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Discurso y racismo

Teun A. Van Dijk


Las élites políticas, burocráticas, corporativas, mediáticas, educativas controlan las dimensiones y decisiones más cruciales de la vida cotidiana de las minorías y los inmigrantes: entrada, residencia, trabajo, vivienda, educación, bienestar, salud, conocimiento, información y cultura. Realizan este control en gran parte hablando o escribiendo, por ejemplo, en las reuniones de gabinete y las discusiones parlamentarias, en entrevistas de trabajo, en los noticiarios, anuncios, lecciones escolares, libros de textos, artículos científicos, películas o talk shows, entre muchas otras formas de
discurso de la élite.

Es decir, al igual que es cierto para otras prácticas sociales dirigidas contra minorías, el discurso puede ser en primera instancia una forma de discriminación verbal. El discurso de la élite puede constituir así una forma importante de racismo de la élite. De la misma manera, la (re)producción de los prejuicios étnicos que fundamentan dichas prácticas verbales así como otras prácticas sociales ocurre en gran parte a través del texto, de la charla y de la comunicación.

En suma, especialmente en las sociedades de la información contemporáneas, el discurso se aloja en el corazón del racismo.

Mientras que el racismo se reduce a menudo a la ideología racista, aquí se entiende como un sistema societal complejo de dominación fundamentado étnica o racialmente, y su consecuente inequidad.

El sistema del racismo está compuesto por un subsistema social y uno cognitivo. El subsistema social está constituido por prácticas sociales discriminatorias a nivel local (micro), y por relaciones de abuso de poder por parte de grupos dominantes, de organizaciones y de instituciones dominantes en un nivel global (macro) de análisis  Según lo sugerido arriba, el discurso puede  ser un tipo influyente de práctica discriminatoria. Y las élites simbólicas, es decir, esas élites que literalmente tienen la palabra en la sociedad, así como sus instituciones y organizaciones son un ejemplo de los grupos implicados en abusos de poder o dominación.

El segundo subsistema del racismo es cognitivo. Mientras quejas prácticas discriminatorias de los miembros de grupos y de instituciones dominantes constituyen las manifestaciones visibles y tangibles del racismo cotidiano, tales prácticas también tienen una base mental que consiste en modelos parciales de eventos e interacciones étnicas, las cuales por su parte se encuentran enraizadas en prejuicios e ideologías racistas. Esto no significa que las prácticas discriminatorias son siempre intencionales, sino solamente que presuponen representaciones mentales socialmente compartidas y negativamente orientadas respecto de 'Nosotros sobre Ellos'. La mayoría de los estudios psicológicos sobre 'prejuicio' abordan este aspecto del racismo, aunque raramente en esos términos, es decir, en términos de su papel en el sistema social del racismo. El prejuicio se estudia generalmente como una característica individual.

El discurso también desempeña un papel fundamental para esta dimensión cognitiva del racismo. Los prejuicios e ideologías étnicas no son innatos, y no se desarrollan espontáneamente en la interacción étnica. Se adquieren y se aprenden, y éste sucede generalmente a través de la comunicación, es decir, a través del texto y la charla.

De la misma forma, en sentido inverso tales representaciones mentales racistas típicamente se expresan, formulan, defienden y legitiman en el discurso y pueden por lo tanto reproducirse y compartirse dentro del grupo dominante. Es esencialmente de esta manera en que el racismo es 'aprendido' en la sociedad.

Discurso y racismo. Teun A. Van Dijk

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