El
consumo como motor del crecimiento económico
Vivimos
en una sociedad de crecimiento cuya lógica no es crecer para
satisfacer las necesidades de las personas, sino crecer en una
producción sin límites para la acumulación de un grupo reducido de
personas (crecer al servicio de las clases dominantes); y para ello
el proceso de producción y consumo debe crecer sin límites.
El
crecimiento es el mantra (el solucionador mágico de problemas) que
se invoca desde todo tipo de instituciones y organizaciones en
nuestra sociedad. Se nos dice que allí donde hay crecimiento
económico hay cohesión social, los servicios públicos se hallan
razonablemente asentados, el desempleo no se extiende, y tampoco lo
hace la desigualdad. Y este es el mito del crecimiento económico. Y
decimos mito, porque hemos evolucionado en un entorno, en una
sociedad, que no cuestiona nunca el crecimiento económico ilimitado,
elevándolo así a la categoría casi de dogma o religión.
Se
asocia el crecimiento a la felicidad y el bienestar y se oculta que
los beneficios acaban en manos unos pocos. El PIB se convierte en la
mentira estadística utilizada para encubrir sus efectos negativos.
Arrasar un bosque para transformarlo en papel y madera incrementa el
PIB, dejarlo intacto no, sin embargo el bosque evita la erosión del
suelo y retiene el agua que nos es necesaria, por lo que su
supervivencia contribuye al bienestar social.
Hay
tres instrumentos
fundamentales que sirven al crecimiento y que incitan al consumo:
- La publicidad: Los profesionales de la publicidad y del marketing que, mediante la manipulación del lenguaje simbólico y al incidir sobre las carencias y los anhelos psicológicos inconscientes de las personas, logran fomentar el deseo de consumo.
- Obsolescencia programada: Los productores de bienes y servicios en el afán de prolongar el consumo de los productos que fabrican, elaboran estrategias para que estos tengan una vida limitada, y así seguir produciendo a través de la continua renovación de estos.
- Crédito : Mediante la concesión de dinero por adelantado (que posteriormente se ha de devolver), se pretende incentivar el gasto y el consumo de mercancías, provocando un espejismo de dinero fácil
El
sustrato del crecimiento económico
El
crecimiento económico de la economía que estimula el proceso
productivo se sustenta en tres pilares:
- La depredación de recursos de la Naturaleza, mediante las industrias extractivas principalmente en los países empobrecidos; esta riqueza se trasvasa a los países enriquecidos mediante los sistemas financieros.
- La explotación de los seres humanos, a través de la cesión del trabajo, utilizando los mecanismos de dominación de aprovechamiento de las personas.
- La enajenación del trabajo de cuidados a las mujeres; las personas somos frágiles y vulnerables y necesitamos de los demás para vivir; todas las personas debemos ser cuidadas especialmente cuando somos niños, cuando estamos enfermos o cuando nos hacemos mayores; las mujeres están llevando esta tarea a través de un sistema patriarcal que posibilita que un sistema económico inhumano sea soportable.
La
crisis sistémica
En la
era de la globalización, la civilización, faro que ilumina el mundo
y trayecto final de la historia, decide incluir el Planeta Tierra en
el mundo desarrollado, para ello construye una infraestructura global
para traer la prosperidad y el progreso a todos los rincones
terráqueos.
Para
ello, crea una gran bacanal que tiene como objetivo la digestión de
los recursos de la Naturaleza para mayor gloria del crecimiento del
sistema económico, utilizando los mercados financieros como
herramienta para crear una deuda global, una burbuja impagable que
permite instaurar un ajuste estructural para el beneficio de los
dueños de los consorcios financieros, los señores de las empresas
multinacionales y los amos de los emporios de comunicación, con la
colaboración de las diversas élites locales que se benefician del
expolio.
Nos
hallamos en curso de una crisis financiera
que fue visible en los medios de comunicación, aunque se presentara
como una anomalía del sistema debido a la facilidad de acceso al
crédito, a las deudas hipotecarias, o a problemas individuales
aledaños a la corrupción u otros motivos externos a la dinámica
del sistema económico, que son circunstanciales, pero superables con
más crecimiento económico.
