Xurxo Ventos
En su artículo "El movimiento ecologista y la defensa del decrecimiento"
empieza usted contraponiendo las teorías de solo dos autores, Barry
Commoner y Paul Ehrlich, tomando como eje el tema del control del
crecimiento demográfico y la austeridad. Así, el decrecentismo es
presentado en su texto casi como un totalitarismo que pretende cotrolar
la natalidad y forzarnos "a todos a ser más austeros en nuestro
consumo", incluso los más pobres que quedarían precipitados aún más en
su pobreza: "Como millones de seres humanos ya viven en condiciones de
gran austeridad, no queda claro qué es lo que tienen que hacer los
países austeros (...)". En sus citas de Ehrlich no aprecio tal propuesta
respecto a la natalidad sino simplemente una señalación de que el
aumento demográfico produce deterioro del medioambiente (algo que es un
hecho hoy, sea o no invertible la tendencia), pero como no lo he leído
podría existir. Lo que sí puedo decir es que el decrecentismo propuesto
hoy por Latouche de ninguna manera propone controles de natalidad, ni
una pobreza forzada como usted sugiere. Para empezar quienes proponen el
decrecimiento siempre han propuesto como vía la única posible (¿cómo
iba el Poder a imponer algo contra sus intereses?): una opción personal
que se construye desde abajo, desde el pueblo, por lo tanto nunca puede
haber nadie forzado ya que no hay un Poder que lo imponga; que usted
sugiera esto solo puede ser ignorancia del tema o mala intención. En mi
opinión caracteriza así el decrecimiento con el objetivo de reforzar sus
propuestas desprestigiando las del adversario.
Lo que propone el decrecimiento es algo que a un "homo economicus" como
usted es comprensible que le cueste entender, y es un repensamiento del
concepto "pobreza/riqueza". En la sociedad del decrecimiento el ser
humano no necesita ni smartphones, ni chaquetas de Armani, ni
automóviles con techo abatible automáticamente; porque le harían feliz
otras cosas: pasar tiempo con sus hijos, cuidar de sus ancianos, pasar
largas tardes con amigos, charlando o jugando al fútbol, y naturalmente
hacer su trabajo PARA SÍ o para las personas que le están cerca (familia
o una comunidad entera, pero siempre grupos pequeños), de forma comunal
y solidaria, con calma y en compañía, obteniendo directamente el
beneficio de su esfuerzo, siendo libre de explotación capitalista. Así,
esa "austeridad" no sería tal, no sería una caída ni un deterioro de
condiciones, sino una opción elegida, un cambio de valores y de
mentalidad. ¿Es esto pobreza, una economía dirigida a producir lo
necesario (lo verdaderamente NECESARIO) para vivir cómodamente, o "de
susbsistencia", como le llamarían los economistas del crecimiento? Sí
desde luego desde sus valores y presupuestos, según los cuales la
felicidad se obtiene por acumulación de bienes y demostración de la
propia superioridad a través de esta acumulación, pero no desde los de
las personas que han elegido vivir así. Tal vez desde otros valores y
presupuestos serían las personas que viven en sociedades capitalistas
inmersas en el crecimiento las pobres: pobres de tiempo para sí, pobres
de libertad y sobre todo pobres de felicidad.
* Siguiendo las señalaciones de partes en su texto que demuestran que
usted no conoce bien la teoría del decrecimiento, dice usted: "Su
solución, por lo tanto, se aplicaría a los países de gran consumo,
comúnmente conocidos como “países económicamente desarrollados”". Se
equivoca, y aquí demuestra muy a las claras su conocimiento superficial:
esta afirmación presupone claramente que la solución, la propuesta del
decrecimiento es simplemente "reducir el consumo, la austeridad". Se
trata de una brutal simplificación. El decrecimiento propone una
sociedad totalmente diferente a la que conocemos y por tanto una
constelación de nuevos valores que la sustentan. Frenar el consumo no es
el objetivo último, sino una consecuencia natural de la adopción de
esos nuevos valores. Usted muestra claramente en su texto reducir su
comprensión de la teoría a lo que sugiere la palabra "decrecimiento".
* Otra afirmación muy demostrativa: "Ser anticrecimiento, sin más, es
una actitud que refleja un cierto inmovilismo que perjudicará a los más
débiles de la sociedad como ya estamos viendo ahora, cuando las
sociedades están decreciendo.". Una vez más, identificación de
"decrecimiento" con "anticrecimiento SIN MÁS". Pero es más interesante
todavía que usted muestra como ejemplo del daño del decrecimiento la
situación de decrecimiento actual: grave error conceptual, ya que
nuestras sociedades no "decrecen" en el sentido que propone el
decrecimiento, sino que se estancan o tienen "crecimiento negativo",
pero siguen siendo sociedades del crecimiento -es decir, estando así
organizadas, basadas en el crecimiento, cualquier freno en este
crecimiento, del grado que sea, incluso retroceso, es por fuerza dañino.
