La sociedad global no depende de la biosfera, sino de la litosfera: no es una civilización creada a partir de los procesos naturales, sino de sistemas políticos y tecnológicos elaborados gracias al fácil acceso a los hidrocarburos existentes en la corteza terrestre.
La reflexión sobre la sostenibilidad debe enriquecer su enfoque biologista/ecologista (la capacidad de carga del planeta) considerando el factor energético neguentrópico (la capacidad de organización y resolución de problemas de un sistema social) y cientificotécnico (la capacidad humana de crear productos sintéticos y de regenerar o restaurar la naturaleza). Si bien la degradación ambiental es en buena medida consecuencia del uso del petróleo, el mantenimiento de los asentamientos humanos en la actualidad depende de él.
Los límites del crecimiento (de la industrialización) no están en el deterioro de la Tierra, sino en la escasez del recurso que ha permitido su expansión: la humanidad sufrirá realmente los efectos del ecocidio (agotamiento de recursos, pérdida de la biodiversidad, contaminación, erosión) cuando carezca de: 1) energía para activar las máquinas que reemplazan los procesos naturales y transfieren, restauran o 'maquillan' los daños ambientales; 2) los elementos que permiten crear productos y alimentos sintéticos; 3) el sistema político que gestiona la resolución de problemas. Para la sociedad industrial el petróleo es tan vital como el agua, es un error no problematizar su agotamiento: el siglo XXI será testigo del fin de la sociedad del hidrocarburo.
Para saber más: Armando Páez. La dimensión sociopolítica del fin del petróleo. 2002.
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