Además,
existen otras crisis ocultas que no se plantean ante la opinión
pública, que son inherentes al sistema capitalista (que necesita
crecer para poder ser viable), y que convierten a este proceso
histórico en una crisis sistémica que abarca todos los aspectos de
la sociedad en la cual vivimos.
Así,
todo crecimiento económico, lleva aparejado el consumo de energía y
materiales (la desmaterialización de la economía no deja de ser una
falacia), y el flujo energético y de recursos naturales que la
economía necesita para crecer tiene unos límites físicos; una vez
llegado a estos límites el crecimiento es imposible y llegamos a una
crisis energética.
Toda
ese sistema termo-industrial necesita de la construcción de
infraestructuras que espolean la capacidad de transporte motorizado
en un círculo sin fin que provoca una crisis
ecológica teniendo como consecuencias la
pérdida de la biodiversidad, la destrucción de los ecosistemas, el
cambio climático y otros problemas ambientales que vuelven este
mundo inhabitable para los seres vivos.
Como
tampoco hay dinero para invertir (porque se debe pagar la deuda
acumulada) se ocasiona una crisis económica
y el modelo productivo se para, (hace falta energía y materiales que
resultan cada vez más difíciles de conseguir).
Ante el
hecho de que la locomotora económica se para se impone desde el
poder la austeridad, engendrando una crisis
social; los tiempos cuando el dinero
circulaba en las grandes urbes occidentales se terminaron y el paro y
el empobrecimiento de las personas empieza a ser generalizado.
La
corrupción política e institucional sale a la luz, y la legitimidad
de los diferentes sistemas políticos son cuestionados por su falta
de democracia real; estamos entonces ante una crisis
política.
Se abre
también una crisis cultural:
los expertos nos hablan con los números, los informes, las
estadísticas,…; pero esto no es suficiente para explicar el mundo
en que vivimos; la civilización occidental deja de tener sentido
unívoco (progreso, desarrollo, crecimiento, bienestar, prosperidad…)
y se abren nuevos caminos; se redefinen conceptos, y aparecen nuevas
sendas para transitar.
La
crisis como oportunidad
Nos
hallamos en un estado de profunda crisis mundial. Se trata de una
crisis compleja y multidimensional que afecta a todos los aspectos de
nuestras vidas: la salud, el sustento, la calidad del medio ambiente
y la relación con nuestros semejantes, la economía, la política y
la tecnología. La amplitud y la urgencia de la situación no tienen
precedentes en la historia de la humanidad.
“Su
crisis [del sistema] es lo esperanzador, puesto que nos brinda la
oportunidad que podemos y debemos aprovechar. “
La
crisis que nos aqueja es el indicativo de un tiempo que expira, un
rito de paso hacia una nueva época; presentada como una burbuja
financiera, una regulación de mercados o un 'crash' económico, para
mejor asimilación de unas masas aturdidas por los acontecimientos
mediáticos, en realidad nos hallamos inmersos en la metamorfosis
de una civilización que se descompone.
Como
si de una fatalidad se tratase, las crisis vienen a frustrar, en los
momentos más inesperados, las esperanzas de crecimiento ilimitado.
Es sorprendente que entre las respuestas de la crisis en la que
estamos inmersos, nunca se hable de decrecimiento, de la necesidad
inexorable en los países ricos del norte opulento de reducir los
niveles de producción y de consumo.
El
momento de crisis
se nos presenta como una oportunidad de transformación social y de
rotura con este sistema; puede ser un magnífico laboratorio en el
que se pongan en práctica comportamientos de consumo alternativos a
un modelo económico de crecimiento continuo; así como para la
construcción de herramientas políticas que supongan una superación
del actual modelo civilizatorio.
Una
transformación decrecentista
Estamos
ante un proceso histórico que implica una toma de conciencia tanto a
nivel individual como colectivo para una transformación de las
estructuras políticas, económicas, sociales, culturales… que
sustentan el actual marco de relaciones que configuran el mundo que
habitamos.
Esta
transformación requiere de un proyecto de
decrecimiento, un cambio de valores, una
verdadera deconstrucción del pensamiento económico, poniendo en
cuestión las nociones como crecimiento, desarrollo, progreso,
pobreza, necesidades, ayuda... La economía como medio para la vida
humana y no como fin.
Artículo escrito para Ssociologos
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