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La aceptación del otro junto a uno

Todo acto humano tiene lugar en el lenguaje. Todo acto en el lenguaje trae da la mano el mundo que se crea con otros en el acto de convivencia que da origen a lo humano; por esto todo acto humano tiene un sentido ético. Este amarre de lo humano a lo humano es, en último término, el fundamento de toda ética como reflexión sobre la legitimidad de la presencia del otro.



La aceptación del otro junto a uno en la convivencia – el amor – es el fundamento biológico del fenómeno social: sin amor, no hay socialización, y sin socialización no hay humanidad. Cualquier cosa que destruya o limite la aceptación de otro junto a uno, desde la competencia hasta la posesión de la verdad, pasando por la certidumbre ideológica, destruye o limita el que se dé el fenómeno social y, por tanto, lo humano, porque destruye el proceso biológico que lo genera.

Descartar el amor como fundamento biológico de lo social, así como las implicaciones éticas que ese operar conlleva, sería desconocer todo lo que nuestra historia de seres vivos de más de tres mil quinientos millones de años no dice y nos ha legado.

Sólo tenemos el mundo que creamos con el otro, y de que sólo el amor nos permite crear un mundo en común con él. No es saber que la bomba mata, sino lo que queremos hacer con la bomba lo que determina el que la hagamos explotar o no. Esto, corrientemente, se ignora o se quiere desconocer para evitar la responsabilidad que nos cabe en todos nuestros actos, sin excepción, contribuyen a formar el mundo en que existimos y que validamos, precisamente, a través de ellos, en un proceso que configura nuestro devenir.

Ciegos ante esta trascendencia de nuestros actos pretendemos que el mundo tiene un devenir independiente de nosotros que justifica nuestra irresponsabilidad en ellos, y con ellos, y confundimos la imagen que buscamos proyectar, el papel que representamos, con el ser que verdaderamente construimos en nuestro diario vivir.

Para saber más: El árbol del conocimiento. Humberto Maturana y Francisco Varela.

1 comentario:

  1. Anónimo10:52 a. m.

    Las necesidades Train son en realidad las que nos mueven, por nosotros creadas o por heteronimo Amen. Es un problema de prioridades axiologicas, no es un problema del devenir, por que la mayoria lo tiene en cuenta pero prefiere ignorar que pensar en que puede ser amado

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