La energía solar es la energía radiante producida en el Sol.
La recogida natural de energía solar se produce en la atmósfera, los océanos y las plantas de la Tierra.
La recogida directa de energía solar requiere dispositivos artificiales.
Básicamente, recogiendo de forma adecuada la radiación solar, podemos obtener calor y electricidad. El calor se logra mediante los captadores o colectores térmicos, y la electricidad, a través de los llamados módulos fotovoltáicos.
La primera limitación de este tipo de energía es que su producción es básicamente en forma eléctrica y esta forma de energía es hoy sólo el 12% del consumo total mundial; contrariamente a lo que se piensa nuestro mundo consume muy poca energía de forma eléctrica.
Debemos de tener en cuenta que a nivel mundial la producción de energía de tipo solar es insignificante.
Construir una célula fotovoltaica cuesta más energía que la que entrega en su vida útil (aproximadamente 30 años), aunque al poder utilizarla de manera descentralizada (se consume en el lugar que se produce), la pérdida energética por transporte es baja; actualmente la disponibilidad de silicio enriquecido hace que los precios sean bastante elevados pues tiene que competir con la industria informática.
Las multinacionales del sector energético están empezando a invertir en este tipo de energía, para enseñar su cara más verde y sostenible, mediante las denominadas huertas solares (extensiones de placas solares para producir electricidad), que además tienen jugosas subvenciones.
Para saber más: Modernos dioses tecnoecológicos: Helios y Eolo
Solar
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