El “colapso” se define como la rápida transformación a
un grado de menor complejidad, que implica generalmente una
significativa menor cantidad de energía. Las sociedades se “colapsan”
cuando se hacen demasiado complejas para la energía base (de la que
disponen). Por ello, el colapso del capitalismo es inevitable, debido a
que el capitalismo tiene que crecer para sobrevivir; tiene que hacerse
más y más complejo y consumir más y más energía.
Pero un “colapso planificado” –una simplificación
planificada- no sólo mitigaría en gran parte el sufrimiento humano, sino
que podría conducir a una nueva era dorada de ocio, música, artes y
oficios; una sociedad más simple, más humana, más espiritual. Es más que
obvio que el Sr. Cabeza de Patata no tiene respuestas, por lo que
tenemos que ver el “colapso planificado”, como un problema de
“ingeniería de sistemas”, no como un problema económico (es decir que
simplemente “ajuste los precios”).
Durante un siglo, los teóricos han estado buscando formas
de integrar la contabilidad económica y ambiental, utilizando
frecuentemente la energía como una medida común. Pero estos esfuerzos
han tenido un éxito limitado porque los diferentes tipos de energía
disponible no son equivalentes. La medida de “eMergía” nos permite
comparar los bienes de consumo, los servicios y el trabajo ambiental de
diferentes tipos. La “transformidad” – la eMergía por unidad de energía
-, nos permite comparar los diferentes tipos de energía disponible.
Por tanto, debemos desmantelar totalmente el sistema
económico actual y reemplazarlo por otro nuevo que intente disminuir los
costes de eMergía (no los costes monetarios) y que pueda ofrecer las
necesidades básicas (no unos Cadillacs) a todo el mundo de una forma
sostenible.
Tú ves las cosas; y dices: “¿Por qué?”. Pero yo sueño las que nunca fueron y digo: “¿Por qué no?”George Bernard Shaw
…una economía gestionada de forma eficaz no debe temer encallar en los arrecifes del agotamiento o del colapso medioambiental, lo que deja la responsabilidad de una sabia conducción de nuestra economía en nuestras propias manos. El peligro no reside en las estrellas, sino en nosotros mismos.
Para saber más: La más tonta de todas. Jay Hanson. 1999.
0 comentarios:
Publicar un comentario