Alberto D. Fraile Oliver
El sistema se desmonta y tenemos la oportunidad insólita de cambiar el mundo.
Jordi
Pigem es el filósofo de nuestro tiempo. Así lo demuestra en su nuevo
libro Buena Crisis (Ed. Kairós y Ara Llibres), donde realiza un fiel
retrato del especial momento en que nos ha tocado vivir. Sus recetas a
los grandes retos se pueden resumir en dos líneas: acabar con el
divorcio entre el ser humano y el resto de la naturaleza y empezar a
buscar la felicidad en la creatividad, la solidaridad y las relaciones
humanas. El consumismo y el materialismo son el pasado, ha llegado la
época del postmaterialismo. Pigem ha sido profesor del Schumacher
College, colaborador de Raimon Panikkar, Fritjof Capra… Y lo más
importante: es muy buena gente.
Buena
Crisis es el título de tu último libro. Normalmente crisis se suele
asociar a algo negativo pero tú apuntas a algo positivo.
La
palabra crisis viene de un término médico empleado para describir el
momento en el cual el paciente se sana o empeora. Si se sana, se decía
tradicionalmente que el paciente había tenido una crisis feliz,
favorable o una buena crisis.
Estamos
en un sistema que ya estaba enfermo y ha entrado en crisis, es decir,
puede empeorar y volverse más hacia la sed de control, la violencia, la
alienación o bien puede transformarse hacia un mundo más sano, más
sensato, más ecológico, más justo y más sabio.
Es
útil darnos cuenta de que esto nos da un poder de actuación que antes
no teníamos. En una situación estable puedes intentar cambiar cosas y
nada se mueve. En cambio en una situación de crisis todo está en
transformación y es mucho más fácil incidir en el curso de las cosas.
Ahora
todo está fluyendo y es mucho más fácil orientar los cambios en el
sentido que creamos que son positivos. La única certeza que podemos
tener es de que nada se quedará igual.
En
un mundo en donde cada vez hay más desigualdades y formas de
explotación cada vez más sutiles, el hecho de que llegue una crisis como
esta es una campanada que nos despierta. La bonanza económica y la
posibilidad de consumir cada vez más eran como un soborno a nuestra
consciencia que nos hacía ignorar los problemas terribles del mundo, a
nivel de derechos humanos y de crisis ecológica, por ejemplo. Creíamos
que como yo cobro a final de mes y me puedo comprar lo que quiera, el
sistema funciona.
Del
mismo modo que hemos creído que la economía es la clave del bienestar
de una sociedad, creíamos que el consumo era la clave del bienestar
humano. Ahora sabemos que no es así. Y al desmontarse todo este sistema
de creencias, todos los problemas que ya estaban ahí, pero que la
sociedad prefería ignorar, ahora nos miran a la cara.
Es una medicina amarga…
Sí,
pero nos despierta de un estado de sopor. El sistema era como un
gigante sonámbulo que avanzaba estrujando ecosistemas, comunidades y el
equilibrio del planeta bajo sus pasos. Ahora el sistema se desmonta y
nos damos cuenta de que tenemos la oportunidad insólita, increíble y
privilegiada de poder cambiar el mundo.
Pocas
generaciones han podido sentir que sus decisiones pueden afectar el
futuro, no solo de su comunidad local sino del conjunto de la Tierra.
Estamos en un momento muy duro y muy difícil pero también podemos pensar
que es un gran privilegio haber venido a la Tierra en este momento.
Tener una vida humana en esta época de transformación enorme, con todas
las posibilidades ilimitadas que ello conlleva, es la experiencia más
interesante que se puede pedir.
El
materialismo ha tenido una serie de manifestaciones políticas, como el
capitalismo y el comunismo. ¿Qué tipo de organización social puede
emanar de este nuevo paradigma holístico?
La
visión holística del mundo lleva por naturaleza a sistemas de gobiernos
mucho más descentralizados. El poder está en las comunidades locales.
