Entrevista con Prieto, Mediavilla, De Castro y Del Río - 15/15\15
Entrevista a cuatro bandas con Pedro Prieto (AEREN), Juan del Río (Red de Transición), Marga Mediavilla y Carlos de Castro (Grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid).
15/15\15: Parece ser que se configura, como era previsible, la idea de recuperar e incluso blindar el Estado del Bienestar como uno de los ejes para formar un gobierno progresista
en España. En vuestra opinión, ¿es eso posible, en un contexto de
descenso irreversible de la disponibilidad energética? ¿Podríais
explicar brevemente por qué?
Prieto: Ni se va a recuperar, ni se va a poder blindar el llamado Estado de Bienestar, tal y como lo han incorporado en su iderario los economistas bandera de Podemos, Vicenç Navarro o Torres.
El concepto Estado del Bienestar es un concepto muy
relativo. La mayoría de las personas en España (excluídos y marginados
crecientes aparte) tienen un elevado grado de bienestar que envidiaría
el 90-95% de la población del planeta. Incluso un pobre rumano pidiendo o
limpiando con cierto forzamiento parabrisas en un semáforo, puede trincar
diez euritos en una mañana sin dificultad. En el súper eso son dos
barras de pan, tres tetrabricks de leche y un kilo de choped. En cuanto a
ropa, circula ropa usada en buen estado para vestir a varios millones.
Luego viene el asunto de la forma de distribuir lo que hay, que es la
clave y por donde saltan las alarmas a la derecha actual. Sabemos todos
que lo que hay a nivel nacional va a ser cada vez menos. También nos
dicen que España es el país con más diferencias de Europa (creo que
Chipre andaba por ahí) y en el que la fosa entre ricos y pobres crece.
Otro relativismo a la hora de poner el listón sobre quienes son ricos y
quienes pobres.
Se equivocan gravemente los que prometen blindar lo que hay o
incluso mejorarlo, sin pasar antes por una catarsis revolucionaria y
posiblemente muy dolorosa y de consecuencias incalculables (ya hay
muchos tertulianos y columnistas sacando las escopetas, de momento de
forma figurada; de ahí a las estrategias de la tensión hay un saltito) y
sin pasar por salirse echando virutas de la UE y arrostrar las
tremendas consecuencias de hacerlo siendo un país mediano/pequeño y
ultradependiente.
Tenemos muchísimas menos posibilidades que Irán, que
ya pasó por la catarsis de agresiones que han durado décadas y los han
endurecido mucho más que a nuestros ciudadanos.
De Castro: No es posible mantener el Estado de Bienestar
en un contexto de colapso civilizatorio. Las opciones están en si lo
mantenemos todo el tiempo que podamos o la fuerza debe ser aplicada en
otro sitio, o si existen las dos posibilidades simultáneamente.
Convendría recordar, además, que los Estados de bienestar se han constituido y mantenido en parte gracias al malestar
de las gentes del Sur. Esto no ha cambiado y justifica la mayoría de
las injerencias de los estados en terceros, no seamos hipócritas. Los
estados son una parte nuclear de la civilización que irá
decreciendo/desapareciendo conforme vayan pasando estas décadas. Tenemos
que tener en cuenta de que lo que llamamos Estados fallidos (como Afganistán, Yemen, Siria, Iraq, etc.) pueden convertirse en norma. Así que, a priori,
sería positivo mantener las estructuras mínimas estatales para que los
daños sobre la población y los ecosistemas sean también mínimos. Pero no
podemos contar con los Estados, no solo porque vayan a ir
desapareciendo, sino porque incluso pueden ser/son parte del problema.
