio urgente y profundo? Esta pregunta resulta
curiosa porque imaginamos mejor el Apocalipsis que cualquier cambio
sustantivo en nuestra formas de vida, o en el cambio de sistema.
Cuando decimos, aceptando la situación, que no hay nada que hacer
caemos en la anterior contradicción. Pero hay mucho que hacer.
Veamos
algunos fundamentos o historias de esperanza:
- Somos seres vivos, por tanto hechos para mantener y perpetuar la vida. Tenemos un saber vital y genético que nos empuja a ello. Basta con escucharnos.
- Somos seres ecosistémicos. Estamos vinculados de forma inevitable al resto de los seres vivos y a la materia inerte, con los que hemos coevolucionado y de los que dependemos. Tenemos un saber intuitivo. Basta con quedarnos un día sin agua para refrescar esta memoria.
- Somos seres sociales desde que nacemos, y lo seguimos siendo en el lenguaje, en el trabajo y en el amor. Tenemos un saber cooperativo. Basta con estar atento y dejarse acariciar.
- Somos seres éticos. Nos preguntamos por lo que es bueno y malo. Tenemos un saber benefactor. Basta con dejar operar a las neuronas “espejo”.
- Somos seres políticos. Tendemos a ocuparnos del bien común. Es el saber democrático. Bastaría con propiciar la democracia en todos los ámbitos.
- Somos seres resilientes. Nos adaptamos con relativa facilidad al medio. Es el saber indígena y campesino. Bastaría con proteger estas sociedades y sus saberes y tomar buena nota.
- Somos seres racionales y observadores. Podemos usar la lógica y la experiencia. Es el saber científico. Basta con tomarlo modestamente, no como una religión. Según Damasio, la razón pura no existe, entraña siempre sentimiento ( Morín, 2008)
- Somos seres vinculados, tendemos a sintetizar y a ver las totalidades que habitan el mundo. Es saber holístico, un saber complejo (complexus, voz latina que quiere decir ‘lo que está tejido conjuntamente’). Basta con indagar las pautas que conectan.
- Somos seres curiosos, queremos ir más allá de la ya indagado. Es el saber consiliente, que es un saber poético.
Bastaría
con tratar de juntar los distintos saberes. “Si crear es
básicamente descubrir nuevas metáforas, se fortalece ese papel
fundante de la metáfora que he reclamado desde mi personal ‘poética
de la vinculación’, y se perfila a la vez un lugar de privilegio
para la poesía dentro de los sistemas de conocimiento humano”
(Riechmann, 2008)
(Claro
está que no podemos olvidar que somos también seres demens y
stultus, por lo que la tragedia se esconde detrás de
cada esquina y que – y esto es lo peor- somos la única especie con
capacidad autodestructiva ¡ay! y esto sólo desde hace menos de
setenta años. Por eso estamos como estamos.)
Con
todo este acervo existe mucha esperanza, a pesar del panorama
descrito.
E.
Morín (2008) dice que el primer principio de esperanza es lo
improbable, porque debajo del pesimismo que de la crisis global se
puede inducir tenemos todos estos saberes que pueden dar la sorpresa.
Porque son saberes vitales. El segundo principio proviene de las
potencialidades humanas aún no actualizadas (Einstein decía que
sólo utilizamos el 15%), y el tercero proviene de nuestras
posibilidades de metamorfosis.
Hablar
de metamorfosis es usar la metáfora del gusano de seda: se necesita
una cierta autodestrucción para al mismo tiempo llevar a cabo una
autocreación. Dice Morin “que cuando un sistema no acierta a
tratar sus problemas vitales o bien se desintegra o bien logra
metamorfosearse en un metasistema más rico, más complejo (…)
cuando más nos aproximamos a una catástrofe, más nos acercamos a
una posible metamorfosis (…) esta idea se ha vuelto saludable,
acaso la más importante en lo sucesivo”.
Por
eso lo que no resulta posible en tiempos “normales” lo es en los
excepcionales, como ocurrió en EEUU durante la segunda guerra
mundial. Mike Davis nos cuenta que “en 1943, en el jardín de la
Victoria, en lo que habían sido los jardines de la Casa Blanca,
crecían judías y zanahorias y Eleanor Roosvelt junto a 20 millones
de “jardineros de la victoria” más producían entre el 30 y el
40% de las verduras y hortalizas del país (…) en el experimento
ecologistas más importante y ampliamente participativo de la
historia de los EEUU” (Riechmann, 2009, pág. 261)
Si
otro mundo es posible este será “el de una democracia solar
participativa e incluyente, una tecnología que imite los pulsos de
la naturaleza, un conocimiento holístico donde pensar y sentir sean
las dos caras de la misma esfera, un sentido de equidad que incluya a
los demás seres vivos y, en fin, una sociedad sustentable dominada
por formas de vida orgánicas. Estamos ante una tarea descomunal y
urgente” ( Toledo, 2009)
Quién
tiene un por qué vivir, encuentra siempre un cómo, dejó dicho
Víktor Frankl, que sobrevivió a cuatro campos de exterminio
(Riechmann, 2008)
Curso
de verano en Carmona de la Universidad Pablo Olavide
Red
de Economía Ecológica
La
economía ecológica y la crisis
Paco
Puche
Septiembre
del 2009
Muy interesante, hay cientificos como Francisco Varela y filosofos como Krishnamurti que han planteado la posibilidad de observar nuestros propios procesos cognitivos y afectivos con el fin de disolver condicionamientos o habitos que cargamos con otros ya sea en el sentido de romper con nuestra actividad economica compulsiva la armonia del ecosistema y la armonia social al jerarquizar las sociedades, les comparto unos textos al respecto http://elvirusdelasubversion.blogspot.com/2014/04/subversion-ciencias-cognitivas.html
ResponderEliminarhttp://elvirusdelasubversion.blogspot.com/2014/07/la-revolucion-es-ahora.html
saludos @de_humanizer