Mariano Ramírez - Medium
Hay
obviedades de las que no podemos escapar… aunque nos hagamos las
avestruces. El cambio climático es real. Consumimos más recursos de los
que el planeta es capaz de regenerar. El nivel del mar está subiendo por
el deshielo. El petróleo no es eterno. La población crece
exponencialmente y la comida lo hace aritméticamente. Y esto no lo digo
yo. Esto es así. Es verdad. Punto.
Hace
no mucho tiempo me encontré con un término que suena extraño, pero que
guarda y enmarca una realidad de la que los pusilánimes huyen: economía del decrecimiento.
¿Y esto quiere decir que vamos a decrecer?, ¿vamos a perder el ritmo
económico?, ¿vamos a ser más pobres?, ¿es una tendencia apocalíptica?.
En reglas generales, se entiende el “decrecimiento” como una forma de
interrelación y equilibrio económico, social y ecológico en el que
podamos seguir creciendo de forma sostenible en el tiempo. Obviamente
esta forma de crecer tiene una dirección diferente a la que estamos
creciendo con los modelos capitalistas actuales.
Para
plasmarlo en un ejemplo práctico voy a utilizar el caso de una app en
auge y con cotas de éxito brutales: “Wallapop”. Es una representación
clara de lo que está ocurriendo en nuestro ecosistema a nivel
microeconómico y, a su vez, un fiel reflejo de lo que está por venir a
nivel macroeconómico. Nosotros mismos, en nuestras casas, ya no tenemos
capacidad de seguir guardando objetos innecesarios que no utilizamos.
Tampoco encontramos sentido a seguir comprando de forma feroz cosas que
usaremos solamente durante un corto periodo de tiempo y que quedarán
olvidadas en el fondo de algún armario. Tampoco puede el planeta
soportar este ritmo de producción frenética y alocada sin ningún
control. Ni tampoco es justo para el colectivo de más de 6000 millones
de personas que vivimos en La Tierra. Asi que, gracias a la tecnología y
a la herramienta más democrática que tiene el ser humano a día de hoy
(Internet) podemos decidir hacer trueque, vender lo que no queremos y
comprar cosas que otros ya no necesitan… de vecino a vecino, de
ciudadano a ciudadano.
Esto
mismo también está ocurriendo en otros contextos: airbnb, blablacar,
etc. Parece que, sin saberlo y sin analizarlo, nos hemos dado cuenta de
que tenemos que crecer en otra dirección. Y es que, aunque el término
“decrecimiento” suene malicioso y hostil, no quiere decir que dentro de
10 años no vayamos a poder lavar la ropa en lavadoras. Significa que el
planeta y la comunidad que vive en él no puede soportar una lavadora por
habitante / familia. Así que tendremos que ponernos en marcha desde
ahora mismo para encontrar la forma de compartir sistemas y servicios de
lavado en los que TODOS estemos de acuerdo dentro del nuevo contexto.
¿Acaso podemos no cooperar cuando no existe otra alternativa?. Y esto no
lo digo yo. Lo dicen las 5 millones de descargas de “Wallapop”, los 2,5
millones de usuarios de “blablacar” o los 24000 millones de dólares que
vale “airbnb” actualmente. Y ahora… ¿cooperamos y decrecemos, o
seguimos haciendo la avestruz?.
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