Necesitamos infraestructuras sub-estatales, redes de coordinación y
cooperación que vayan supliendo lo que en parte hoy hemos dejado en
manos de los Estados. Los políticos estatales progresistas lo
más que pueden hacer es, mientras ceden el poder, dejar/ayudar a que
esas infraestructuas se creen lo más rápidamente posible. Aquí soy muy
pesimista: primero, por el despiste generalizado de lo que está pasando
entre los sectores políticos progresistas (creo que una parte
de los neoliberales sí tienen más claro lo que está pasando y se están
preparando); y, segundo, porque el poder es otro de los problemas
nucleares de nuestra civilización. El poder no solo corrompe, sino que
te aleja de la empatía (esto está demostrado), que es una de las
cualidades que precisamente más necesitamos.
En el caso de España, estas semanas tras las elecciones del pasado 20
de diciembre de 2015, estoy viviendo esto. Quisiera gritar a los
sectores progresistas que fueran más pacientes y que se dejaran tentar
menos por el ansia de poder, que dejaran gobernar de nuevo a la extrema
derecha. ¿Por qué? Es obvio que la sociedad no está preparada todavía
(¡casi un 30% de votos a un partido con corrupción medular!) y es obvio
que vienen un par de años de crisis y recesión mundiales tras la vivida
en 2015. El que entre en el poder ahora, lo va a estar poco tiempo y su
desgaste será enorme; sería un suicidio para los progresistas entrar
ahora en el poder. Falta, como siempre, una visión a largo plazo,
incluso aunque el largo plazo sean cuatro años.
Del Río: No me gusta la palabra blindar.
De hecho, no pienso que sea posible blindar básicamente nada en el
contexto actual. Los niveles de consumo generalizados se verán cada vez
más afectados, así que desde la concepción actual no será posible
mantener el Estado de Bienestar en el medio-largo plazo.
Es importante partir de la idea de que la gran complejidad del mundo
en el que vivimos nos impide predecir qué es lo que va a suceder, sin
embargo tenemos la responsabilidad de navegar en una dirección que nos
permite adaptarnos a los grandes cambios que se avecinan, y para ello
tenemos que repensar muchos aspectos. Entre ellos es crucial redefinir
el término Bienestar.
¿Podemos hablar de bienestar si este se basa en la creencia de que el
consumo y la acumulación produce la felicidad, o si supone que para que
una pequeña parte de la población mundial pueda vivir en dicho Estado de Bienestar el resto debe vivir en condiciones de gran pobreza?
El proceso de redefinición de nuestro bienestar pasa por la búsqueda
de la satisfacción de nuestras necesidades esenciales de una manera
mucho más equitativa social y ambientalmente (recomiendo leer el modelo
de “Desarrollo a Escala Humana” de Manfred Max-Neef), y por la
revalorización de aspectos dejados de lado en la sociedad de consumo,
como la importancia de la reconexión e interdependencia con la
naturaleza y entre las personas.
Este proceso necesita tiempo y en el camino no queremos que aumenten
las desigualdades ni perder derechos adquiridos de gran importancia como
una sanidad y educación pública de calidad. Por lo que considero que se
debe trabajar en dos líneas complementarias:
Una primera de redistribución, y no permitir que aumenten las
diferencias (España es uno de los países donde la brecha entre ricos y
pobres aumenta a más velocidad), que supone defender los derechos
fundamentales. Y, una segunda, de redefinición del modelo de vida que
espero pueda acelerarse conforme el Estado de Bienestar actual vaya
desintegrándose.
15/15\15: En caso de no ser viable un Estado del Bienestar, ¿por
qué otro concepto-bandera crees que podría sustituirse en el imaginario
político colectivo? ¿Quizás un Estado del Buen Vivir? ¿Un Estado del Decrecimiento Democrático? O ¿quizás fuese mejor prescindir, ya de entrada, del concepto Estado a la hora de dibujar un horizonte político realista?
Prieto: Una vez declarado que no creo que el Estado de Bienestar se vaya a poder mantener a medio y largo plazo (el corto plazo cada vez me aburre más), no se me ocurre ningún concepto-bandera y, además, no soy partidario de enarbolar ninguna para arrastrar a nadie.
