Fran Castro - IUC Santa Cruz
“No resulta posible el crecimiento ilimitado dentro de una biosfera finita”
Hace ya varias décadas, un grupo
internacional de investigadores publicaba un informe llamado “Los
límites del crecimiento” como resultado de un estudio sobre las
tendencias y los problemas socio-económicos que amenazaban la sociedad
global. El objetivo del estudio era tratar de anticipar los problemas
del sistema económico-ecológico mundial.
Analizaron el consumo de recursos, la
distribución económica, el crecimiento demográfico y la contaminación
global en un intento por llevar a la humanidad hacia una sociedad más
equitativa y sostenible.
La conclusión general del informe fue que “la economía mundial tenderá a detener su crecimiento, y luego colapsar muy probablemente durante las primeras décadas del siglo XXI”, como resultado de la combinación de una menor disponibilidad de recursos naturales y exceso de contaminación.
La cuestión que desde 1972 se puso sobre la mesa es que “no resulta posible el crecimiento ilimitado dentro de una biosfera finita”. Esta cuestión no ha dejado de acompañarnos ni ha perdido actualidad desde entonces. Estudios posteriores del mismo tipo generaron resultados similares.
Estos estudios prevén una progresiva
cuesta abajo donde los recursos de todo tipo van agotándose, crecen
colapsos parciales, graves conflictos y bolsas de miseria mientras que
el sistema hace caso omiso de esta cruda realidad y se comportaría como
si no estuviera pasando nada. La crisis presente parece reivindicar
estas predicciones.
La idea de sostenibilidad no resulta
compatible dentro de este sistema económico basado en el crecimiento
continuo y que sin duda nos ha conducido a la crisis social, ecológica,
climática, energética y alimentaria que vivimos hoy en día. El concepto
bienintencionado de “desarrollo sostenible” no ha sido, ni es ya útil
para dar respuesta a la situación actual de insostenibilidad ambiental e
injusticia social.
Parece evidente que debemos mirar hacia
el futuro con la certeza que existe un límite que nos impone la
naturaleza y que por tanto, vivir con menos materiales y menos energía
no es una opción que podamos elegir. Lo que si podremos elegir es la
forma con la que transitamos hacia una nueva realidad acorde a estos
límites de la naturaleza. Nos toca desaprender y desprendernos de este
modelo equivocado y transitar hacia un modelo nuevo que utilice menos
recursos no renovables y que un reparto equitativo de estos recursos
priorice el bienestar de la totalidad de la población y no sólo de una
parte.
Y sin embargo, la tendencia actual sigue
siendo aumentar la explotación de los recursos y de las personas,
recortando derechos humanos, aumentando la desigualdad mediante
decisiones cada día menos democráticas y mediante un número cada día
mayor de conflictos bélicos.
Dado que muchas de las materias primas
que usamos no son renovables, es muy razonable suponer que tenemos un
problema de agotamiento. Sin embargo, se sigue promoviendo el
crecimiento económico como la solución a todos nuestros problemas. Pero,
si crecemos, consumimos más recursos y esto acelerará el agotamiento.
Por tanto, debería ser obvio que el crecimiento solo puede empeorar esos
problemas.
Y si el diagnóstico está tan claro, ¿cuáles son los obstáculos que impiden reorientar el camino y evitar el abismo?
- Nos enfrentamos a una contradicción fundamental frente al deseo humano de “tener más”, incluso a costa de destruirse como civilización.
- Dejar de crecer choca frontalmente contra los grandes intereses de los grupos privilegiados en este sistema socio-económico que tiende, más bien, a obtener los beneficios más altos a corto plazo.
Hay que empezar a diseñar una sociedad
post-crecimiento. Asusta tener que renunciar a muchas seguridades y
certezas, pero es la única fórmula de garantizar la perdurabilidad de
los ecosistemas naturales y el disfrute de la calidad de vida. Para ello
tenemos que decidir entre todos y todas cual es “la vida que merece la pena ser vivida” sin destruir todas aquellas condiciones que posibiliten la vida.
Entre las medidas más inmediatas en esta
transición debería ser repensar nuevas formas de producir y consumir.
