“Una
puerta de entrada a la filosofía de Deleuze consiste en entenderla
como una filosofía vitalista. Pero no basta pensar que un vitalista
es alguien que ama la vida; es demasiado ambiguo, incluso trivial y
anodino: a primera vista todos los humanos parecen amar la vida,
puesto que se aferran a ella. Así que tomaremos prestada una idea de
Nietzsche y definiremos a los vitalistas como aquellos que aman la
vida no porque están acostumbrados a vivir, sino porque están
acostumbrados a amar.
Estar
acostumbrado a vivir significa que la vida es algo ya conocido, que
sus presencias o sus gestos o sus desarrollos se repiten y ya no
sorprenden. Amar la vida porque estamos acostumbrados a vivir es un
querer lo ya vivido. En cambio amar la vida porque estamos
acostumbrados a amar no nos remite a una vida repetitiva. Lo que se
repite es el impulso por el que nos unimos a las ideas, a las cosas y
a las personas; no podemos vivir sin amar, sin desear, sin dejarnos
arrastrar por el movimiento mismo de la vida. Amar la vida es aquí
amar el cambio, la corriente, el perpetuo movimiento. El vitalista no
ha domesticado la vida con sus hábitos, porque sabe que la vida es
algo
mucho
más fuerte que uno mismo.
La
vida es aquello en lo que nos encontramos metidos, lo que nos empuja.
Es más fuerte que cualquiera, porque nace más acá de nosotros y
nos lleva más allá de nosotros. Un flujo, una corriente, un viento.
La vida, así vivida, es una vida gozosa, es una vida que se mueve
por deseos y por alegría. Una alegría del crecimiento, no edificada
sobre el resentimiento, ni sobre el odio, ni sobre las
desgracias ajenas; una alegría que no necesita la tristeza de los
otros para existir.
La imagen de la vida como un viento, como un
huracán, sirve para entenderla. Siguiendo esta imagen –nos dice
Deleuze- se podría afirmar que “un huracán avanza alegremente”.
Su alegría proviene del mismo avance, de su propio movimiento y no
de la destrucción de las casas a su paso. El huracán contento de
causar muerte y destrucción a su paso es el huracán resentido, el
huracán contento de su movimiento es el huracán gozoso.”
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