Estamos viviendo un momento
de cambio y, ante la imposibilidad de afrontar una vida en las ciudades o
buscando un modus vivendi más sostenible, cada vez son más las familias
que apuestan por vivir en una ecoaldea, es decir, en una comunidad con
un nuevo estilo de vida, lejos del derroche y el consumo compulsivo.
Cada vez son más las personas que,
conscientes de la presión a la que sometemos al planeta, opta por buscar
formas de vivir en contacto directo con la naturaleza. Normalmente se
trata de familias que buscan nuevas formas de vida, y se organizan en
pequeñas villas ecológicas repoblando pueblos abandonados. Dentro de
las ecoaldeas se vive y se trabaja intentando hacer un buen uso de la
tierra para obtener los recursos necesarios para sobrevivir.
Las Graceas, futura ecoaldea en la província de Jaén a partir de un pueblo abandonado
Existen multitud de matices que
diferencian a estas comunidades, algunas plantean la propiedad privada y
otras la ocupación de pueblos abandonados, y aunque existen las que
tienen un carácter religioso la mayoría son aconfesionales. Por lo
general, las ecoaldeas se desarrollan en el ámbito rural, aunque con su
expansión ya se están dado casos en entornos urbanos. A pesar de las
diferencias las similitudes son sostenibilidad, conciencia social y
cultura ecológica.
¿Cómo surgen las ecoaldeas?
Para hablar del concepto ecoaldea,
debemos hacer referencia al filósofo y astrónomo estadounidense Robert
C. Gilman. Gilman, que trabajó durante más de 25 para la NASA pero,
viendo la situación del planeta, decidió que las estrellas podían
esperar pero la tierra no. Desde entonces se ha dedicado al estudio de
la sostenibilidad global, a la investigación de visiones futuras y a las
estrategias de cambio social positivo. Ya en el año 1991, definió las
ecoaldeas como "un asentamiento humano, concebido a escala humana, que
incluye todos los aspectos importantes para la vida,
integrándolos respetuosamente en el entorno natural, que apoya formas
saludables de desarrollo y que puede persistir indefinidamente".
Robert C. Gilman.
Pero lo cierto es que las ecoaldeas ya
existían mucho antes de que Gilman las definiera, ya que este movimiento
nació a finales de los años ochenta en Centroeuropa para demostrar que
una forma de vida alternativa era posible, y en la actualidad este
modelo de comunidades sostenibles está presente en buena parte de
Europa, América, África y Oceanía. Sin embargo todavía podemos ir mucho
más atrás y mirar una idea que había comenzado a desarrollarse a mitad
del siglo XX.
Algunas ecoaldeas con larga trayectoría
serían Järna, en Suecia, que comenzó en 1931, Sólheimar en Islandia
fundada en 1932, Findhorn en Escocia en 1962, Auroville en India en 1968
y Damanhur en Italia a principios de los 70. Además, cabe destacar que
casi todas estas comunidades fueron fundadas por mujeres y en su mayoría
tenían un origen espiritual, pero el concepto en los últimos 40 años se
ha ido ampliando y cada vez está integrado por más cantidad de personas
preocupadas por la degradación del medio ambiente. Lo que actualmente
conocemos como ecoaldea surge en los años 70 en Dinamarca, y a raíz de
éste surgen otras ideas similares.
Finhorn ecovillage
Vivir en una ecoaldea
Los ecoaldeanos manifiestan una nueva
visión del mundo, cultivan huertos buscando ser autosuficientes y se
aprovechan al máximo las energías alternativas, como por ejemplo la
energía solar. El reciclaje está a la orden del día, y la apuesta
fundamental es vivir en comunidad, llevando a cabo trabajos que sirven
para el conjunto de la ecoaldea como la construcción de cooperativas o
la rehabilitación de casas.
Ecoaldeanos trabajando en la huerta
Para que una comunidad pueda definirse
como ecoaldea tiene que atender a los siguientes principios que incluyen
aspectos ecológicos y socioeconómicos:
- Los alimentos se producen ecológicamente en la comunidad o en la zona en la que se encuentre la ecoaldea.
- Para las construcciones se utilizan materiales locales, naturales y no tóxicos.
- Las actividades productivas tienen en
cuenta los ciclos vitales de los productos utilizados, de manera que en
ningún momento resultan nocivas para el entorno o para la salud.
- Se producen objetos de larga duración, fáciles de reparar y aptos para ser reciclados.
- El agua y la energía se consumen con
moderación, depurando con medios naturales las aguas residuales y
utilizando fuentes de energía renovables.
- El transporte motorizado se reduce al mínimo.
- Las actividades económicas que se lleven a cabo en la ecoaldea aseguran la estabilidad de todos sus miembros.
- El trabajo se organiza horizontalmente
y se favorece la participación de todas las personas involucradas en la
toma de decisiones.
- La comunidad asume, en la medida de lo
posible, competencias como la salud y la educación. En este sentido, la
mayoría de las ecoaldeas coinciden en ser lugares en los que se
favorece la creatividad, se celebran encuentros o reuniones que
contribuyen a mantener la cohesión del grupo y se desarrollan y aplican
técnicas para la resolución de conflictos.
- Las decisiones sobre asuntos de la comunidad se toman de forma democrática y se evitan las delegaciones de poder.
