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El decrecimiento como herramienta política

Propuestas desde las redes de decrecimiento para la sostenibilidad y la equidad.

Desazkundea. Revista El Ecologista nº 75.


Sin duda, la mirada política del decrecimiento tiene la virtud de abrir un espacio, un vivero de ideas teóricas y buenas práctica subversivas, recuperadas algunas e innovadoras otras, para entender, afrontar y transformar un futuro catastrófico cada vez más cercano.


Cada vez somos más quienes pensamos que ante una situación caracterizada por una crisis ecológica, económica, sociopolítica y de cuidados, los movimientos transformadores necesitamos encarar nuevas preguntas, nuevas respuestas y nuevos caminos para la acción.


Está permitido pensar de nuevo y, por ello, un creciente número de personas y movimientos están empezando a utilizar el decrecimiento no solo para vivir acorde con sus principios de simplicidad voluntaria, sino también para organizarse, reflexionar y aportar propuestas concretas de cambio colectivo. Una parte de los movimientos sociales han otorgado al decrecimiento un papel de herramienta política válida y eficaz que orienta un trabajo de lucha contra este capitalismo desarrollista y brutal basado en los mercados de futuro, el beneficio y la explotación de personas y cosas.


La suficiencia y el “menos para vivir mejor” son los lemas que el decrecimiento sostenible opone a la resignación del caos capitalista y sus crisis endémicas. En un planeta finito es necesaria la autolimitación para un “buen vivir”… de todo el planeta.


Sin duda, la virtud de la mirada política del decrecimiento es la de abrir un espacio, un vivero de ideas teóricas y buenas práctica subversivas, recuperadas algunas e innovadoras otras, para entender, afrontar y transformar un futuro catastrófico cada vez más cercano. Así, puede aportar elementos centrales para el futuro como:



  • Una reconceptualización de aspectos como el desarrollo, el trabajo o la riqueza, y una profundización y rescate de otros como la justicia social o la democracia radical, basados en las economías alternativas y el ecofeminismo.

  • Propuestas novedosas desde la justicia ambiental y las relaciones Norte-Sur centradas en un decrecimiento selectivo y justo de los países del Norte que elimine los efectos de la anticooperación, y un desarrollo socio-ecológicamente eficiente para los países del Sur.

  • La apuesta por modelos relacionales, de vínculo y lazo social, urbanísticos y energéticos como las ciudades en transición o las cooperativas integrales.

  • El valor de la coherencia entre el comportamiento individual y la acción colectiva, así como una necesaria revolución cultural: si el estado está perdiendo legitimidad, buscar respuestas comunes que hagan universales los derechos básicos.

  • Un puente entre sociedad y espacios de transformación social, y la creación de un nexo estratégico entre partidos, agentes sociales y movimientos verdes, anticapitalistas, feministas y ecosocialistas, rompiendo resistencias y prejuicios, desde la democracia de base.

La experiencia de Desazkundea


Con pensamientos similares a los expuestos en los apartados precedentes y experiencias variopintas, algunas personas decidieron crear en Euskadi, al igual que estaba sucediendo en otros lugares, una Red por el Decrecimiento. De esta manera, en febrero de 2010 se realizó la primera asamblea del colectivo Desazkundea en Bilbao. Una de las características de esa primera asamblea es que nos reunimos gentes de diversas procedencias (desde el movimiento libertario en sus diversas formas, ecologistas, anticapitalistas, cristianos/as de base…) que hablaban un mismo lenguaje, con un diagnóstico similar y desde mundos políticamente diversos. Desde el primer momento quedó claro que pretendíamos tejer un movimiento sin burocracia, sin jerarquías, inclusivo desde una perspectiva feminista y capaz de pensar, trabajar y actuar desde lo local a lo global y vuelta.


