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La estrategia del caracol: decrecer o perecer

 
 
“El caracol construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo una tras otra las espirales cada vez más amplias; después cesa bruscamente y comienza a enroscarse cada vez en decrecimiento, ya que una sola espiral más daría a la concha una dimensión dieciséis veces más grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo sobrecargaría. Y desde entonces cualquier aumento de su productividad serviría solo para paliar las dificultades creadas por esta ampliación de la concha, fuera de los límites fijados por su finalidad. Pasado el punto límite de la ampliación de las espirales, los problemas del sobre crecimiento se multiplicarían en progresión geométrica, mientras que la capacidad biológica del caracol solo puede, en el mejor de los casos, seguir una progresión aritmética. ” Ivan Illich


El equilibrio biológico del caracol lo ha convertido en el símbolo del movimiento decrecentista. Este movimiento nace como respuesta a la sobre-explotación de los recursos naturales y el consumismo extremo. Propone básicamente supeditar el mercado a la sociedad, sustituir la competencia por la cooperación, acomodar la economía a la economía de la naturaleza y del sustento, para poder retomar el control de nuestras vidas.

Repesando el modelo económico social del crecimiento y el desarrollismo que impera en nuestro tiempo, nos encontramos con un paisaje desolador: degradación de nuestros ecosistemas, pérdida de relaciones humanas y tejido social, monopolio de grandes corporaciones que dictan las normas, un sistema financiero basado en la especulación, una crisis alimentaria basada, no en la escasez de alimentos, sino en la especulación con alimentos o con tierras, etc.

Las propuestas tradicionales que se dan desde el sistema imperante están basadas en el fomento del consumo para lograr el crecimiento económico. Sin embargo, el problema es evidente: no es posible el consumo ilimitado en un planeta con recursos limitados. Llevamos años presionando al planeta hasta el límite de su capacidad, cada año consumimos más de lo que somos capaces de regenerarse en ese mismo tiempo. Muchos minerales básicos como el cobre, el litio, el plomo, el oro, el mercurio, la plata, el estaño, el cinc, etc., ya han agotado sus reservas en más de un 50% (y su demanda es exponencial). La mayoría de estos recursos son consumidos por los países del llamado Norte Global, que controla 3/4 de los recursos del planeta. Se calcula que si todo el mundo consumiese recursos a esta escala, harían falta 4 planetas para abastecernos. Pero, ¿podemos comprar un segundo planeta?, evidentemente no.

Ante esta realidad han surgido alternativas sociales que proponen nuevas éticas de relación social, ambiental y económica. Algunas de ellas son:

Slow movement: propone ralentizar los ritmos, volver a lo esencial, a lo cercano, a lo pequeño, a lo local, al tiempo de calidad.

Transition towns: debemos transitar, dar el paso a un mundo no dependiente del petróleo.  Quienes están en este proceso han creado sistemas humanos más resilientes, más interconectados, con producción ecológica y local.

Entre pares (p2p: peer to peer en inglés): alternativa ante la perdida de soberanía en favor del monopolio económico. Propone una forma de relacionarse en red: finanzas, producción, compartir conocimientos, gobernanza, producción de alimentos descentralizada y su distribuir en redes de cercanía

Es así como el movimiento por el decrecimiento nos  propone salir de la lógica del crecimiento del PIB basado en la competencia y la deuda para redistribuir la riqueza, relocalizar la producción, reducir la escala de distribución, repartir el trabajo (tanto de cuidados como el productivo), reducir la producción (sobre todo la de sectores altamente contaminantes y tan perjudiciales para la vida y las personas), incrementar la reparación y la reutilización de productos… en fin, vivir mejor con menos.

En otros continentes y culturas existe también este moverse hacia el decrecimiento. En América Latina se esta desarrollando la ética del Buen Vivir impulsada por los colectivos indigenistas, y en los países budistas esta la economía de la suficiencia. Distintos orígenes, pero una conclusión parecida: instaurar modelos socio económicos más  conscientes y más respetuosos con el planeta y sus moradores.

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