La aldea se configura como un todo social y económicamente indivisible, ya que se asienta en el instinto humano de ‘cooperar con los otros’, producto de la selección natural a través de la ventaja darwiniana que para el ‘grupo’ supone la defensa de la integridad física y la garantía del sustento. Esta ventaja del espíritu cooperativo sólo funciona cuando el grupo que vive en un territorio es pequeño.
Existen dos elementos que dan unidad a la aldea campesina, estos son: la tierra y la tradición oral.
Las comunidades campesinas estarían gobernadas por dos principios:
- Sólo el trabajo ‘crea valor’ y por lo tanto, éste debe constituir el criterio primordial de la distribución de la renta de la comunidad.
- Existe ‘igualdad de oportunidades’ para que todos trabajen, pero no igualdad de ingresos para todos.
“Las instituciones de las comunidades campesinas nunca han buscado el control de los factores ‘fondo’ de la economía (la tierra), sino de los factores de ‘flujo’ (los ingresos procedentes de la tierra)”
Conforman las dos instituciones campesinas más importantes:
- El aprovechamiento comunal de recursos como los pastos, los bosques, y los ríos considerados frutos que la naturaleza proporciona espontáneamente y que, por eso mismo, no son consecuencia del trabajo humano. Al no ser así nadie puede apropiarse individualmente ni de ellos ni de los frutos que proveen
- Sólo lo que se posee como fruto del trabajo es una propiedad inviolable.
Para saber más: La bioeconomía de Georgescu-Roegen. Óscar Carpintero. 2006.
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