Cultura bio
Seguramente hayáis oído hablar
del concepto de “decrecimiento”. Quizá también hayáis escuchado que
puede ser la solución para la famosa “triple crisis”, social, ecológica y
económica en la que andamos metidos, ya que que el modelo
socioeconómico actual ha demostrado no ser adecuado para salir de ella.
Ahora bien, se nos ocurre que quizá aún no hay suficiente información
para aplicar este concepto de decrecimiento de una forma práctica en
nuestro día a día y quizá nos parezca algo utópico relegado a unos pocos
ecologistas radicales…nada más lejos de la realidad, cualquiera de
nosotros puede hacer su aportación al cambio.
Desde aquí queremos ofrecer unos pocos
consejos abiertos a todo el mundo, para poder aplicar el decrecimiento
en nuestra vida cotidiana sin morir en el intento:
1- FOMENTA LA ECONOMÍA COLABORATIVA: COMPARTE, INTERCAMBIA, DONA…
No se trata de vivir en una comuna o una ecoaldea, la cuestión es que para
crear una sociedad que necesite menos recursos y energía y genere menos
productos y residuos debemos tender a compartir bienes y servicios. Este es el principio en que se basa la economía colaborativa.
La idea es ¿de verdad todos necesitamos tener un coche propio, una
oficina propia, un wifi propio…o podemos compartir entre varias
personas? Un buen ejemplo de este tipo de economía colaborativa son las múltiples iniciativas para fomentar una movilidad más sostenible compartiendo coches, como BlaBla Car, Bluemove).
Otra idea es compartir espacios destinados a vivienda (eCohousing), alojamientos para vacaciones (Couchsourfing) e incluso viviendas temporales compartidas por emprendedores que buscan inspiración y una “inmersión total” en el tema del emprendimiento (Krash).
También proliferan los espacios de co-working o co-trabajo,
donde diferentes emprendedores y empresas comparten espacios comunes de
trabajo, formación, eventos…y sobre todo espacios de conexión,
contactos, inspiración y convivencia (Impact Hub, Utopic Us, Ecoworking…)
Otras formas de compartir son tan tradicionales como los clásicos truques o intercambios de bienes o servicios (Truequeweb, Etruekko, Grownies),
novedosas como los bancos de tiempo, o simples como donar a través de
webs, asociaciones, particulares, ONGs, etc, para dar una oportunidad a
productos que ya no usamos, evitando el despilfarro socio-ambiental (Nolotiro)
En una sociedad en la que nos han inculcado que consumir es bueno para todo (para la economía, para generar empleo, para ser más felices…), replantearse reducir el consumo puede parecer un acto subversivo que nos hará caer en las tinieblas de una crisis más profunda. Sin embargo, si nos paramos a pensar en nuestros valores más profundos veremos que no necesitamos tener más cosas, pero sí necesitamos cubrir unas necesidades básicas para poder desde ahí llegar al nivel de evolución personal que cada uno vea conveniente para considerarse “feliz”.
Si, por ejemplo, nuestra prioridad es la salud, seguramente dejaremos de consumir un gran número de productos que atentan directamente contra ella: perfumes carísimos llenos de productos químicos tóxicos, tabaco, medicación superflua, alimentos preparados llenos de aditivos…
Si nuestra prioridad es tener más tiempo para pasar en la naturaleza o para fomentar nuestras relaciones humanas, nos podemos plantear si realmente necesitamos toda esa “tecnología lúdica” (sometida además a la obsolescencia programada) que tenemos alrededor, los últimos gadgets electrónicos, consolas de videojuegos de última generación, megatelevisores 3D, smartphones, etc…y analizar cuánto tiempo dedicamos a trabajar para poder adquirirlos y el tiempo que dedicamos a comprarlos/usarlos/actualizarlos…¿nos compensa?
3- COMPRA MENOS PERO DE MEJOR CALIDAD
Los
productos que responden a modas rápidas y masivas tienden a producirse
con unos criterios clave: máximo beneficio a costa de bajos costes de
producción. Para ello se reducen costes a base de pagar lo menos posible
por las materias primas (comprando materias de baja calidad o ahogando
por el camino a los pequeños productores que la suministran) y pagando
salarios miserables a los trabajadores. Con este panorama no es de
extrañar que todos esos productos “low cost”, “fast fashion”, etc.
acaben en el cubo de la basura al poco tiempo de comprarlos, bien por su
pésima calidad o bien porque su bajo precio nos incita al “usar y
tirar” para adquirir algo más novedoso y “cool”.
Frente a este sinsentido podemos
tomar la decisión de reducir nuestro consumo, pero apostando siempre
por la compra de productos de calidad, hechos con criterios que aseguren
su uso durante mucho tiempo, con buenas materias primas,
buenos procesos de fabricación y asegurarnos de que han sido fabricados
en unas condiciones dignas para sus trabajadores. Como ejemplo, podemos
empezar simplemente por invertir en un buen par de zapatos o un buen
pantalón que nos duren varios años, en vez de en decenas de prendas
baratas que usamos sólo unos meses, fácil ¿no?
4-FORMA PARTE DE UN GRUPO DE CONSUMO
Uniéndonos a un grupo de consumo fomentamos una reducción del consumo de recursos de varias formas:
- Consumo local: disminuye la necesidad de transporte, refrigeración y embalajes excesivos.
- Consumo ecológico: disminuye el gasto energético y los ínsumos agrícolas utilizados (los fertilizantes industriales y muchos plaguicidas son derivados petroquímicos que requieren elevadas cantidades de energía para su fabricación)
- Consumo responsable: se promueve un consumo más consciente, analizando cuáles son las necesidades reales a cubrir, los modelos de consumo que fomentan una sociedad más sostenible y justa, evitando el consumo “compulsivo” o superfluo.
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