“El drama de mi patria es como el de un Vietnam silencioso; no hay tropas de ocupación, ni poderosos aviones nublan los cielos limpios de Chile. Pero enfrentamos un bloqueo económico y estamos privados de créditos por los organismos financieros internacionales. Estamos ante un verdadero conflicto frontal entre las grandes corporaciones y los Estados. Éstos aparecen interferidos en sus decisiones fundamentales –políticas, económicas y militares- por organizaciones globales que no dependen de ningún Estado y que en la suma de sus actividades no responden ni están fiscalizadas por ningún Parlamento, por ninguna institución representativa de interés colectivo. En una palabra, es toda la estructura política del mundo la que está siendo socavada. Pero las grandes empresas transnacionales no sólo atentan contra los intereses genuinos de los países en desarrollo, sino que su acción avasalladora e incontrolada se da también en los países industrializados donde se asientan.”
Salvador Allende.
Y en 1972, todavía no se hablaba de ‘globalización’.
Chocamos contra el poder real de la oligarquía plutocrática que domina el mundo y de la que los lobbies son la expresión más visible. Los poderes públicos, las administraciones , los centros de investigación están más o menos a órdenes de ese complejo que ya es mundial. Recordemos que, bajo presión de los intereses económicos, muchas alarmas (amianto, aflatosina, fipronil e imidacloprid, heparina, campos electromagnéticos, dioxina, perturbadores endocrinos...) lanzadas por científicos fueron acalladas por los agentes gubernamentales, cortando los créditos a los laboratorios implicados, incluso destituyendo de sus funciones a los científicos responsables (eventualmente con la complicidad de los sindicatos para ‘proteger’ los empleos).
El programa de una política nacional de decrecimiento aparece como una paradoja. La puesta en marcha de propuestas realistas y razonables tiene pocas probabilidades de ser acogida y menos aún de llegar a un resultado sin una completa subversión. Ésta supone el cambio en el imaginario que únicamente la realización de una utopía fecunda de la sociedad autónoma y amigable esta en capacidad de generar.
Lo que hace falta no son, pues, ni las perspectivas ni las soluciones, sino las condiciones de su puesta en marcha. Podemos concebir varios escenarios de transición gradual, con medidas muy progresistas de las reducciones necesarias. Lo importantes es el cambio radical e rumbo. Es importante entonces crear las condiciones de tal cambio. La elaboración profunda del proyecto busca favorecer precisamente estas condiciones."
Extraído de 'Pequeño tratado del decrecimiento sereno' escrito por Serge Latouche
0 comentarios:
Publicar un comentario