Liberar nuestros sueños y deseos e intentar trabajar haciendo lo que nos gusta o consumir a nuestra manera requiere esfuerzos y valentía para romper con viejos hábitos e inercias. Pero una vez en marcha el proceso, es difícil la vuelta atrás si realmente seguimos ‘un camino con corazón’. La participación política será más saludable si sale desde lo que nos gusta, desde nuestras pasiones y necesidades. Mi pasión es educar para un consumo más consciente, la tuya hacer buen periodismo, la de ella hacer pan ecológico... Y nos unimos porque necesitamos buen transporte público y poder respirar aire limpio, más parques y menos coches, porque no nos gusta que nos jodan los espacios naturales a donde vamos de excursión para construir autovías.
En los países ricos se ha interiorizado la idea de que cuando termina la jornada de trabajo comienza la jornada de consumo. ¿Es posible cuestionar a un nivel profundo las ideas sobre el dios trabajo y el dios dinero?
Si nos damos cuenta de que vendiendo el coche –o aguantando con el viejo mientras dure– y viajando a la Sierra de Gredos en vez de a Punta Cana, disfrutamos lo mismo o más y además podemos trabajar menos horas y tener más tiempo para hacer lo que nos gusta. Nuestro fin, lógicamente, es vivir mejor, y vivir con menos puede ser un buen camino para conseguirlo. Para mí una clave es poder vivir de lo que nos apasiona, ¿qué hacemos trabajando 40 horas para Zara, por ejemplo, y luego participando en un grupo ecologista cuatro horas a la semana quitando tiempo a nuestro descanso, amigos, familia...? Pues intentemos vivir de reparar bicis reutilizando material usado –por poner un ejemplo– y ya juntamos dos trabajos en uno, trabajo y ‘militancia’. Por cierto, ¿de dónde viene esta palabra?
Hoy día lo ‘alternativo’ es un valor en alza y los grandes hipermercados intentan apropiarse de conceptos como ‘comercio justo’, ‘eco’, ‘bio’ o ‘natural’. Las cooperativas autogestionarias de carácter anticapitalista resisten, no sin dificultades, desde el apoyo mutuo y la confianza. ¿El imperio acabará devorándose a los irreductibles galos?
Los súper y las multinacionales hacen comercio injusto vendan lo que vendan. Al respecto se pueden ver campañas ‘Supermercados no, gracias’ y ‘Espacio por un comercio justo’. Sabiendo lo que sabemos, comprar allí deja de tener sentido, si hemos probado la satisfacción que reporta hacer las cosas ‘de otra manera’.
Entrevista: Toni Lodeiro, autor de ‘consumir menos, vivir mejor’
Interesantes algunas ideas, pero si los super hacen comercio injusto, las multinacionales de móviles lo hacen también y Facebook lo hace mucho más. Y Toni Lodeiro vive gracias a la divulgación mediante todas estas tecnologías. ¿Se puede llegar a la coherencia hoy en día, partiendo de este discurso? Si todos reparamos bicis y hacemos pan ecológico, no tendríamos ninguno de estos avances que tanto os gustan. Ni este blog, para empezar. Insisto: Comparto la motivación del texto, pero me parece un poco hipócrita el discurso.
ResponderEliminarEl discuso no pienso que se hipócrita, aunque si contradictorio; esto es, el mundo en que vivimos nos permite cubrir las necesidades mediante el dinero o la posesión, prescindir de ello y ser coherentes nos lleva a la inanición.
ResponderEliminarEl ser dueños de nuestras contradicciones nos pone en el camino del decrecimiento, un cambio de valores, una verdadera deconstrucción del pensamiento económico, poniendo en cuestión las nociones como crecimiento, desarrollo, progreso, pobreza, necesidades, ayuda... La economía como medio para la vida humana y no como fin.
