Jorge Riechmann
"Si
la nanotecnología alcanza los objetivos expresados por sus
proponentes, ese complejo de tecnologías nuevas cambiará el mundo
más que cualquier otro avance tecnológico previo, incluyendo la
biotecnología”. Razón de más para preguntarnos si las
nanotecnologías pueden verdaderamente derrotar al principio de
entropía, la ley más básica del universo al decir de muchos
físicos (entre ellos Albert Einstein).
En
mi opinión, se trata de una ilusión. Para ver por qué, podemos
razonar analógicamente a partir de una figurilla familiar para los
físicos: el diablo de Maxwell. En 1871, el renombrado físico J.C.
Maxwell propuso una paradoja que parecía poner en cuestión la
segunda ley de la termodinámica. Imaginemos un sistema que consta de
dos recipientes, A y B, que contienen un gas a la misma temperatura,
comunicados sólo por un orificio microscópico que horada la pared
de separación. Apostado junto al agujero (tan pequeño que sólo
deja pasar las moléculas de una en una: nanoescala, diríamos hoy)
tenemos a un diablillo que separa las moléculas veloces (que son las
moléculas calientes, ya que latemperatura es una medida del
movimiento) de las lentas (frías), haciendo pasar las primeras al
recipiente A, y las segundas al B. Al final, el sistema presentará
una diferencia de temperatura, contradiciendo en apariencia la
segunda ley.
¿Dónde
está el error? Como señaló Nicholas Georgescu-Roegen, lo que
sucede es que el diablillo de Maxwell, como toda criatura viviente,
consumirá energía al separar las moléculas calientes de las frías,
y por ello no se viola en realidad la segunda ley (es el gasto
energético del diablillo el que explica la diferencia final de
temperaturas entre A y B). Sólo suponiendo un diablillo inmaterial,
una pura fuerza del espíritu, tendríamos una auténtica violación
del principio de entropía: pero está claro que las puras fuerzas
del espíritu podrían obrar no sólo este milagro, sino muchos
otros... (Georgescu-Roegen añadía con sorna que “no hay que
maravillarse de que muchas teorías sobre la renovabilidad ilimitada
de los recursos materiales impliquen, fraudulentamente, un diablo
dotado de facultades milagrosas”).
Pues
bien: el diablillo de Maxwell no es sino un nanorrobot, y la razón
por la que las nanotecnologías no podrán vencer el principio de
entropía es la misma por la que la aparente paradoja de Maxwell al
final no resulta paradójica. Sólo si los “nanorrobots”
autorreplicantes fuesen mágicos seres inmateriales estaría en
entredicho la segunda ley: pero está claro que de trata de máquinas
–aunque invisibles— construidas con átomos de materia, y por
tanto emplearán energía en todas sus nano-operaciones, energía que
tendrá que venir de alguna parte. Seguirán sometidos a las leyes
físicas, y en particular al principio de entropía: sólo podrán
producir orden en un lugar a costa de causar desorden en otro lugar.
No
cabe esperar, por tanto, que las nanotecnologías sean el Santo Grial
destructor de los límites últimos que constriñen lo humano: una
razón más para propugnar modestia, autocontención y aceptación de
la finitud. Es sabido que humilde y humano comparten su etimología"
Jorge
Riechmann . Gente que no quiere viajar a Marte
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