Se trata de una sociedad en donde no hay estructuras jerárquicas, no hay
personas que lideran al conjunto de la población, sino que cada uno es
capaz de tomar mayor responsabilidad por lo que hace y consume, por su
impacto en la comunidad local y en el conjunto de los ciclos de la
tierra.
Creo que esta crisis marca el
principio del fin de la globalización económica y eso abrirá espacios
de diversidad cultural que hasta ahora se habían ido sofocando.
Permitirá una mayor diversidad de maneras de actuar en sintonía con los
ritmos de cada ecosistema. De hecho, es así como las culturas han ido
evolucionando siempre: en sintonía con los ritmos climáticos y
biológicos del ecosistema que las acoge, cosa que ahora prácticamente no
tenemos en cuenta.
Ahora mismo lo que tenemos a nivel político es
la gran transición desde estructuras rígidas y jerarquías centralizadas a
toda una serie de iniciativas participativas que van a ir surgiendo a
nivel local.
Todo esto comporta
fomentar la participación ciudadana y la recuperación de maneras
autosuficientes de vivir. Recuperar oficios que se estaban perdiendo,
recuperar variedades agrícolas locales que se estaban abandonando. Hay
que fortalecer estas comunidades locales y dejar que las estructuras más
globales sean solo como un paraguas protector, no como una pirámide que
acumula el poder en su cúspide. Sería un poder que emerge de abajo a
arriba, no de arriba a abajo.
¿A nivel simbólico estaríamos hablando de pasar de la fórmula piramidal al trabajo en red?
Sí,
exacto. La pirámide es una metáfora que vale mucho para los sistemas
que hemos creado hasta ahora, tanto políticos como empresariales. Pero
la naturaleza no funciona así. El concepto de pirámide puede asociarse
con nociones teológicas que proclaman un dios superior que está por
encima de la Tierra. La versión del cristianismo que ha triunfado (que
no es por ejemplo la de San Francisco) es muy jerárquica y se ha vuelto
compatible la visión del mundo hasta ahora hegemónica, en la que destaca
la competición y la lucha por la supervivencia, todo se rige por leyes
mecánicas y lo que tiene más fuerza triunfa.
La
visión holística nos revela que todas las cosas están íntimamente
relacionadas y todo depende de todo lo demás. Es una visión mucho más
compatible con la idea de red. Cada acto, como una piedra que cae en un
estaque, genera ondas que luego se van expandiendo. En esta crisis, las
pirámides se derrumban y las redes se fortalecen. Todos sabemos que las
estructuras piramidales ya no funcionan.
Inventar
estructuras piramidales es un experimento de la humanidad que hemos
comprobado que no funciona. Y no funciona ni siquiera para los que están
arriba, muchos de los cuales están colmados de insatisfacción.
Ahora
nos toca probar formas nuevas de organización. Sabemos que el cosmos y
la vida funcionan en red. Cuanto más funcionemos en red nosotros, más
fluiremos con la naturaleza y mejor nos irá.
¿Es el universo un lugar acogedor?
Los
pueblos indígenas tradicionales se han sentido parte de su ecosistema
inmediato y del Universo. Cuando miran a la Luna y al Sol, los ven no
solo como parte de su cosmología, sino de su mitología y de su propia
familia… De esa percepción primordial del mundo, en la cual nos
sentíamos instintivamente hermanos de las plantas, los animales y los
astros… hemos pasado a una visión mecanicista en la que consideramos que
lo único real es lo que se puede medir, lo que se puede cuantificar.
Eso da lugar a un mundo que puede ser controlable y eficiente en muchos
sentidos, pero donde todo lo que no es cuantificable, todo lo que tiene
que ver con la creatividad, la imaginación, el arte, la espiritualidad,
nuestras relaciones, el amor… todo ello se percibe como una cosa
accesoria y poco importante. Si creemos que lo más propiamente humano es
un añadido, creamos un mundo inhumano y hostil.
