Se
estima que 500.000 personas fueron declaradas culpables de brujería
y murieron quemadas en Europa entre los siglos XV y XVII. Sus
crímenes: un pacto con el diablo; viajes por el aire hasta largas
distancias montadas en escobas; reunión ilegal en aquelarres,
adoración al diablo; besar al diablo bajo la cola; copulación con
íncubos (diablos masculinos dotados de penes fríos como el hielo);
copulación con súcubos (diablos femeninos). A menudo se agregaban
otras acusaciones más mundanas: matar la vaca del vecino; provocar
granizadas; destruir cosechas; robar y comer niños. Pero más de una
bruja fue ejecutada sólo por el crimen de volar por el aire para
asistir a un aquelarre.
Sugiero
que la mejor manera de comprender la causa de la manía de las brujas
es examinar sus resultados terrenales en lugar de sus intenciones
celestiales. El resultado principal del sistema de caza de brujas
(aparte de los cuerpos carbonizados) consistió en que los pobres
llegaron a creer que eran víctimas de brujas y diablos en vez de
príncipes y papas. ¿Hizo agua vuestro techo, abortó vuestra vaca,
se secó vuestra avena, se agrió vuestro vino, tuvisteis dolores de
cabeza, falleció vuestro hijo? La culpa era de un vecino, de ese que
rompió vuestra cerca, os debía dinero o deseaba vuestra tierra, de
un vecino convertido en bruja. ¿Aumentó el precio del pan, se
elevaron los impuestos, disminuyeron los salarios, escaseaban los
puestos de trabajo? Obra de las brujas.
¿La peste y el hambre
destruyen una tercera parte de los habitantes de cada aldea y ciudad?
La audacia de las diabólicas e infernales brujas no conocía
límites. La Iglesia y el Estado montaron una denodada campaña
contra los enemigos fantasmas del pueblo. Las autoridades no
regatearon esfuerzo alguno para combatir este mal, y tanto los ricos
como los pobres podían dar las gracias por el tesón y el valor
desplegados en la batalla.
El
significado práctico de la manía de las brujas consistió, así, en
desplazar la responsabilidad de la crisis de la sociedad medieval
tardía desde la Iglesia y el Estado hacia demonios imaginarios con
forma humana. Preocupadas por las actividades fantásticas de estos
demonios, las masas depauperadas, alienadas, enloquecidas,
atribuyeron sus males al desenfreno del Diablo en vez de a la
corrupción del clero y la rapacidad de la nobleza. La Iglesia y el
Estado no sólo se libraron de toda inculpación, sino que se
convirtieron en elementos indispensables. El clero y la nobleza se
presentaron como los grandes protectores de la humanidad frente a un
enemigo omnipresente pero difícil de detectar. Aquí había, por
fin, una buena razón para pagar diezmos y someterse al recaudador de
impuestos. Servicios vitales que atañían directamente a la vida en
este mundo y no a la de ultratumba se prestaban con ruido y furia,
llama y humo. Los esfuerzos de las autoridades por hacer la vida algo
más segura eran hechos palpables; se podía oír realmente los
gritos de las brujas cuando bajaban al infierno.
Marvin
Harris ‘Vacas, cerdos, guerras y brujas’
pero las criminales acciones del poder absoluto del Estado no terminó con la desaparición de las brujas y la Santa inquisición, sino que continuaron defendiéndose ideas de la existencia de brujas y diablos, pero cambiando su denominación, primero fueron los diablos comunistas y después los terroristas yihadistas
ResponderEliminarPregunta: ¿Cómo es posible que la matanza sistemática de mujeres no se haya abordado más que como un capítulo anecdótico en los libros de Historia? Ni siquiera recuerdo haberlo dado en la escuela…
ResponderEliminarSilvia Federici: Este es un buen ejemplo de cómo la Historia la escriben los vencedores. A mediados del siglo XVIII, cuando el poder de la clase capitalista se consolidó y la resistencia en gran parte fue derrotada, los historiadores comenzaron a estudiar la caza de brujas como un simple ejemplo de supersticiones rurales y religiosas. Como resultado de ello, hasta no hace mucho, pocos fueron los que investigaron seriamente los motivos que se esconden tras la persecución de las ‘brujas’ y su correlación con la instauración de un nuevo modelo económico. Como expongo en “Calibán y la bruja…”, dos siglos de ejecuciones y torturas que condenaron a miles de mujeres a una muerte atroz fueron liquidados por la Historia como producto de la ignorancia o de algo perteneciente al folclore. Una indiferencia que ronda la complicidad, ya que la eliminación de las brujas de las páginas de la historia ha contribuido a trivializar su eliminación física en la hoguera. Fue el Movimiento de Liberación de la Mujer de los años 70 el que reavivó el interés por la caza de brujas. Las feministas se dieron cuenta de que se trataba de un fenómeno muy importante, que había dado forma a la posición de las mujeres en los siglos venideros, y se identificaban con el destino de las ‘brujas’ como mujeres que fueron perseguidas por resistirse al poder de la Iglesia y el Estado. Esperemos que a las nuevas generaciones de estudiantes sí se les enseñe la importancia de esta persecución.