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El orden criminal del mundo

Hambre de soja

La isla de las flores

De nómadas a sedentarios

En la Antigüedad, todos los habitantes de la Tierra eran cazadores-recolectores. ¿Qué ventajas aportaba a las poblaciones el uso de la agricultura para adoptar este tipo de economía?

Dado que la vida del cazador-recolector era más cómoda y necesitaba de menos tiempo de trabajo que la del agricultor, hubo diversos factores que explican este cambio como el declive de la disponibilidad de alimentos silvestres, la escasez de caza salvaje, la evolución acumulativa de tecnologías en las que iba a apoyarse la producción alimentaria para recolectar, procesar y almacenar alimentos silvestres, el incremento de la demografía y el aumento de la producción alimentaria: un proceso que se retroalimentaba.

Todos los cultivos proceden de plantas silvestres, y todos los animales domésticos proceden de animales salvajes; hubo en ambos casos un largo proceso (varias generaciones) de domesticación donde hubo una selección humana de los animales y plantas más útiles para el propio ser humano.

Fue en el Creciente Fértil hace unos 8.000 años, gracias a la disponibilidad de mamíferos salvajes y plantas silvestres con capacidad para ser domesticadas, donde los pobladores pudieron reunir un paquete biológico poderoso y equilibrado para la producción intensiva de alimentos. Así pues, los cultivos y los animales de los primeros agricultores del Creciente Fértil llegaron a satisfacer las necesidades económicas básicas de la humanidad: hidratos de carbono, proteínas, grasas, vestido, tracción y transporte.

La domesticación de animales y plantas significó cantidades superiores de alimentos y, por tanto, densidades de población mucho más elevadas. Los excedentes alimentarios resultantes, y (en algunas zonas) los medios de transporte animal de aquellos excedentes, fueron un requisito previo para el desarrollo de sociedades sedentarias, políticamente centralizadas, socialmente estratificadas, económicamente complejas y tecnológicamente innovadoras.

La disponibilidad de animales y plantas domésticos explica porque los imperios, la alfabetización y las armas de acero se desarrollaron primero en Eurasia y después, o nunca, en otros continentes; los usos militares del caballo y el camello y el poder mortífero de los gérmenes derivados de los animales aclaran porque este continente conquistó África y América.

Para saber más: Armas, gérmenes y acero. Jared Diamond.

Diferentes sociedades, distintas civilizaciones

Desde la época del Neolítico, hace unos 12.000 años, unas partes del mundo han desarrollado sociedades industriales alfabetizadas y poseedoras de útiles de metal, otras sólo han desarrollado sociedades agrícolas no alfabetizadas, y otras han seguido albergando sociedades de cazadores-recolectores equipados con útiles de piedra. Estas desigualdades históricas han proyectado largas sombras sobre el mundo moderno, porque las sociedades alfabetizadas que disponían de útiles de metal han conquistado o exterminado a las otras sociedades

¿Por qué los indígenas americanos y africanos y los aborígenes australianos no fueron los que diezmaron, sometieron y exterminaron a los europeos y los asiáticos?.

Los factores inmediatos que permitieron la conquista de los europeos de América y África, habría que buscarla en el uso de las armas de fuego, las enfermedades infecciosas, las herramientas de acero y los productos manufacturados; pero las raíces de la desigualdad se remontan a la prehistoria: Cuando el camino recorrido por los distintos pueblos implican diferencias en el entorno en el que vivieron.

La diversidad cultural hunde sus cimientos en las diferencias geográficas, ecológicas, y territoriales de cada sociedad humana, lo que influyó en como cada colectividad definió su rumbo.

Para saber más: Armas, gérmenes y acero. Jared Diamond.

El nuevo humanitarismo del desastre

Los nuevos elementos de poder del Sistema de Socorro y Reconstrucción (SSR) tienen como protagonistas principales al comando militar y político estadounidense, al Banco Mundial y las ONG.

El Banco Mundial (BM) utiliza los desastres como una oportunidad para impulsar programas de privatizaciones, ofreciendo prestamos con el envoltorio de la ‘reconstrucción’, para asesoramiento en políticas y contratación de estudios y la financiación de empresas privadas; un elevado porcentaje de los préstamos van a parar a las manos de funcionarios corruptos. Los objetivos del BM se entrelazan con los objetivos de política exterior y seguridad de su miembro y donante dominante: Estados Unidos.