Malo que estemos pensando en arrastrar a gente cambiando de bandera. Me suena a la película de Tiempos Modernos de Charlot sobre unas masas revolucionarias enfervorecidas, con las que se cruza Chaplin
que trataba de devolver un gálibo y que en su descuido, termina
involuntariamente liderando aquella multitud hasta que llegan al lugar
de los palos.
Lo único que se me ocurre es seguir insistiendo en que la gente trate
de ejercitar más su cerebro y ser menos gregario, de pensar más por sí
mismos; explicar que creo que esto va a ir a cada vez menos recursos
generales; que eso creará fricciones crecientes; que hay desde luego
muchas posibilidades de repartir mejor; pero que hay que esperar
resistencias numantinas de los poderosos, que siempre tienen muchas
armas para romper cualquier intento de desposeerlos. Que eso puede ser
doloroso y muy crítico y provocar reacciones muy adversas y muy
contrarias al objetivo deseado de mejorar, al menos de forma inicial y
hasta puede que durante mucho tiempo. No nos engañemos y no tratemos de
engañar a los demás. Eso, para los que estos días negocian a diestro y
siniestro y visitan La Zarzuela, ninguno de los cuales ha osado siquiera
tratar de entender lo que está pasando en el mundo. Ni tampoco
desesperarse por hacer que ya están alienados y viven de forma tan
gregaria, entiendan y acepten el mensaje del decrecimiento, aunque
tengamos obligación moral de explicarlo, si así lo creemos.
Mediavilla: A mí me parece que tenemos que enarbolar la idea de qué salvamos
quizá la metáfora del bote salvavidas es la correcta, aunque la verdad
es que no es muy atractiva. Igual es mejor la metáfora del barco que se
hunde y hay que salvar los materiales que no estan podridos para el
barco nuevo.
Yo creo que la gente que pide una defensa del Estado de Bienestar
hace una buena labor, incluso aunque no sean conscientes de que hay que
perder algo. Deberiamos establecer el debate en términos de que hay que
dejar algo, que hay que elegir, que hay que limpiar y reducir y perder
muchas cosas. Y tendría que haber un debate común sobre qué dejar y qué
coger y qué dejar.
La alimentación, la educación y la sanidad son las cosas más
importantes que conservar; otra es la democracia y la dignidad de los
sujetos ante el poder. Y os lo digo por la experiencia que tuve en El
Salvador. A comer frijoles y arroz, te acostumbras (y si te los cocinan
de 100 formas diferentes a base de imaginación, aun mejor); a dormir en
un catre, siempre que tenga un minimo de dignidad te acostumbras; pero
si viene el dengue y no sabes lo que te está pasando… se pasa mucho
miedo y te sientes en una indefensión terrible. Y la educación también
es vital: no podemos volver a lo de nuestros abuelos, que a los 10 años
tenían que trabajar ya los niños en el campo y no llegaban a saber lo
necesario para defenderse mínimamente de los señoritos. Y
también eché mucho de menos allí la inseguridad política, el hecho de
que el gobierno pudiera, de un manotazo, deshacer todo lo que la gente
había estado haciendo con tanto esfuerzo.
Pero, claro, se puede disponer de sanidad de muchas formas, algunas
más baratas en recursos. Y se puede satisfacer la alimentación dando a
la gente la posibilidad de cultivar y vender, en lugar de depender de
los alimentos del supermercado que requieren mucha más energía y
alimentan menos, aunque cuesten muy poco.
Ese debate es vital, pero, si todavía no es posible hacerlo, es
positivo que, al menos, haya gente que ponga líneas rojas en lo más
importante. Porque si no, las elites y la inercia capitalista intentará
quitarse de en medio lo que consideran superfluo, en lugar de quitarse
ellos sus yates, sus competiciones de yates o sus puertos deportivos…
De Castro:
Aquí soy muy optimista. Nuestra sociedad está mucho mejor preparada de
lo que creen los que aspiran al poder y los que están en él y muchos de
los que analizan la transición de civilización. Al menos de forma
intuitiva, ya sabemos la mayoría de la existencia de enormes problemas
que nos conducen a cada vez más riesgos de daño generalizado que nos
pueden conducir al desastre más absoluto.