Es curioso
que las conclusiones a las que está llegando la ciencia de vanguardia
coinciden con las filosofías espirituales más tradicionales. Parece que
los científicos y los místicos acaban entendiéndose al final del
trayecto.
Dos premios Nobel
de Física del siglo XX, Schrödinger y Wigner, independientemente
llegaron a la conclusión de que ciertos experimentos de física
contemporánea solo podían explicarse satisfactoriamente si pasamos a
considerar que el fundamento de la realidad no es la materia y la
energía, sino la conciencia y la percepción. Eso significa un giro de
180 grados en cómo vemos el mundo desde hace siglos. Y esto no lo dicen
maestros espirituales, sino premios Nobel de Física. Hay, como mínimo,
paralelismos entre la visión del mundo que han cultivado las filosofías
no dualistas de diversas escuelas budistas, taoístas e hinduistas, y la
visión que nos presenta la física contemporánea.
La física ha
descubierto cosas que los propios físicos no son capaces de asimilar en
su vida cotidiana.
La visión del mundo que emerge de la física cuántica
borra la visión de que existen entidades separadas. La mayoría de los
físicos viven en una especie de doble vida. Cuando están trabajando con
la física cuántica, abrazan la visión de radical interdependencia de
todas las cosas, pero cuando están en su vida cotidiana, todo vuelve a
estar fragmentado y muchas cosas se siguen rigiendo por los valores
tradicionales.
Nuestra cultura todavía no ha sabido integrar lo que
hace ya cien años comenzó a emerger de la física cuántica y más
recientemente de la neurobiología.
Tenemos la base científica para
una visión holística, en la cual nos damos cuenta de que todas las cosas
son interdependientes y en la que la actitud más natural y más efectiva
es cooperar y no competir. De ello puede nacer espontáneamente una
actitud que no es de control sino de participación de los ciclos de la
naturaleza.
Del control, al fluir. ¿Cómo podemos aprender a fluir? Supongo que la confianza es la clave ¿no?
Sí,
la confianza es parte de este proceso. Si nos sentimos separados del
mundo y separados los unos de los otros, la única manera efectiva de
actuar es controlar y competir. Es una actitud basada en la
desconfianza. Pero la palabra confianza puede tener la connotación de
ingenuidad. Yo usaría la palabra participación, en el sentido de que nos
sentimos parte de una red de ciclos, de una red inagotable de múltiples
ciclos y de ese modo podemos sentirnos parte del conjunto del universo y
parte del milagro continuo de renovación de la vida.
Pasar de esta
actitud de control a una actitud de fluir es lo que te permite dejarte
guiar por tu creatividad. También es una actitud mucho más sana. Se
puede medir fisiológicamente cómo una persona que intenta controlar
tiene mucha más tensión que una persona que siente que participa en el
fluir de las cosas, que está naturalmente más relajada.
En una
visión del mundo en la cual las cosas están separadas hay que unirlas
con vínculos de control o con leyes mecánicas que rijan su
funcionamiento. Una visión más participativa nos lleva a fluir con los
ciclos de la naturaleza y con los ciclos de las relaciones humanas.
Hay
pensadores que opinan que los humanos ya no podemos reintegrarnos en
los ciclos de la naturaleza, que la expulsión del Paraíso es definitiva
La
raíz del problema que tenemos hoy en día es el dualismo entre nosotros y
el mundo, que se manifiesta por ejemplo como dualismo entre la
humanidad y la naturaleza. La clave para conseguir un mundo que funcione
es superar ese dualismo.
Hay
actitudes que parten de la idea de que los humanos estamos aquí para
administrar el planeta. Parten de la arrogancia de creer que saben cómo
funciona el planeta.
Pero tal como
nosotros respiramos sin ser conscientes de todos los procesos ligados a
nuestra respiración y tal como nuestro corazón late sin que nosotros
sepamos cómo, nadie sabe en detalle cómo funcionan los innumerables
ciclos en continua transformación que constituyen la naturaleza.
