de
Cuadernos CyJ nº202 de Joan Carrera -
Adaptado por Jesús
Adaptado por Jesús
El sujeto se ha
acostumbrado a elaborar ciencia mediante la experimentación científica y
técnica poseyendo, dominando y transformando las cosas. Por ello, el ser humano
y las cosas han dejado así de tenderse amigablemente la mano para pasar a
enfrentarse. Y así, se pasa a la idea de crecimiento ilimitado y a la
disponibilidad infinita del planeta. Pero las dificultades vienen aún más,
cuando este paradigma domina la economía y la política, ya que la economía
asume todo desarrollo tecnológico en función del rédito que se puede obtener,
sin prestar atención a las consecuencias negativas para el ser humano.
Veamos este asunto
éticamente.:
El discurso de la
sostenibilidad fue introducido en el movimiento ecologista hace años y ahora es criticado por su poca
radicalidad. Por eso, ha llegado la hora de aceptar cierto decrecimiento en
algunas partes del mundo aportando recursos para que se pueda crecer sanamente
en otras partes.
La encíclica Laudato sí
señala al antropocentrismo (el ego como centro) desmesurado de nuestra época
como una de las raíces profundas de la problemática ecológica. Y nos acusa de que seguimos pensando y
actuando en los términos y engaños inocentes, propuestos por la fábula de las
abejas de Mandeville, que ya en el s. XVIII explica que una sociedad no puede al mismo tiempo tener moralidad y
prosperidad, y que el vicio, entendido como la búsqueda de su propio interés,
es la condición de la prosperidad. El argumento de la obra
desarrolla de forma satírica la tesis de la utilidad social del egoísmo. Su
tesis principal es que en las acciones de los hombres, los vicios privados
contribuyen al bien público mientras que las acciones altruistas pueden en
realidad destruirlo. Por ejemplo, en el dominio económico, afirma que un
libertino vive con vicio, pero «su prodigalidad da trabajo a los sastres,
servidores, perfumistas, cocineros y mujeres de mala vida, quienes a su vez dan
trabajo a panaderos, carpinteros, etcétera». Así pues, la rapacidad y la
violencia del libertino benefician a la sociedad en general.
Nuestra sociedad fomenta
un estilo de vida que no tiene sentido sin símbolos de posesión y de estatus:
electrodomésticos, un tipo de vivienda, de vehículo, manera de disfrutar del
tiempo libre, … Apreciar unas dimensiones de la felicidad, de una manera más
relacionales y no tan ligadas a la posesión, nos llevaría a aprender a vivir de
una manera más austera y sobria. En otras palabras, vivir más sencillamente
para que otros puedan vivir.
De la interdependencia se deriva otro valor: la compasión hacia los
otros seres vivos y la responsabilidad humana de cuidar de los más vulnerables,
ya sean humanos ya sea el resto de seres vivos.
Se ha de unir más
estrechamente la cuestión social y la ecológica, el clamor de la tierra y el
clamor de los pobres. La encíclica mencionada habla de ecología integral para
unir todas las dimensiones de la problemática ecológica. Este punto de vista
implica sacar las consecuencias del destino común de los bienes de la tierra.
En otras palabras, cuestiona la propiedad privada, como ya hace la moral
social, e incorpora a las generaciones futuras, ampliando así la solidaridad
para con ellas.
Vale la pena recordar
algunos datos que ejemplifican la relación entre justicia y problemática
ecológica. Recordemos aquí la noción de la deuda ecológica del Norte hacia el
Sur, la biopiratería a los recursos de comunidades indígenas, ….
La visión de la ecología
integral remarca la unión de los diversos aspectos y lleva una crítica a las
visiones reduccionistas del problema, que sólo se centran en algunos aspectos
ecológicos. Un aspecto a no olvidar en este terreno de la justicia es la
necesidad de preservar al máximo la biodiversidad, ya que esta puede
convertirse claramente en un factor que nos ayude a sobrevivir en un futuro.
Estas reflexiones nos
acercan a la capacidad de gozar con poco, a un retorno a la simplicidad. Este
valor va radicalmente en contra del consumismo, que intenta llenar el vacío del
corazón humano.
La sobriedad que se vive en libertad y consciencia es
liberadora y no se puede vivir una feliz sobriedad si no se está en paz consigo
mismo. Estamos hablando de una actitud de corazón, que vive todo con serena
atención, que sabe estar plenamente presente ante alguien sin estar pensando en
lo que viene después, que se entrega en cada momento como don que debe ser
plenamente vivido. Raimon Panikkar en “Elogio de la sencillez” viene a advertir
que el estilo de los monjes no es algo ajeno a la vida de la sociedad, sino que
también es un reclamo para ponerlo en práctica fuera de loa monasterios.
El autor aboga por la recuperación de la dimensión monástica, el monje como
arquetipo universal.
cxvvx
ResponderEliminar