Pero es que la teoría del decrecimiento (que Latouche indica que
debería llamarse, más propiamente, "a-crecimiento"), propone una
sociedad diferente que no se basa en el crecimiento económico; por lo
tanto no habría en ella ni crecimiento ni decrecimiento, el bienestar de
sus ciudadanos no dependería de que la economía creciese o hubiese
retrocesos que causasen paro laboral o bajada de la actividad comercial,
simplemente porque no habría nada de esto, al menos al nivel
globalizado que conocemos. La sociedad decrecentista propone la vida y
el trabajo en comunidad, por tanto solidario, la economía y el mercado
local no expuesto a la especulación mercantil.
* "Esta redistribución no pasa necesariamente por una reducción del
crecimiento de los países desarrollados como algunas voces del
movimiento por el decrecimiento están sugiriendo." Una vez más muestra
su reducción de la teoría a una bajada del crecimiento (en otras partes,
del consumo). Es mucho más que eso, no es una cuestión de grados -más o
menos-, se trata de repensar la sociedad y abandonar el modelo
económico actual. Por otra parte, la teoría del decrecimiento no propone
como solución cambios en el Norte desarrollado que habrán de resolver
por sí solos los problemas del Sur, sino que es una propuesta de valores
y principios que cada sociedad, cada cultura, debe adaptar y aplicar a
sus propias circunstancias. Toda esta dimensión está ausente en su
crítica, y repito, solo puede ser por dos razones: por ignorancia o por
mala intención, y creo y espero que sea por la primera razón.
* Por último, comento su última frase: "Se tiene que exigir otro tipo de
crecimiento, un crecimiento que responda a las necesidades humanas y no
a la necesidad de acumular capital, pero esto es muy distinto a
paralizar todo el crecimiento.". Aparte de esa referencia final a la
identificación entre las teorías del decrecimiento y la mera
paralización del crecimiento, que ya he demostrado que es una
simplificación brutal; en esta frase se muestra usted partidario de
"otro crecimiento". Bien, en el libro "Sobrevivir al desarrollo", ed.
Icaria, Serge Latouche dedica más de la mitad del libro a hacer un
minucioso análisis histórico del concepto de desarrollo, de los
desarrollos alternativos que se han propuesto (desarrollo local,
sostenible, "humano"...), y del desarrollo real que ha habido
históricamente. "Crecimiento" no es lo mismo que "desarrollo", este es
un término más amplio que aquel, que designaría un aspecto económico del
desarrollo. Pero sí podemos decir que el desarrollo que impera hoy en
las sociedades occidentales está basado en el crecimiento económico, que
es condición necesaria para el desarrollo. Los países del Sur que no
crecen, no pueden salir de su subdesarrollo. Pues bien, si usted hubiese
leído este librito, tendría que hacer un gran esfuerzo para rebatir lo
que expone Latouche: que el desarrollo que conocemos, basado en el
crecimiento, históricamente, ha llevado a un deterioro del medioambiente
y de las condiciones de vida de la población, naturalmente vista en su
conjunto. Y todo ello pese a las iniciativas ecológicas que ha habido.
Respuesta a la crítica de Vicens Navarro
octubre 14, 2013
3 comments
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Completamente de acuerdo. La finitud de los recursos naturales no es que sea una certeza termodinámica, es que es de cajón de madera de pino. No hay peor ciego que el que no quiere ver...aunque es ccomprensible que nos esté gustando la peli y no queramos que se acabe.
ResponderEliminarMuy bueno el aporte. Quisiera leer el libro de Latouche que mencionás. Aquí en Argentina no lo encuentro, y no tengo tarjeta de crédito. Será que lo tienes digitalizado o sabes si podría escribirle a Latouche para pedírselo? Sigamos construyendo, hermanos! Un abrazo fraterno!. Ariana
ResponderEliminarHola Ariana, soy Xurxo Ventos, autor de esta respuesta a la crítica del sr. Navarro. Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarPuedo ayudarte con el libro de Latouche, ponte en contacto conmigo. Para evitar que los robots rastreen mi email nunca lo publico en páginas, pero puedes encontrarlo en mi blog, en la sección "Ver todo mi perfil". Para ir a mi blog, pon en el buscador mi nombre y el del blog, que es "Escritos corsarios". No prestes mucha atención al blog, porque no está actualizado y desde que no me ocupo de él mi pensamiento ha evolucionado bastante, no me reconozco en muchas cosas de este blog.
Un saludo, y sí, ese es justamente el camino: construir, construir un mundo nuevo, paso a paso, juntos y solidariamente.