Marianne de la Forge - CaféFabel
Traducido por Belén Burgos Hernández
Desde hace varios meses, la calle Dembinszky de Budapest es objeto de curiosidad: al fondo de un pequeño patio se escribe una nueva etapa del recorrido hacia otra visión de la sociedad. Aquí
se encuentra Cargonomia, el resultado de la búsqueda de
otras alternativas para una mejor convivencia. Entrevistamos a Vincent
Liegey, cofundador del proyecto.
El local de Cargonomia está lleno de bicicletas con
remolque de carga de tres ruedas fabricados allí mismo con el acero
procedente de una fábrica de la ciudad de Csepel, al sur de Budapest. Se crearon específicamente para las necesidades de Cargonomia y con
un fin muy particular: permitir el desarrollo común de varias pequeñas
entidades que trabajan a partir de ahora de forma conjunta sin ánimo de
lucro. Cargonomia es también un centro de exposición, prueba, alquiler
y compra de soluciones low tech para el transporte de mercancías.
Realmente, Cargonomia no es más que un centro que reúne diversas
actividades haciéndolas codependientes. La granja orgánica de la aldea
de Zsámbok produce frutas y verduras que se envían a Budapest, la cooperativa social Cyclonomia construye bicicletas con remolque para carga que son utilizadas después por Kantaa, una asociación de mensajeros, para entregar frutas y verduras a quienes las tienen encargadas dado que forman parte de una AMAP (Asociación
para el Mantenimiento de la Agricultura Campesina), defensores y
partícipes de la agricultura sostenida por la comunidad.
Recientemente lo ha hecho en una túrmix, una máquina que transforma la fruta en zumo gracias a la fuerza del pedaleo. Levente, húngaro, es el responsable de Kantaa, experto en logística y con estudios de informática. Vincent es a la vez cofundador de Cyclonomia y "teórico" oficial del proyecto Cargonomia, por su conocimiento de los mecanismos del decrecimiento. Autor de un ensayo sobre los ingresos básicos, es el que ha puesto en contacto a toda esta gente y ha impulsado la realización del proyecto.
"Queremos demostrar que es posible crear empleos que respondan a las necesidades vitales sin tener que hacer grandes inversiones ni generar situaciones nocivas para la población. Hay que establecer una relación de confianza entre consumidores y productores, queremos hacer reflexionar sobre el sentido de nuestras producciones y de nuestros consumos", explica, deseando con ello incitar a los urbanitas a hacerse las preguntas adecuadas. Preguntas del tipo: "¿en qué condiciones se produce lo que consumimos, quién lo produce, los productos son sanos?".
Cargonomia permite también una redistribución entre los centros urbanos, donde se concentran el dinero y los compradores, y el campo que, en Hungría, se empobrece un poco más cada día. Pero la apertura va en ambos sentidos: la granja de Zsámbok aprovecha la apertura cultural que ofrece la ciudad y se ha convertido en una granja de puertas abiertas, siendo también su objetivo acoger a grupos y dar a conocer su funcionamiento diario y las ventajas que se obtienen allí.
Palé de utensilios de Cargonomia. 'Do it yourself' | Marianne Delaforge.
Una larga maduración
Sus fundadores han estado madurando la idea del proyecto desde hace más de 3 años, mientras que a lo largo de sus encuentros y conversaciones han decidido compartir sus recursos materiales e intelectuales. El equipo de Cargonomia es más bien irregular, extraño y fuera de orden. Todos ellos son ingenieros, aunque algunos tienen otras fuentes de ingresos como Logan, estadounidense que trabaja 3 días a la semana en la Universidad Central Europea como responsable de temas ecológicos. Adrien, franco-húngaro, fabrica las bicicletas y trabaja en Cyclonomia en toda clase de proyectos low tech, para cuyo desarrollo se utiliza la menor tecnología posible.Recientemente lo ha hecho en una túrmix, una máquina que transforma la fruta en zumo gracias a la fuerza del pedaleo. Levente, húngaro, es el responsable de Kantaa, experto en logística y con estudios de informática. Vincent es a la vez cofundador de Cyclonomia y "teórico" oficial del proyecto Cargonomia, por su conocimiento de los mecanismos del decrecimiento. Autor de un ensayo sobre los ingresos básicos, es el que ha puesto en contacto a toda esta gente y ha impulsado la realización del proyecto.
"Queremos demostrar que es posible crear empleos que respondan a las necesidades vitales sin tener que hacer grandes inversiones ni generar situaciones nocivas para la población. Hay que establecer una relación de confianza entre consumidores y productores, queremos hacer reflexionar sobre el sentido de nuestras producciones y de nuestros consumos", explica, deseando con ello incitar a los urbanitas a hacerse las preguntas adecuadas. Preguntas del tipo: "¿en qué condiciones se produce lo que consumimos, quién lo produce, los productos son sanos?".
