En la Europa de la Edad Media existen parroquias, castillos y mojones que señalan las líneas divisorias entre campos; Entre una masa disgregada de hombres existe una extraña coherencia, aísla fuera de sí a todos cuantos no se identifican con ella, los confina en la soledad o el desprecio: judio, errante, extranjero, juglar; y se incrementa el mundo de los excluídos con todos los desechos de la sociedad: locos, leprosos, mendigos, ladrones, proscritos. La pertenencia a un grupo, una familia, un oficio, un barrio, una devoción forma, pues, la trama del tejido social.
En el mundo Mediaval de Occidente el trabajador -y todos trabajan, cada cual según su estado, si no de otro modo, rezando- produce para sí mismo, y lo que produce, él lo consume, por cuanto el suplemento exigido por el amo tiene una contrapartida: protección y justicia.
Lo ininteligible domina: los caprichos del cielo, la vida secreta de la Naturaleza, las virtudes de la piedras. La Iglesia mediaval, celosa guardiana de la Ley inmutable pero pastora comprensiva de un rebaño medroso, retrocede, esquiva, adopta, rectifica. El simbolismo del número y las figuras. La reverencia por la escritura se acentúa a medida que aumenta su rareza, sólo una minoría es capaz de descifrarla: los sacerdotes desde el púlpito, la palabra, el verbum tiene fuerza de Ley al igual que Cristo es el Verbo de Dios, cuando la palabra ha salido de aquellos labios, no queda ningún recurso.
El miedo siempre presente, miedo a no ser como los demás, miedo a condenarse, amenaza de hambre, peste y violencia. La caridad es un asunto personal. El fantasma de la carestía una vez alimentado el amo.
El inicio de un nuevo modo de producción
Multiplicar la fuerza aportada por cada trabajador: el animal y la máquina. Es la Europa de la lluvias, y de los bosques, la de abundantes cursos de agua, y la hierba; donde se multiplican los molinos que trituran o golpean granos, nueces, aceitunas, corteza de encina, hierro, pieles, serrín.
Quien posea los animales, la máquina, las herramientas de calidad dispondra de un poder económico primero, y político después; podrá organizar el préstamo, el alquiler o la utilización de la máquina, y podrá obtener parte de su renta de la actividad aquella. En la ciudad el telar, voluminoso y caro.
La idea de beneficio siempre presente.
Los inicios del Capitalismo ( I )
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarola.-
ResponderEliminar