Las iniciativas y experiencias se tejen alrededor de diferentes áreas y grupos de apoyo de los cuales han ido surgiendo diversas experiencias y trabajos concretos entre los que podemos citar: Etxekoop (para construir cooperativas de viviendas de cesión de uso), huertos (con la ocupación de un terreno municipal en un barrio de Bilbao puesto al servicio de la gente), DOT (Directrices de Ordenación Territorial), moneda local (que se piensa lanzar en breve), Debalde (tienda gratis), Gasteiz en transición (combinando el decrecimiento y el modelo de las iniciativas de transición), etc.
Dentro de una perspectiva de intervención política iniciamos un tímido camino con la ayuda a la traducción al castellano del informe de la NEF inglesa 21 horas. Al mismo tiempo vimos que necesitábamos concretar más para dar expresión a los cambios estructurales políticos y sociales que el decrecimiento requiere. Así, hemos iniciado una triple vía de trabajo; la primera centrada en cómo estructurar una futura economía alternativa alrededor de la economía feminista y del modelo del estado estacionario (con la traducción y difusión del informe Suficiente es suficiente con CASSE y Justice for All o los talleres en relación a la economía feminista); la segunda e incipiente basada en cómo relocalizar la política usando y estudiando la propuesta de la Democracia Inclusiva; y la tercera con la elaboración de una serie de propuestas políticas (ver apartado siguiente).


Propuestas políticas


Aprovechando las elecciones autonómicas al parlamento vasco del 21 de octubre, decidimos hacer un sencillo proceso participativo con el objetivo de plantear a las organizaciones políticas propuestas concretas y medidas suficientes para organizar la sostenibilidad de la vida y alcanzar la justicia socio-ambiental. Somos conscientes de que estas medidas corresponden a diversas fases de transición y todavía quedan muchos aspectos por trabajar.


Concretamente, se trata de 66 medidas que pueden consultarse en: http://desazkundea.org/component/co.... Para desarrollarlas adecuadamente necesitaríamos un espacio que excede el del presente artículo (recomendamos su lectura), pero sí quisiéramos destacar algunas:



  •   La medición del progreso y el bienestar por parámetros alejados del PIB que mezcle los índices cuantitativos y cualitativos a través de un proceso social participativo de cara a romper los vínculos entre felicidad y progreso con lo monetario y el consumismo. Esto nos llevaría igualmente a un replanteamiento de la cooperación Norte-Sur, de la educación y la salud, para centrarse en el ser humano.

  •   Visibilizar el trabajo de cuidados y promover actuaciones para su reparto, así como conseguir una igualdad real. Por ejemplo, creando estructuras públicas y comunitarias para el cuidado de la infancia, personas mayores y dependientes; convirtiendo en vinculantes las decisiones de los órganos consultivos en los que participan las organizaciones feministas y de mujeres…

  •   Una redistribución del trabajo y, por ende, de las rentas entre las personas a través de la limitación de las diferencias salariales (por ley, de 1 a 4), de la jornada laboral de 21 horas semanales y de una renta básica universal digna.

  •   Medidas fiscales y modelos empresariales y financieros tendentes a rebajar los niveles de producción y consumo y fomentar la relocalización máxima de todos los procesos hasta los límites biofísicos mediante la promoción de energías renovables, soberanía alimentaria, modelos cooperativos a escala humana, directrices de ordenación territorial nuevas y ecosuficiencia, pero sin olvidar la autolimitación. Por ejemplo, creando ecoregiones, imponiendo ecotasas, prohibiendo los paraísos fiscales, estableciendo un plan de descenso de consumo energético…

  •   Nacionalización de la banca y del sistema energético dejando a salvo las cooperativas energéticas y de crédito autogestionadas.
  •   Lucha contra la acumulación de poder a través de la promoción de una democracia inclusiva basada en asambleas populares vinculantes y con una transición en la que se promuevan los referéndums, ILP efectivas, etc. Y la horizontalización de las estructuras de las instituciones, partidos y sindicatos para conseguir coherencia entre la democracia que se predica y la que se practica, en una nueva ética.
Por el momento, nos hemos reunido para contrastar opiniones en relación a las propuestas con Equo, EH Bildu y Ezker Anitza-IU y estamos a la espera de concertar fechas con algún partido más. En estos encuentros hemos visto coincidencias y radicales discrepancias, pero también un pequeño compromiso por seguir de cerca las actividades de los grupos de decrecimiento e incluso la posibilidad de realizar talleres y jornadas específicas. Uno de los mensajes que hemos tenido muy presentes a la hora de hablar con ellos es nuestra radical negativa a asumir que no hay medidas ni pensamientos alternativos que nos lleven a una relocalización de otra política posible, basada en la equidad y la sostenibilidad en un proceso de transición justo; y precisamente descubrir qué metodología de transición aplicar es uno de los retos prácticos que debemos encarar entre todas.

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