Pero de entre todas estas normas de
convivencia y los sistemas de gestión comunitarios, que hoy en día tal
vez nos pueden paracer extraños, lo más destacable es la posibilidad de
tener una vida diferente de la que se lleva en las ciuaddes y en los
pueblos convencionales, es decir, en la secoaldeas se tiene la
posibilidad de llevar un estilo de vida respetuoso con el medio ambiente
y se hace mña fácil llevar a cabo todas las accione necesarias para una
buena gestión de los recursos.
Ecoaldea de Matavenero, Lleó.
Algunos "casos prácticos": Torri Superiore y las ecoaldeas en España
Una de las ecoaldeas más relevantes
desarrolladas en Europa es Torri Superiore, un municipio italiano
situado en la región de Ventimiglia, en la costa lígure. Se trata de un
bello burgo medieval del siglo XIII, enteramente construido de piedra y
cal, y que fue abandonado en los años 50 debido al desarrollo
económico. La falta de empleos y la división de terrenos hizo imposible
la recalificación y recuperación del pueblo y fue abandonado. De los 162
hogares, sólo 10 eran usados como segundas viviendas, y dos pequeñas
habitaciones eran la casa del último valeroso habitante que nunca quiso
abandonar el pueblo.
Finalmente, en 1989 la Asociación
Cultural Torri Superiore comienza a comprar los bienes del pueblo para
realizar un proyecto de recuperación. Primero, se realizaron actividades
culturales, y después nació un grupo residente que en la actualidad
gestiona la Cooperativa Ture Nirvana. Desde 2002 y hasta finales de 2010
han prosperado los trabajos de recuperación, se ha abierto un albergue
conocido como Casa de Vacaciones y hay alrededor de 20 hogares privados
totalmente recuperados y habitados.
Torri Superiore.
En España las primeras comunidades
sostenibles comenzaron a establecerse a principios de los noventa en la
zona de los Pirineos catalanes, donde fácilmente podían encontrar
pueblos abandonados rodeados de tierras fértiles que cultivar para el
autoconsumo. Hoy la Red Ibérica de Ecoaldeas está formada por 19
comunidades ecológicas que se reparten por todo el territorio, pero se
reconoce la existencia de hasta treinta ecovillas. Castilla y León es la
comunidad que más ecoaldeas agrupa, pero Andalucía y las regiones del
norte cuentan también con varios pueblos ecológicos.
Algunos casos que encontramos en nuestro
país son Aldebarán, en Murcia, donde 40 personas ocupan unas 15 casas,
todas construidas con materiales naturales y autosuficientes. También
está el caso de Amayuelas de Abajo, en Palencia, donde desde principios
de los años 90 un grupo de personas vinculados al movimiento campesino y
cultural de la Comarca de Tierra de Campos inició el compromiso de
trabajar en éste pequeño núcleo rural, con el ánimo de devolverle parte
de la vida que tuvo antes de su abandono en 1971. Han construido 10
viviendas bioclimáticas que han facilitado la incorporación definitiva
de nuevos pobladores e incluso en el 2004 se creó la Universidad Paulo
Freire, la primera Universidad Rural de España que además de en
Amayuelas ya dispone de diferentes sedes por toda la península.
Ecoaldea de Amayuelas de Abajo
Otro ejemplo es la ecoaldea de
Vapiélagos, a 45 km de Madrid, su filosofía se basa en incorporar las
viviendas y sus productos de consumo y desecho como un elemento más del
ciclo ecológico, en donde nada se pierde y todo se recicla. Actualmente,
más de 30 casas pertenecientes a sus socios fundadores ya están
pobladas.
Valpiélagos (Madrid)
Ecoaldeas, ¿una utopía?
Las ecoaldeas suelen encontrarse en
entornos hermosos en parajes naturales prácticamente vírgenes o en
pueblos repoblados con gran historia, como es el caso de Torri
Superiori. Si unimos el contacto con la naturaleza y el hecho de tener
huertos autónomos con plantas y hortalizas de calidad, conseguimos que
estas comunidades sean ideales para vivir. Sin embargo, ¿porqué el
movimiento no se ha desarrollado más? Algunos dirán que es cosa de
conciencia con el medio ambiente, sin embargo, en una ecoaldea pueden
aparecer otros problemas.
Existen casos de experiencias
comunitarias que no han salido bien y en las que los miembros se acaban
desilusionando o dispersando. Además, la convivencia puede convertirse
en un obstáculo, ya que compartir un estilo de vida no siempre
significa que todo el mundo sea compatible. En otras ocasiones, las
personas que se incorporan a la ecoaldea no cuentan con suficientes
ingresos, trabajo o ahorros y el intercambio de comida por trabajo no
acaba de funcionar. Así, la falta de recursos es otro de los grandes
problemas que afrontan las ecoaldeas y comunidades sostenibles, aunque
la imaginación suele ser una poderosa herramienta en estas comunidades,
la artesanía, los mercados ambulantes, la venta de productos ecológicos,
el agroturismo rural o la realización de cursos y actividades
culturales, se pueden convertir en la principal fuente de ingresos
externos, pero no siempre cubren un mínimo de necesidades.
Enlaces de interés:
0 comentarios:
Publicar un comentario