Ya no se trata de fomentar un desarrollo alternativo, sino de dar alternativas al desarrollo. Para ello, a menudo, sólo es necesario echar la vista atrás y recuperar nuevas o viejas ideas que nos enriquezcan y, de paso, nos ayuden a descolonizar nuestro imaginario.
En una sociedad hiperactiva donde impera el consumo desaforado e inconsciente y donde la voluntad y la capacidad de decisión de cada individuo parecen estar abocadas a la voluntad de una masa autómata, surgen movimiento originales radicalmente opuestos al crecimiento obcecado que ponen en claro entredicho la ilimitación y la bondad del crecimiento económico, social y ecológico
Las personas siempre han tenido la necesidad de cambiar aquellos objetos que poseía, pero no necesitaba, por aquellos que realmente deseaba. De esta manera inventó el trueque, sistema de transacción comercial en la que no intervenía el dinero. Allá por el siglo XIX, se rescataron del olvido ideas cooperativistas que han desembocado hoy en lo que conocemos como bancos de horas o nuevas formas de trueque.
Los bancos de horas, grupos de trueque o LETS (local exchange trading system), se basan en la ayuda mutua y el intercambio de servicios. La moneda es la hora que se intercambia mediante cheques. Al depositar en el banco unas horas de tiempo ofreciendo un servicio que se quiere dar... se puede demandar, a cambio, tiempo de otros usuarios para solucionar alguna de las necesidades diarias.
Al basarse en la confianza mutua de sus miembros, fomentan también el acercamiento y la cooperación. En los avatares del siglo XXI, en medio de una tremenda confusión, los bancos de horas representan una forma de entender y de entendernos.
Extraído del artículo de Silvia Montoya ‘Los bancos de horas’ en The Ecologist nº 31
Para saber más: Banco de tiempo
Bancos de horas
agosto 12, 2017
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