Florent Marcellesi, Ernest Urtasun y 7 eurodiputados más - eldiario.es
El pasado 17 de septiembre, más de 200 científicos de diversas disciplinas firmaron una carta abierta publicada en varios diarios europeos.
En ésta, abogan por una ruptura con el modelo económico centrado en el
crecimiento económico y la competitividad, y denuncian la devastación
tanto a nivel ambiental (cambio climático, agotamiento de los
ecosistemas, extinción de especies, ¡incluida la nuestra!) como a nivel
social (explosión de desigualdades, pérdida de identidad...). Este texto
firmado por economistas, expertos en derecho laboral, doctores en
ciencias ambientales, sociólogos, epidemiólogos, etc. precedió a una conferencia sobre el "post-crecimiento"
celebrada en el Parlamento Europeo los dos días siguientes. Este
evento, propiciado por los eurodiputados verdes y apoyado por
eurodiputados de otros cuatro grupos políticos, tuvo como objetivo abrir
la caja negra de los modelos económicos neoclásicos y crecentistas que
sustentan la toma de decisiones políticas.
La
conferencia también tenía como objetivo allanar el camino para liberar a
Europa de las garras del crecimiento económico. Desde la década de
1970, la caída ha sido escalonada pero constante, y la OCDE anunció en 2014
que el crecimiento de las economías de los países ricos sería de medio
punto porcentual anual de aquí a 2050. Sin embargo, si "gobernar es
planificar", como líderes políticos, es nuestro deber anticipar las
implicaciones de este declive estructural y extraer las consecuencias
para garantizar el interés general. De hecho, hoy en día, el pago de las
pensiones y el desempleo, así como el reembolso de las deudas públicas y
privadas (que son el doble de las públicas) se basan en el crecimiento.
En nombre de la justicia y de la paz social, sería irresponsable no
buscar alternativas a este estancamiento que, además, da alas a todos
los extremos.
A este respecto, la conferencia "post-crecimiento",
dirigida a representantes de instituciones europeas y nacionales, ONG,
grupos de reflexión y universidades, reveló diversos obstáculos y
oportunidades. En primer lugar, está claro que el bagaje cultural del establishment se
nutre de la teoría económica neoclásica y del dogma del crecimiento.
Esto, junto a la ignorancia de enfoques alternativos y de otras ciencias
ambientales, es un obstáculo para la comprensión de nuevos paradigmas
que están mucho más adaptados al siglo XXI. De ahí la necesidad de
multiplicar los espacios de encuentro entre las diferentes disciplinas
científicas y las diferentes corrientes del pensamiento económico.
Pero para ello necesitamos superar, de una vez por todas, las disputas
terminológicas. El vocabulario utilizado por cada actor no debería ser
ya un obstáculo. A pesar de que desacuerdos metodológicos y políticos
hayan sido claramente identificados, es cierto que existe un deseo
compartido de trabajar por el bien común. Dejemos, pues, de
desesperarnos por el “crecimiento” o “decrecimiento” del Producto
Interior Bruto (PIB) porque, si en algo estamos de acuerdo, es que el
PIB no es un indicador del bienestar, ni tiene en cuenta los desarrollos
sociales, tecnológicos y ecológicos actuales. Así pues, lo importante
es que nuestras leyes y políticas públicas apunten y cumplan un objetivo
claro: satisfacer las necesidades de la ciudadanía respetando los
límites ecológicos del planeta.
Un proyecto ante todo democrático
En vista de estos debates, nosotras/os, los Verdes, compartimos las
demandas de los científicos que piden la creación de una “comisión de
investigación" en el Parlamento Europeo sobre la situación futura de
post-crecimiento. Su objetivo sería evaluar las implicaciones del fin
del crecimiento (que pronto dejará de ser tabú) en nuestro modelo
económico y social e identificar los cambios organizativos y
legislativos que vendrán en consecuencia. En este caso, compartimos la
idea de convertir el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que es la
fuente de la consolidación fiscal permanente, en un pacto de Estabilidad
y Bienestar. Éste es el espíritu que nos dio alas cuando, en 2011 y
2013, el Pacto fue reformado y endurecido precipitando, así, a los
Estados miembros un poco más hacia la austeridad. Desafortunadamente, en
ese momento, nuestras enmiendas destinadas a poner en igualdad de
condiciones los objetivos presupuestarios por un lado y los objetivos
ambientales y sociales por el otro no recibieron el apoyo necesario.
Ya propusimos, en este marco y posteriormente en diferentes ocasiones
(como en la asignación de los cientos de miles de millones de euros
recaudados por el fondo "Juncker"), el uso de indicadores alternativos
como los que miden las desigualdades o el uso de recursos naturales.
También estamos de acuerdo con la propuesta de establecer en cada Estado
miembro, también en la Comisión Europea, un Ministerio de la
Transición. Sin embargo, debido a que la transición, de naturaleza
transversal, afecta a todos los sectores políticos, este Ministerio
debería supervisar a todos los demás ministerios. Además, debe ser capaz
de realizar los arbitrajes necesarios trabajando siempre por el interés
general, también teniendo en cuenta la equidad intergeneracional.
Finalmente, añadimos una quinta demanda, un requisito previo: una
transición socialmente justa que respete los límites del Planeta
requiere la emancipación de las estructuras de poder de los grandes
grupos de presión industriales y de los tenedores de capital que
defienden sus intereses financieros a corto plazo. Y para que esto
ocurra, la movilización activa y convencida de la ciudadanía, de los
sindicatos, ONG, PYMEs y movimientos sociales es fundamental, pues este
proyecto que defendemos es, ante todo, un proyecto democrático.
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