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Semana Santa. Todo sigue igual, pero más degradado

Julio García Camarero - Autor del libro el decrecimiento feliz y el desarrollo humano

En estos santos días no salgo de casa por no tropezarme con dos espectáculos lamentables: turismo playero, turismo santero.

Lo malo es que los dos espectáculos, lo quiera o no, se me cuelan por la ventana que es la TV. Menos mal que solo la abro algunas veces para ver las horrendas noticias, que son horrendas más por que porque en si sean horrendas, por lo desfiguradas escasas y escamoteadas.

Ya digo, el poco rato que me asomo a esa ventan sólo diviso, procesiones, sevillanos que lloran porque llueve, partes de la dirección general del tráfico narrando incontables embotellamientos kilométricos en las autopistas, Playas que más que playas parecen latas de sardinas en aceites contra la mancha de ozono,… Es infinitamente aburrido, así que mi único refugio es leer o escribir, que por cierto es un refugio bastante confortable, desde luego más que esas antiestéticas y dañinas autopistas.

No se cual de los dos espectáculos es más nefasto.

El espectáculo santero es más lóbrego y más sadico-masoquista. En el se trata de hacer una fiesta cargada de sangre y de dolor para, en alguna medida, mantener la represión por miedo y estupor fabricada hace milenios por el Imperio Romano y simbolizado en la crucifixión que no sólo la sufrió Cristo, sino también miles y miles de romanos. Y es que los imperios necesitan del temor, del pánico y del sufrimiento de sus súbditos. Eso es la Semana Santa, un cántico al sufrimiento y a la autoflagelación.

Y cuando acudimos a esta fiesta, de procesiones tétricas, con encapuchados incluidos, (que al final tiene más de pagana que de religiosa) aunque la contemplemos con ojos de turistas paganos, solo por el mero hecho de acudir a verlas nos convertimos en los cómplices que posibilitan que este tinglado simbólico se mantenga.

Y dicen que el turismo playero durante la Semana Santa se está desplazando hacia el turismo procesional. Puede que a ello haya contribuido el cada vez más deteriorado estado de las playas y de las aguas marinas.

Y hablemos ahora del turismo playero, creo que es ahí donde el ser humano deja más de parecer humano, pues las playas en estos días, y en los de verano, se asemejan cada vez más a esos litorales de la Antártida plagados, al 100% de su superficie, de focas, morsas o lo que sea, pero con la diferencia de que los elefantes marinos: ni construyen gigantescos muros de cemento, tan altos como rascacielos, que recorren todo el litoral y que afecta directamente a la estratégicamente ecológica zona de influencia de las mareas; ni vierten masivo residuos industriales derivados del turismo playero.

Y todo comenzó con aquello de: “¡viva Fraga!, ¡viva Fraga!, ¡que nos deja ver la braga! Y vino Fraga y la jodió (a toda la costa española). Aunque más a la del sur, allí la mano de obra necesaria para el sector servicios era mas barata y mayor el número de horas sol. Después el amigo Manolo, no suficientemente satisfecho, acentuó profundamente el turismo santiaguero, con la mortificación del peregrinaje, ¡que España más masoca! Con ello logró también acentuar profundamente el deterioro del interior del norte, que era lo poco que quedaba aún algo “católico”; aunque aquí puede que el estrago no haya sido tan calamitoso como lo fue en el litoral.

En resumen, que todo queda igual (en cuanto al espíritu seudo-religioso) o peor (en cuanto al medio ambiente), y con un cada vez más masificado consumismo turístico playero y santero. Pero ¡agradezcámoslo!, ¡alegrémonos!, todo sea por el Santo Crecimiento.

6 comentarios:

  1. Si quieres eliminamos la semana santa del calendario y nos la pegamos trabajando, no te fastidia!

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    1. Anónimo1:06 p. m.

      El problema con gente como tú no es que no entiendas, sino que si encima uno quiere explicarte, te enojas.

      El turismo masivo y motorizado, es decir, en avión, automóvil, autobus, tren, o (el peor de todos) gigantescos barcos de turismo masivo que son pequeñas ciudades flotantes, estos medios de locomoción (de locura en movimiento) causan más daño, y más permanente, que el salir a recorrer el barrio, o tu pueblo, o coger la bici y explorar las zonas aledañas. ¿Has explorado la posibilidad de arreglar jornadas de trabajo de 30, o incluso 25 horas semanales?

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  2. ¡qué mente tan pobrecita tienes David!Tu mundo se reduce a los "puentes" y allí detienes tu presente que forjará tu futuro...
    ..........
    Lo que expone Julio García Camarero, es exactamente lo que pasa (aún con creyentes no fanáticos)
    que no es mi caso, dado que soy atea.
    Muy buen post!

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  3. Veo que estás optimista... un abrazo.

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  4. Espartaco9:58 a. m.

    David, la felicidad no programada, como negocio de unos pocos, la felicidad no artificial, también existe.¡Dejemos de hacer horas extra trabajando en el trabajo extra del consumismo (consumismo de autopistas, petróleo, celdas de hoteles-rascacielos, etc.).Dejemos este trabajo exhaustivo, al que nos lanzamos huyendo del exhaustivo trabajo cotidiano (de más de 40h semanales).
    El "Crecimiento-Transición" exige (y es posible) que se trabaje a lo sumo 21 horas (solo 7 horas diarias durante solo 3días a la semana) (te recomiendo que consultes el artículo de este mismo blog (decrecimiento) del 19 de nov de2010, titulado “21 horas”.En estas condiciones no serán tan angustiosamente necesarias las huidas por las autopistas en los puentes no laborales, ni caer en el frenesí del consumismo-huida dominguero.
    ¡Consumamos bienes relacionales en libertad!
    Espartaco

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  5. Algunas personas no pueden consumir nada, sobre todo en Jerez porque hay más de 30.000 personas desempleadas, de un total de 200.000 habitantes.
    Siempre el sur pagando los derroches del norte, también en España.

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