La
naturaleza es líder en tecnología porque todo lo que crea es mucho más
complejo, mucho más bello y mucho más eficiente que lo que creamos
nosotros. Creer que nosotros podemos controlar artificialmente el
equilibrio ecológico de la Tierra es de una gran ingenuidad y
arrogancia.
Los seres humanos de los
países ricos y de las elites ricas de los países del Sur hemos vivido de
un modo que nadie nunca antes había vivido. Volar, adaptar la
temperatura de cada sala a lo que nosotros queramos y regular todo lo
que ocurre a nuestro alrededor, importar comida de la otra punta del
mundo y disponer de todo tipo de artilugios electrónicos… son
comodidades que ni siquiera los grandes emperadores tenían, pero hemos
terminado creyendo que esta era la manera natural de vivir.
¿La solución pasa por vivir con menos?
La
economía convencional sigue ignorando que depende de la naturaleza. La
inminente escasez de recursos energéticos clave nos obliga a reconocer
que la vida que hemos estado llevando en las últimas décadas no es
sostenible. Si queremos perdurar como una especie integrada en los
ciclos de la tierra, hemos de consumir menos energía y hemos de aprender
a vivir mejor con menos, ser más felices con menos.
No
hay ninguna alternativa energética viable que sea capaz de proporcionar
el nivel del consumo que hemos tenido hasta ahora. Pero eso no es una
mala noticia, porque esta sociedad de consumo es una fuente de
adicciones y de problemas psicológicos que antes no existían. Hay que
reaprender a vivir mejor con menos energía externa y en cambio potenciar
nuestras energías interiores: la creatividad, la solidaridad…
Hemos
de limitar nuestro impacto en el medio, pero hay mil cosas que son
ilimitadas: la amistad, la solidaridad, la imaginación, la creatividad,
el arte, la capacidad de aprender… siempre las podemos potenciar.
Todo
lo que no depende de una base material, no tiene límites. Darnos cuenta
de que estamos en un mundo de posibilidades ilimitadas abre la puerta a
darnos cuenta de que el mundo que podemos crear tampoco tiene límites.
Tal vez nos espera un mundo que ahora mismo no podemos imaginar. Tiene
el potencial de ir a peor o a mejor. Podemos vivir una mala crisis o una
buena crisis. Nos espera un mundo que no será como este. Contribuir a
que sea un mundo mejor está en nuestras manos, y en nuestro corazón.
FUENTE: Por Alberto D. Fraile Oliver Revista Namaste
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Vaya por delante mi compromiso con el movimiento decrecentista,en el que intento aprender y adaptarme día a día. Miren ahora a Brasil, cuya masa arbórea es el pulmón del Planeta, miren quién lo gobierna (quiénes le han votado)y lo qué está proponiendo y ejecutando en su labor de gobierno. Brasil es sólo un ejemplo. Decir que una nueva conciencia holística nos está iluminando es tan ingenuo como negar la realidad colapsista en que estamos encauzados. Los que dominan el mundo siguen acaparando, exprimiendo y engañando a una humanidad que simplemente no concibe, ni piensa, ni tienen conciencia de lo que se nos viene encima. Es fundamental el optimismo, pero cae en el terreno de la fe quien mira el colapso con esperanza de un cambio civilizatorio en que todo será paz y armonía. Lo siento, pero no comparto esa esperanza, la crisis será -está siendo- traumática, violenta y distópica. En plena agonía el paciente no tendrá es sus manos recuperarse. Miren a su alrededor y díganme por favor qué esta cambiando.
ResponderEliminarLeí el artículo y alcancé a entusiasmarme .... pensando con el deseo... ingenuo, pero se vale.
EliminarAl leer el comentario de Anónimo .....aterricé en la terrible realidad que describes con crudeza y la vi difícil. El colapso está a la vista
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