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El significado de los sueños

El significado de los sueños

Fueron quizá sus prolongados sueños los que dieron al hombre, junto con su prodigalidad y superfluidad, las primeras provisiones de este grandioso almacén de sonidos, imágenes y estructuras.

Por tanto, mediante el sueño, el hombre tomó conciencia de un obsesivo entorno «sobrenatural» al que ningún otro animal prestó atención. En ese reino moraban los antepasados, que intervenían misteriosamente y en los momentos más inesperados para conceder al hombre los dones de su sabiduría o castigarlo por haberse apartado de avejentadas normas ancestrales. Tales imágenes arquetípicas de los antepasados - fantasmas, espíritus, demonios, dioses - procedían también de la misma fuente, y a menudo pueden haber servido para experimentar larealidad con más aproximación que el inmediato entorno abrumador en que aquel hombre se movía, mucho más por la gran parte que le correspondía en la creación de todo aquello. Quizá gracias a sus intercambios con ese «otro mundo», el hombre consiguió librarse de su fijación y su docilidad animal.

Hacer caso omiso de este inmenso desbordamiento psíquico que brotaba de las reservas cerebrales del hombre para centrarse en la comunicación y la fabricación como funciones centrales de los seres humanos es subestimar uno de los fundamentos básicos de la evolución de la humanidad: el hecho de que el hombre tuvo siempre un lado subjetivo, no-adaptativo e incluso a veces irracional, que frecuentemente puso en peligro hasta su propia supervivencia.

Parte de la evolución del hombre puede haberse dado como un esfuerzo por controlar y contrarrestar las desmesuradas presentaciones - prerracionales e irracionales - de su inconsciente. Como ocurre con la exuberante vida sexual del hombre, tan íntimamente conectada con los sueños, en estos reside, al menos en parte, el secreto de la creatividad humana, como también el secreto de sus obstrucciones y derrumbes: las monstruosas destrucciones y degradaciones que, con tan lamentable frecuencia han envilecido los anales de la historia.

Gracias al cada vez mayor desarrollo de la conciencia, el hombre civilizado se ha convertido en una criatura más alerta que ninguno de sus parientes animales, pues aprendió a mantenerse despierto durante más tiempo y a despreciar y olvidar lo que soñaba, como también suprimió la pereza, ante la que son susceptibles de sucumbir muchos pueblos primitivos, contentos de vivir con menos esfuerzo.

Esto nos retrotrae hacia la paradójica posibilidad de que la conciencia de aquella humanidad primitiva puede haber sido promovida progresivamente por la extraña disparidad que veían entre su entorno interior (con sus inesperadas y excitantes imágenes y tan desordenados hechos) y el panorama exterior que contemplaban una y otra vez cuando estaban despiertos.  

¿Acaso esta asombrosa brecha entre lo interior y lo exterior no incitaba a comparaciones ulteriores y exigía interpretación? De ser así, nos encontraríamos ante la encantadora paradoja de que el sueño fue lo que abrió los ojos del hombre a novísimas posibilidades de su vida de vigilia.

Extraído de: Lewis Mumford. El mito de la máquina

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