Pierre Clastres
Retomemos el tema. ¿Qué es el
Estado? Es el signo consumado de la división en la sociedad, en
tanto es el órgano separado del poder político: a partir de ese
momento, la sociedad se divide entre quienes ejercen el poder y
quienes lo padecen. La sociedad ya no es un Nosotros indiviso, una
totalidad-una, sino un cuerpo fragmentado, un ser social heterogéneo.
La división social, el surgimiento del Estado son la muerte de la
sociedad primitiva.
Para que la comunidad pueda afirmar su
diferencia, hace falta que sea indivisa; su voluntad de ser una
totalidad que excluya a las demás se apoya sobre el rechazo de la
división social; para pensarse como Nosotros exclusivo frente a los
Otros, se hace necesario que el Nosotros sea cuerpo social homogéneo.
La fragmentación externa, la indivisión interna son las dos caras
de una sola realidad, los dos aspectos de un mismo funcionamiento
sociológico, de la misma lógica social.
Para que la comunidad pueda
enfrentar eficazmente el mundo de los enemigos, se requiere que se
halle unida, homogénea, sin divisiones. De manera recíproca, para
existir en la indivisión necesita de la figura del Enemigo, en la
cual puede leer la imagen unitaria de su ser social. La autonomía
sociopolítica y la indivisión sociológica son la una condición de
la otra, y la lógica centrífuga de la desintegración es una
negativa a la lógica unificadora de lo Uno.
Concretamente, eso
significa que las comunidades primitivas nunca pueden alcanzar
grandes dimensiones sociodemográficas, pues la tendencia fundamental
de la sociedad primitiva es a dispersarse, no a concentrarse; a
atomizarse, no a reunirse. Si uno observa, en una sociedad primitiva,
la acción de la fuerza centrípeta, la tendencia a reagruparse
perceptible en la constitución de macrounidades sociales, ello
evidencia que esa sociedad va en camino de perder la lógica
primitiva de lo centrífugo, que pierde las propiedades de totalidad
y unidad, que está en vías de ya no ser primitiva.
Negativa a la unificación, rechazo
a lo Uno separado, sociedad contra el Estado. Cada comunidad
primitiva quiere permanecer bajo la divisa de su propia Ley
(autonomía, independencia política), la cual excluye el cambio
social (la sociedad seguirá siendo lo que es: ser indiviso).
Rechazar el Estado es rechazar la exonomía, la Ley externa; equivale
–sin más- al rechazo de la sumisión, inscrito como tal en la
misma estructura de la sociedad primitiva. Tan sólo los necios
pueden creer que para negarse a la alienación hace falta haberla
experimentado antes: el rechazo a la alienación (económica o
política) pertenece al propio ser de dicha sociedad, expresa su
conservadurismo, su deliberada voluntad de permanecer como Nosotros
indiviso. Deliberada en efecto, y no sólo efecto del funcionamiento
de una maquinaria social: los Salvajes sabían bien que una
alteración de su vida social (cualquier innovación social) para
ellos no podía traducirse más que en la pérdida de la libertad.
¿Qué es la sociedad primitiva? Es
una multiplicidad de comunidades indivisas que obedecen –sin
excepción- a una misma lógica de lo centrífugo. ¿Qué institución
expresa y asegura la permanencia de esa lógica? La guerra, como
verdad de las relaciones entre las comunidades, como principal medio
sociológico para promover la fuerza centrífuga de dispersión
contra la fuerza centrípeta de la unificación. Por su parte la
máquina de guerra es el motor de la máquina social; el ser social
primitivo reposa en toda su extensión sobre la guerra; la sociedad
primitiva no puede subsistir sin la guerra. La sociedad primitiva es
sociedad contra el Estado, por cuanto es sociedad-para-la-guerra.
Extraído de: Arqueología de la violencia. La
guerra en las sociedades primitivas. Pierre Clastres.
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