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El ser humano como evolución


La idea básica sin la que el fenómeno humano resulta inexplicable es la evolución. La evolución es la característica fundamental de todo lo vivo.

La atmósfera de la tierra primitiva era una mezcla de hidrógeno, metano, amoníaco y vapor de agua. Esta densa atmósfera, sometida a las radiaciones del sol, pudo originar moléculas orgánicas que son la base de las macromoléculas constitutivas de los seres vivos.

Los mamíferos no han existido siempre. Han surgido de especies inferiores en proceso lento a lo largo de millones de años. La biología explica la evolución como resultado de las mutaciones que se producen en los genes portadores de la herencia. La selección de los individuos más aptos produce la evolución de las especies.

El hombre, por su constitución orgánica no es excepción del proceso evolutivo, y, como tal, se le clasifica en el orden de los primates, suborden de los atropoides y grupo de los homínidos, que comparte con los símidos (orangután, chimpancé y gorila).

Si observamos la serie de animales atendiendo a su progresiva complicación, nos encontramos con que, paso a paso, las relaciones de los organismos con su medio son cada vez más complejas, y paralelamente se da mayor desarrollo del sistema nervioso. Al recibir más información y al ser capaz de mayor actividad, el medio se va estructurando progresivamente.

Se da el hombre cuando la bipedestación y la liberación de las manos permitió a algunos homínidos percibir los utensilios empleados por otros congéneres, y reproducir sus actividades. Esta imitación y reproducción de una misma actividad de un comportamiento colectivo, hizo posible la representación.

Cuando unos homínidos percibieron mutuamente sus comportamientos y fueron capaces de reproducirlos, empezaron a poder representarse ante sí mismos su comportamiento futuro, y los utensilios empezaron a ser objetos con valor de actuación, con significado. La representación del propio ejercicio anticipado es justamente la conciencia vinculada a un fin. En ese mismo momento, los objetos pudieron ser simbolizados. Con lo que el lenguaje empezó a estructurar lo que era medio de estímulos y señales en un mundo de objetos.

La reproducción de acciones instrumentales ajenas, y la representación de los objetos de unos sujetos por otros sujetos, hizo posible la estructuración de un mundo de objetos para un sujeto, y con ello la inauguración de un nuevo proceso evolutivo típicamente humano: la evolución cultural en sus dos aspectos: material (fabricación de herramientas) y formal (lenguaje simbólico).

Para saber más: Dialéctica Ricardo y Manuel Sánchez Ortiz de Ubiña


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