ResponderEliminarEsta transformación ha de estar basada en tres pilares:
La sencillez voluntaria. Redescubrir la riqueza en el florecimiento de las relaciones sociales de convivencia, en la frugalidad, la sobriedad, la simplicidad, la sencillez, es decir con cierta mesura de consumo material; pero sin limitaciones en el consumo de sentimientos, vida alegre y el buen vivir.
La autogestión colectiva. Mediante el desarrollo de iniciativas de organización colectiva a nivel local como las ciudades de transición, las cooperativas integrales, el movimiento lento, la permacultura, el desarrollo de la soberanía alimentaria y la agroecología, las ecoaldeas, los bancos de tierras, la okupación y recuperación de edificios y viviendas vacíos, la banca ética, los movimientos de lucha contra las grandes obras, el sindicalismo autogestionario y los modelos de reparto de trabajo, las iniciativas de renta básica y techo de ingresos, los grupos de insolventes, el uso del transporte colectivo compartido, la repoblación rural y el reparto de tierras, la relocalización agraria, la autoconstrucción ecológica y la arquitectura sostenible, huertos comunitarios, las asociaciones de salud integral, parto, lactancia y crianza natural, las comunidades de conocimiento libre, prensa libre, educación libre, comunidad libre, las redes de trueque, bancos de horas, mercados locales, los movimientos de desobediencia fiscal y desobediencia civil, las cooperativas autogestionadas de producción y consumo, de energías renovables, las redes de intercambio, las monedas sociales…
Formas de vida alternativa que en época de crisis puede ser una posibilidad de supervivencia. Y la base territorial y energética para otro modelo social.
La creación de un proyecto de acción política. Un proyecto de noviolencia, voluntario, de emancipación ideológica y superación de la idea de progreso, que pone en valor los bienes comunes y relacionales, de los cuidados, de la cooperación, reciprocidad, mutualidad y multiculturalidad; asumiendo los límites biofísicos de la Tierra, disminuyendo los flujos de energía y materia utilizados en los procesos productivos y ciclos de consumo.
Este camino permite la construcción de formas de vida que tienen como sustrato el cuidado colectivo, una revolución civilizadora que reconozca que las personas somos seres vulnerables e interdependientes.
El comentario de 'Anónimo' me recuerda a las respuestas de la gente religiosa cuando intentas debatir con ellos sobre sus creencias. Una enumeración de tópicos copiados y pegados de algún manual.
ResponderEliminarCreo que mezclar conceptos como la ocupación, la permacultura, y la crianza natural con otros conceptos más serios como la arquitectura sostenible, la economía social, etc. hace un flaco favor al decrecimiento.
Creo que hay que plantear un debate serio. Es necesario decrecer, sí. Y otras economías son posibles. Pero insisto: Todos estamos debatiendo con un ordenador o un teléfono móvil en las manos. A muchos nos gusta probar quesos o vinos diversos, que también tienen una industria detrás, o escuchamos música, que también la tiene.
La manera de decrecer sin volver a modelos económicos y tecnológicos de hace 200 años es algo complejo, y requiere de debates importantes y serios. La fe ciega y sencillota de algunos movimientos neorrurales está llena de incoherencia y es demasiado facilona para conseguir un cambio de modelo social real.
Algo de lo que dice Ismael sí que estoy de acuerdo.
ResponderEliminarYo lo intenté, volver al campo, allá por los 90...
Ahora soy funcionario (quien me lo diría entonces).
Y sin embargo, la llama de la conciencia sigue viva, hoy mas que ayer, y menos que mañana (espero).
Quiero decir, "Crecer con menos" (son palabras de Antonio Orihuela)
Pues si...
Yo no quiero renunciar a seguir escribiendo y publicando desde un ordenador.
Y también sigo escribiendo en mi diario, a pluma y papel (me encanta).
Y poder sentarme a contemplar simplemente, sin nada mas que hacer, que fundirme con la naturaleza plena.
Sin gastar nada,
sin pedir nada a cambio...
(aquí lo podéis leer si queréis, gracias).
https://rafalindelosbosques.blogspot.com.es/2017/08/desaprendiendo-dos.html