Tendríamos previamente que definir cuáles son las necesidades que
queremos satisfacer para posibilitar la sostenibilidad de la vida. Una
vez definidas, tendremos más claro qué bienes y servicios debemos
producir para satisfacer estas necesidades, y por tanto, qué trabajos
productivos y reproductivos son imprescindibles para producir estos
bienes. Uno de los retos más importantes en este tránsito es ser capaces
de establecer una jerarquía entre aquellos empleos deseables y aquellos
que son socialmente indeseables para la vida que queremos.
De la misma forma, tendríamos que variar
radicalmente los modelos energéticos y de transporte, abandonando los
combustibles fósiles, disminuyendo las distancias que recorren las
personas y los productos y apostando por una movilidad no motorizada y
por los transportes públicos.
El decrecimiento implica necesariamente
empezar a descartar la generación masiva de residuos, minimizándolos e
incorporándolos nuevamente a la producción. En este sentido es
importante adaptar nuestros ritmos a los ritmos de los ecosistemas en
relación a la regeneración de recursos no renovables.
Una de las cuestiones que parecen
indiscutibles en un modelo decrecentista es la idea de cambiar el modo
de concebir los tiempos y los trabajos asalariados, que dejan a otros
tiempos y otros trabajos totalmente relegados y subordinados. Habrá que
visibilizar y valorizar esos otros tiempos y trabajos no remunerados.
Repartir la jornada laboral permitiría emplear a más gente y permitiría
también esos tiempos tan importantes como son los de cuidados, los
reproductivos, de ocio, el ejercicio de ciudadano, etc…
El modelo actual basado en el
crecimiento y el consumismo es la causa principal de la destrucción del
entorno natural y el agotamiento de los recursos naturales pero sin duda
también es la principal fuente de desigualdad, miseria e injusticia de
buena parte de la población mundial.
Por tanto, es solo una cuestión de
sentido común: para evitar, o al menor mitigar el colapso, el mundo
desarrollado debe parar de crecer. De esta forma los escasos recursos no
renovables repartidos con criterios de justicia social global, durarán
más y se podrán utilizar para desarrollar y usar en el futuro más
recursos renovables.
Interesante y sobre todo imprescindible el reducir, cambiar, innovar nuestros modos.
ResponderEliminarSaludos Fran. ¡Totalmente de acuerdo contigo!
ResponderEliminarEstoy trabajando en un plan en ese sentido que te presento a continuación. Espero que te sea de alguna utilidad.
SALVEMOS AL MUNDO, DISEÑEMOS UN NUEVO MODELO DE SOCIEDAD.
Lograr una sociedad mundial que sea sostenible en el tiempo, debe llevar el diseño de la misma a los extremos requeridos por la gravísima situación ambiental y social planteada en la actualidad, cuyo empeoramiento puede culminar en la destrucción de la especie humana.
La solución para esta problemática potencialmente aniquiladora de nuestra “civilización”, representada por las guerras, las hambrunas, la explotación del hombre por el hombre y la destrucción del ecosistema, nunca llegará como resultado de aplicar simples paliativos dentro de un sistema de cosas esencialmente malo, por muy bien intencionados que éstos sean.
Nuestra idea consiste en esbozar un prototipo de sociedad ideal realista y factible que rompa con los defectuosos parámetros actuales, y cuya difusión propicie la realización de cambios en el orden mundial establecido hasta que se logre la instauración en todo el planeta de un estado de bienestar generalizado y permanente.
Este novedoso modelo de colectividad estaría representado por una ciudad sostenible y autosuficiente, que sería exhibida en forma de maquetas, video juegos, historietas, producciones fílmicas y parques temáticos, la cual poseería, entre otras, las siguientes características : Uso prioritario de materiales y tecnologías de punta amistosos con el medio ambiente; autosuficiencia tecnológica total; limitación del crecimiento económico y poblacional; supresión de la manipulación proveniente de factores de poder económicos, religiosos y políticos; desaparición de toda forma de reverencia entre seres humanos; eliminación del dinero en efectivo; gratuidad total de la salud y la educación; verdadero respeto a las libertades; y democracia real.
En concreto, la convocatoria es para diseñes por tu cuenta un conglomerado urbano con esas características y la compartas con la humanidad, o te unas a nosotros en nuestro sitio web https://elmundofelizdelfuturo.blogspot.com/
donde estamos trabajando en ese sentido.
Atentamente, César Emilio Valdivieso París