Jorge Riechmann
«Una crisis de civilización tendría que caracterizarse como un momento histórico en el cual llegan a un punto crítico (ese punto crítico en el que el mal o la enfermedad da ya la cara o canta, que dicen los médicos) no solo las estructuras socioeconómicas, sino también las instituciones políticas y culturales así como el sistema de valores que configura y da sentido a una determinada cultura en la acepción antropológica del término. Una crisis de civilización [...] es una crisis no solo global sino total, por así decirlo.»
Francisco Fernández Buey, «Crisis de civilización»
Cinco momentos de ruptura
Tratemos de verlo con claridad. Al pensar en las rupturas socio-ecológicas (discontinuidades históricas) que han conducido a la humanidad a la crítica situación actual, en mi opinión hay que señalar básicamente cinco momentos:
1. La «Revolución Neolítica» que lleva desde el mundo de los pequeños grupos de cazadores-recolectores a poblaciones sedentarias de agricultores y ganaderos, con patriarcado, estratificación social, ciudades, Estados y ejércitos.
2. El «choque de mundos» a partir de 1492, con la «acumulación originaria» en tierras europeas a costa de las riquezas del Nuevo Mundo americano. Arranca el Renacimiento europeo, que pone las bases de la cultura de la Modernidad. Se desarrollan la Revolución Científica y el capitalismo mercantil.
3. La «Revolución industrial» con su base energética fosilista. Resulta impulsada por la primera revolución tecnológica (en los años finales del siglo XVIII), aplicándose la energía contenida en el carbón, por medio de la máquina de vapor, al transporte (ferrocarriles, buques de vapor), la minería y la industria fabril. La base fosilista del capitalismo industrial supone una decisiva ruptura de límites en el uso energético (paso de una base energética de flujos a una de stocks), y hay que ponerla en conexión con el desarrollo de la ideología decimonónica del Progreso, transformada en la ideología del desarrollismo/ productivismo ya en el siglo XX.
4. El paso al capitalismo fordista, a partir de los años veinte (del siglo XX) en EEUU, y en la posguerra de la segunda guerra mundial en Europa (los «treinta años gloriosos» de los que hablaba Jean Fourastié): base energética caracterizada por el petróleo y la electricidad, taylorismo, mecanización, producción y consumo de masas, regulación keynesiana de la economía, legislación social, desarrollo del Welfare State y –al final del periodo– introducción de mecanismos de protección ambiental. En España, nuestro particular desacoplamiento –con respecto al resto del mundo occidental– que resulta de la victoria de la sublevación fascista en 1939 se traduce en un ingreso más tardío en el capitalismo de tipo fordista: a partir de los años sesenta del siglo XX.
Desde entonces se implanta el modelo socioeconómico cuyos pilares son la producción en serie, el consumo de masas y la obsolescencia programada de las mercancías, y van cobrando vigencia nuevos valores consumistas, frente a la sociedad tradicional que había apuntalado el franquismo.
5. El periodo neoliberal/ neoconservador (posfordista) que se abre en los ochenta, y que simbólicamente viene marcado por el acceso al poder de Margaret Thatcher en Gran Bretaña, y de Ronald Reagan en EEUU. Aquí se da otro momento de ruptura importante: cambio tecnológico (informática, telecomunicaciones, biotecnologías...), desregulación, mundialización de los mercados, retroceso del poder de los trabajadores, dominio creciente del capital financiero sobre el conjunto de la economía, «sociedad líquida», agudización de una crisis ecológica cada vez más fuera de control...
Los seres humanos de las sociedades ricas, desde los comienzos de la Revolución industrial, estamos viviendo un período histórico excepcional: una especie de “estado de excepción” histórico. Esta excepcionalidad se acentúa sobre todo después de ese giro dentro de la Revolución industrial que habitualmente se identifica como segunda revolución tecnológica y comienzo de la fase fordista del capitalismo. En esta fase, las nuevas fuentes de energía, y los nuevos métodos de organización del trabajo, permiten ingresar en el estadio de la sociedad de producción y consumo de masas.
Pues bien, la ruptura socio-ecológica (en 1920-1950) asociada con la transición a la fase fordista del capitalismo resulta ser incluso más importante, en términos de impacto humanosobre la biosfera, que la que se dio con el comienzo de la Revolución industrial.
Extraído de Jorge Riechmann. ‘Frente al abismo’
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