En Afganistán, por ejemplo, administra la asistencia al país, y ya se ha encargado de privatizar la salud, el agua, las telecomunicaciones, el petróleo, el gas y la minería dejándolo en manos de inversionistas extranjeros, proporcionando políticas y asesoramiento para facilitar la transición a la economía de mercado.

Las empresas, y en particular las empresas contratistas estadounidenses como Halliburton y Bechtel, han sido actores claves en el proceso de reconstrucción, llevando a Naomi Klein a acuñar el término ‘capitalismo del desastre’.

Las ONG son una parte central del esfuerzo de alivio del desastre y reconstrucción, funcionando ajenas a la sociedad local y sin una estrategia a largo plazo más allá de la etapa de socorro; el BM canaliza su apoyo a través de éstas entidades privadas.

En octubre de 2001 Colin Powel en un discurso al iniciar la Operación Libertad Duradera dijo: “Las ONG’s son una fuerza con enorme capacidad multiplicadora para nosotros, un componente importantísimo de nuestro equipo de combate”. En junio de 2003, setenta y nueve ONG’s exigieron que la comunidad internacional otorgara a la OTAN un mandato fuerte para la estabilización del país.

Las estructuras del poder desarrollan ideologías legitimantes, y el discurso que acompaña el ascenso del Sistema de Socorro y Reconstrucción está construido apelando a la seguridad internacional, la economía neoliberal y un floreciente humanitarismo militante.

Para saber más: El ascenso del Sistema de Socorro y Reconstrucción. Walden Bello.

La guerra humanitaria

Humanitarios: los nuevos santos

Las organizaciones humanitarias se han convertido en máquinas multinacionales con grandes presupuestos, que están impregnadas por la tecnocracia, el conformismo y la lógica de la autoconservación; un negocio, que necesita atraer socios y subvenciones oficiales, para poner en el mercado un producto solidario del que existen diferentes marcas humanitarias para la manufactura y distribución de caridad. Los mayoristas de la filantropía ofrecen a su clientela un servicio completo y éticamente reconfortante: redimen el sentimiento de culpabilidad a través de un donativo económico.

El humanitarismo se cubre con un manto de inocencia, que asegura sanar al enfermo, alimentar al hambriento, cobijar al desamparado y proteger al desvalido, pero mata, es corrupto, competitivo y mezquino, financia guerras y empeora la situación de las víctimas a las que socorre; uno de los pilares donde se apoya el orden mundial liberal; al igual que sus antecesores los misioneros, socorren enfermos y quieren erradicar el sometimiento, justificando primero las invasiones y posteriormente las conquistas (Bosnia, Kosovo, Afganistán, Irak...).

La acción humanitaria no ha sido nunca la respuesta apropiada a los incontables padecimientos del mundo pobre, es siempre un símbolo del fracaso es utilizada en las relaciones internacionales al servicio de la política exterior de los estados; así después del 11 de septiembre de 2.001 se va hilvanando un nuevo ‘sistema de socorro y reconstrucción’ tras el acontecimiento de conflictos y desastres.

Para saber más: Una cama por una noche. David Rieff

Para saber más: El espejismo humanitario. Jordi Raich

Para saber más. El laberinto humanitario. Médicos Sin Fronteras

Nuestro negocio libera tu culpa

La dependencia humanitaria

No socorremos a las personas desdichadas porque sean congéneres de nuestra especie, lo hacemos porque nos dan lástima, porque nos horroriza ponernos en su piel y porque aliviarlos nos hace sentir mejor.

En realidad las víctimas anhelan algo más que una manta y un puñado de arroz, sueñan con escapar al ‘país de los blancos donde no existe el hambre, ni el desempleo y todos tienen un hogar. Para los humanitarios el gesto de 'la ayuda' es un acto generoso, romántico, idealista; necesitamos convertir al 'ayudado' en un ser desvalido. Las personas desfavorecidas opinan que el socorro internacional es un acto de justicia global, una obligación de los acaudalados para con ellas, una anticipo de la rapiña que sufren desde hace 500 años.

La corrupción campa a sus anchas en los países subdesarrollados; los gobernantes, los caciques políticos, los militares, los cabecillas, todos reivindican sus porcentajes sobre los tratos que realizan con los cooperantes, que los necesitan para llevar la ‘ayuda’ a los pobres. Piedras preciosas, recursos naturales, recursos energéticos... llenan los bolsillos de los que gobiernan y patrocinan las guerras y el terror.

¿Necesitan los pobres a las organizaciones humanitarias?, o bien, ¿Necesitan las multinacionales filantrópicas el negocio de la pobreza?.

Con ánimo de lucro