Económade
Crecer. Crecer. Ese el mantra que el modelo capitalista nos ha
repetido hasta la saciedad (lo sigue haciendo) como si esa fuera la
panacea del bienestar. Y ya sabemos que no. Aunque nos digan lo
contrario. Aunque sigan intentándolo, dejando a muchos en el camino, y
teniendo en ascuas a todos los que todavía creen, y esperan ansiosos,
que volverá esa opulencia falaz y destructiva.
Crecer como un dogma
El imperativo de crecer a toda costa se topa con la realidad, que
suele ser mucho más obvia y que tiene un discurso más didáctico. Como
explica el activista ecologista, investigador y teórico de la ecología
política Florent Marcellesi: “en tiempos de recesión la economía del crecimiento nos conduce al colapso social (tasas de paro y de pobreza socialmente inasumibles), en tiempos de bonanza nos lleva directamente al colapso ecológico (crisis energética, climática, alimentaria y pérdida de biodiversidad)”. Porque lo que no nos dicen es que se incentiva un crecimiento ilimitado en un Planeta limitado. Y nos lo estamos cargando. Y aunque parezca lo contrario no tenemos otro de recambio.
Cambio de modelo. Decrecer
Parece urgente un cambio de paradigma. Revisar el modelo. O los
modelos. Esos dogmas que como mandamientos parecen sugerirnos que la
forma imperante es la única posible. Creced, comprad, multiplicad
vuestros bienes. Esa es la propuesta. No, por favor. Paren un poco. Por
suerte, hay alternativas. Sólidas. Sostenidas en reflexiones,
argumentarios, experiencias y teorías de prestigiosos pensadores,
poiítólogos, teóricos. Activistas que las confirman en la práctica.
Propuestas que hacen, que cambian.
Sobriedad para ser felices
El decrecimiento (o decrecionismo) es una corriente de pensamiento político, económico y social que propone una disminución
de la producción económica para establecer relaciones de equilibrio
entre el ser humano y la naturaleza, y entre los humanos entre sí.
Serge Latouche, ideólogo del decrecimiento, dice que “la
aplicación de políticas reales de decrecimiento se debe producir de
manera singular y asimétrica, dependiendo de las condiciones sociales y
ambientales de cada lugar del planeta“. Sin embargo, sería común, dice, una visión de la vida basada en la felicidad a partir de la sobriedad.
Resumiendo mucho, el decrecimiento es vivir con menos para vivir mejor. Recuperando de nuevo las reflexiones de Florent Marcellesi “Debemos darle la vuelta al sistema desde lo local y lo global, lo personal y lo colectivo, lo social y las instituciones. Ni “austeridad punitiva” (que castiga a las personas que menos tienen), ni vuelta al crecimiento (que castiga los ecosistemas y a las generaciones futuras), necesitamos una sociedad del “vivir bien” donde
sea posible tener un empleo que sea a la vez sostenible y decente,
(re)distribuir la riqueza y el trabajo de forma equitativa y construir
una democracia real para que de forma colectiva decidamos cuáles son
nuestras necesidades según la biocapacidad de la Tierra.”
Decrecimiento para el día a día
Llegado a este punto, muchos se preguntarán ¿y esto cómo se traduce en mi vida?
¿Puedo ser decrecionista y empezar a asumir un cambio de modelo? ¿Tengo
que dejarlo todo y tirarme al monte? No es necesario. Podemos empezar
por hacernos algunas preguntas (que debemos respondernos) y cambiando
algunas actitudes.
Preguntas simples a responderse (uno a uno mismo, o en familia, entre todos, a la hora de la cena, por ejemplo)
- ¿Necesitas todo esa ropa que has comprado en los últimos seis meses?
- ¿Necesitas todo lo que tienes?
- ¿Cuántas veces has cambiado de móvil en los últimos años?
- ¿Compras, tiras, compras? ¿No te indigna la obsolescencia programada? ¿No te molesta que desde un teléfono hasta las pinzas de la ropa duren menos de lo que deberían (o lo que estabas acostumbrado)?.
- ¿Qué haces con todos los residuos que se acumulan en esa fiebre de recambio inagotable?
- ¿Dónde haces a la compra?
- ¿Sabes de dónde proceden los bienes que consumes? ¿Quién y en qué condiciones los produce?
- ¿Cómo es tu ocio, cuánto te cuesta divertirte, quién te lo propone?
- ¿Cuáles son tus aspiraciones económicas? ¿Para qué?
- ¿Cuántos coches tienes el garaje? ¿Cuándo lo cambiaste por última vez?
Una vez que nos hemos respondido a estas cuestiones (que pueden ser muchas más y en la misma línea) podemos asumir algunas acciones en nuestra vida cotidiana.
Consume menos. No es un tópico. Es una clave esencial. Puedes vivir con mucho menos de lo que tienes. No es lo mismo necesitar que poder permitirse algo en esa lógica capitalista de demostrar a través de lo que tienes el estatus que has adquirido.
Utiliza la energía de forma eficiente y responsable. Recicla. Reutiliza. Comparte
Busca alternativas. Hay otras maneras. Y muchas iniciativas en marcha que proponen interesantes cambios en las ciudades y en los pueblos, donde lo colectivo, lo social, lo colaborativo sean prioritarios y esenciales para habitar un espacio común de forma sostenible y enriquecedora.
Súmate. Algunas pistas para que no te pierdas en la búsqueda
Webs a tener en cuenta (te damos algunos ejemplos, hay muchas más)
- mecambio.net
- decrecimiento.info
- Vivero de iniciativas ciudadana
- Movimiento slow
- Grupos de consumo colaborativo
- Economía solidaria
- Ropa limpia
- Coordinadora estatal de comercio justo
- Únete al hashtag #MECAMBIOYA en twitter y súmate a otros que se están cambiando.
- “El decrecimiento explicado con sencillez”, Carlos Taibo
- “Decrecimientos. Sobre lo que hay que cambiar en la vida cotidiana”, Carlos Taibo
- “Hacia la sobriedad feliz“, Pierre Rabhi
- “La apuesta por el decrecimiento ¿cómo salir del imaginario dominante?“, Serge Latouche
- “Pequeño tratado del decrecimiento sereno”, Serge Latouche
- “El decrecimiento feliz y el desarrollo humano”, Julio García Camarero
Stop! Rodando el cambio
Decredocus (un blog donde encontraréis numerosos documentales, entrevistas y reportajes sobre el movimiento decrecionista y propuestas viables para ponerlo en práctica)
Y como primer bocado, os dejamos este vídeo que resume en un minuto la esencia del decrecionismo
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