Es el poder quien sabiendo esto (o no, porque es poco empático) el
que continuamente produce la visión/ilusión de que está todo controlado,
de que debemos confiar en ellos, de que la cosa va bien o se resolverá
bien. Vivimos, pues, en una disonancia cognitiva importante y muy
estresante. Creo que todo esto irá cambiando, poco a poco al principio,
pero en cascada después (realimentación positiva) cuando seamos
plenamente conscientes de que nuestra intuición era acertada.
Creo que el concepto/bandera no debe llevar la palabra Estado.
El poder tiene facilidad para apropiarse de las banderas. Estas semanas
descubro, una vez más, como el poder económico neoliberal se está
apropiando de conceptos como Antropoceno (en vez de para evitarlo, para asumir que la cosa debe seguir así: geoingeniería, ecosistemas humanizados, etc.) o resiliencia (también del poder económico, ¡claro!). Así que el poder se apropiaría del Buen Vivir (¿no está pasando en Ecuador, con el Yasuní, de hecho?). Nuestras banderas deben, o no existir, o ser tan negativas que el poder no trate de apropiárselas, una especie de calaveras con fémures cruzados (aunque el Estado inglés se las apropió, por cierto).
Necesitamos banderas anti-poder, y por tanto, sin-banderas. Como las
estructuras más resilientes y viables serán las de abajo-abajo, éstas
serán múltiples y diversas. No necesitaremos banderas: necesitaremos
empatía, amor y paciencia, mucho.
Del Río:
Banderas y estados, son términos que sugieren barreras, fronteras y
diferencias. No pienso que sea apropiado utilizar dichos conceptos ya
que son en gran medida los que han provocado la situación que padecemos
actualmente. Debemos redefinir nuestro modelo de vida, adaptándolo a una
escala más humana, mientras inevitablemente el modelo consumista
globalizado va resquebrajándose. Para ello considero necesario construir
un imaginario colectivo de posibilidad, de abundancia en muchas cosas
de las que ahora carecemos, y de desmitificación del poder de la
tecnología. Que integre saberes populares con tecnologías apropiadas y
tienda hacia estructuras más horizontales. Todo ello más allá de las
palabras que utilicemos, que deben servirnos a avanzar y construir, pero
no son un fin en sí mismo.
La política es algo mucho más profundo que la política institucional o
partidista, reapropiarse de esa idea es de gran importancia. El rol de
los partidos políticos debe ser el de facilitar que el cambio suceda
desde abajo, cambio que, por cierto, cada vez está más presente.
¿Horizonte político realista? Más allá de mi desconfianza en un modelo democrático caduco, es duro ver como tanta gente sigue votando a la derecha conservadora. Los nuevos partidos progresistas
idealmente deberían tener un rol de impedir que aumenten bruscamente
las desigualdades, mientras paralelamente facilitan el empoderamiento de
la sociedad civil que iría tomando las riendas.
En momentos de dificultades y cambios obligados, necesitamos crear
espacios de esperanza, y debo decir que, pese a que a veces estos
permanecen poco visibles, cada vez son más los colectivos, movimientos e
iniciativas que emergen trabajando por crear una nueva sociedad. No
tenemos tiempo que perder y no sabemos si va a funcionar, pero tenemos
la responsabilidad de crear maneras de ilusionar y motivar a las
personas por avanzar en el gran reto que supone redefinir nuestra manera
de vivir en el planeta. Buscar esos clicks que motiven el
cambio es crucial, a la vez que perder el miedo a equivocarse y entender
este momento como un gran experimento. Aunque pueda sonar un poco
ingenuo, la realidad es que, si no es divertido, difícilmente va a
funcionar.
El fin del Estado del Bienestar
marzo 15, 2016
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