Cargonomia permite también una redistribución entre los centros urbanos, donde se concentran el dinero y los compradores, y el campo que, en Hungría, se empobrece un poco más cada día. Pero la apertura va en ambos sentidos: la granja de Zsámbok aprovecha la apertura cultural que ofrece la ciudad y se ha convertido en una granja de puertas abiertas, siendo también su objetivo acoger a grupos y dar a conocer su funcionamiento diario y las ventajas que se obtienen allí.
Otro
objetivo de Cargonomia es demostrar que hay otras formas de entender la
ciudad y el transporte urbano, que existen otras alternativas
al coche o al camión para transportar pasajeros y mercancías
respectivamente. Se ha demostrado muchas veces que la bicicleta hace la
ciudad mucho más habitable, reduciendo el ruido, la agresividad y la
polución.
"Ya hemos tenido experiencias como mudanzas, gente que viene y alquila
la bicicleta para el fin de semana, podemos llevar muebles encima del
remolque sin problemas. ¡Con una bicicleta de 3 ruedas se pueden transportar fácilmente 200 kilos!".
Aprovechar las ideas preconcebidas
La idea está muy bien sobre el papel, pero llevarla a la
realidad plantea enormes desafíos. Haber conseguido reunir
a gente que tiene diferentes trayectorias, orígenes y visiones
del mundo es un mérito, pero también una fuente de conflictos y de
malentendidos. Pero, como en la naturaleza, donde todo lo que
se beneficia de la biodiversidad mejora a empujones, los conflictos
traerán también más emulación, complementariedad y capacidad de
recuperación dentro del equipo.
Descripción del proyecto Cargonomia mediante cámara embarcada.
Para Vincent, son los debates que suscita lo
que inevitablemente añade toda su sal al proyecto.
"Es un experimento humano y político sobre como vivir en sociedad
de otra manera, por lo que inevitablemente hay indecisiones. Cuanto
más avanzamos, más descubrimos. Durante la creación de Cyclonomia en 2013,
por ejemplo, hubo que inventar nuevas formas de subsistencia para los
empleados y así evitar depender de voluntarios presentes 8
horas al día. No es posible que este sistema funcione en Hungría, donde
la cobertura social y las diversas redes de seguridad que existen, por
ejemplo en Francia, no existen aquí. Esto plantea seguramente muchas
preguntas, pero hay que vivir con las limitaciones económicas impuestas
por la sociedad en la que se vive".
En el caso de Zsámbok, 6 familias que son en su mayoría
de la aldea dependen del funcionamiento de la granja. Gracias a esta
iniciativa, están mejor pagadas que la mayoría de los agricultores
húngaros. La producción de alimentos sostenibles genera empleos que
permiten tener una independencia económica. Por ello, el
proyecto acumula una dimensión social y una dimensión medioambiental con
intentos de encontrar modelos económicos alternativos. Vincent y su
equipo, contrarios al hecho de ir a pedir un préstamo a un
banco, recurrieron a la financiación participativa o crowdfunding.
Las iniciativas como Cargonomia se multiplican en los países
occidentales desde hace varios años y comienzan a llegar a los países de
Europa centro-oriental. Según Vincent, esos países tienen recursos
excepcionales heredados de su pasado y de su propia cultura.
"En los antiguos países socialistas, hay muchísimas cosas interesantes
desde el punto de vista de la transición hacia el
decrecimiento, especialmente en torno a la economía sumergida y los
medios de supervivencia, pero estas iniciativas son vividas en general
por las personas que las ponen en marcha como algo vergonzoso, como
mecanismos de picaresca que deberían pertenecer al pasado. Desde el
punto de vista de un europeo occidental, es increíble puesto que lo
logramos con nuestras propias experiencias con la burocracia, las
instituciones, la tecnología… Hemos tenido tiempo para concienciarnos de
los efectos negativos de la sociedad de consumo y para ver que esa
sociedad está llegando a su fin".
¿Cómo hacer frente a ese famoso deseo de crecimiento, mejorar
esa herencia para convertirla en un saber que se
puede poner al servicio de la sociedad? ¿Cómo hablar de
decrecimiento en países que apenas han conocido el crecimiento? Esto es
lo que está en el centro de la mayoría de los debates planteados a todos
los niveles por el proyecto y que lo alimenta cada día. Trasladar esas
ideas a un contexto europeo permite aprender muchísimo sobre uno
mismo y sobre los demás, ya que las referencias políticas, geográficas
y culturales se mezclan, permitiendo a todo el mundo abrir la mente
y descolonizar el imaginario popular. Siempre con la esperanza de ir más allá para construir una Europa que de importancia a las condiciones
materiales de vida de sus pueblos.
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