Julio García Camarero
El
mercado de trabajo asalariado es un ámbito clave del sistema
capitalista ya que en él los propietarios de los recursos
productivos y financieros movilizan la fuerza de trabajo. Es decir,
la población en edad de trabajar ofrece su única mercancía
disponible: la mano de obra. A pesar de que para denominar este
ámbito se emplee de forma corriente el concepto “mercado”, que
hace referencia a un intercambio entre partes que se suelen
considerar libres e iguales, el mercado laboral en realidad hace
referencia a una relación social central de un modelo de sociedad
marcado por la desigualdad, la explotación y el dominio de las
empresas y entidades financieras, como consecuencia de poseer la
propiedad privada de los recursos financieros y productivos, son las
que deciden y controlan el número de empleos asalariados que
necesitan, dejando desempleados a todos aquellos trabajadores que no
les hagan falta a las empresas.
Por
tanto, el trabajo está sometido a los vaivenes de las necesidades de
acumulación y crecimiento: los períodos de plena ocupación se
encadenan con etapas de fuerte paro, y cambian substancialmente los
tipos de relaciones laborales.
En
el Informe
TAIFA No3 se
expuso cómo el mundo del trabajo en la etapa de crecimiento
económico precedente a la crisis actual había experimentado un giro
neoliberal que adecuó las relaciones laborales a las necesidades de
la “acumulación flexible”. Los tiempos de trabajo y el volumen
de las plantillas se ajustaron cada vez más a las variaciones de la
producción. Se estimuló el empleo mediante políticas de activación
dentro del marco del ‘workfare’, pero orientando las formas de
trabajo hacia el empleo temporal, formas irregulares de trabajo
(“autónomos”), trabajadores sin contrato, trabajo a tiempo
parcial, etc. Lo que, condujo a un incremento de la precariedad, y al
retroceso en los salarios reales de los trabajadores. En el estado
español, el resultado fueron unas tasas de empleo al alza (la tasa
de ocupación se elevó del 41% al 54% entre 1997 y 2007) pero con
una creciente precariedad, (entre el 50-60% de toda la mano de obra
empleada trabajaba en precario).
Y
toda esta visión tan negativa del panorama laboral futuro, solo nos
muestra el prologo de que muy próximamente pueda suceder. Y es que
el verdadero enemigo del empleo es el crecimiento porque gracias a él
aparece la posibilidad para las grandes corporaciones de poder
sustituir a los trabajadores por robots, mediante la aplicación de
fuertes inversiones a partir de los recursos obtenidos en el
crecimiento del PIB. Y esto, sino se reduce drásticamente la jornada
laboral y el consumismo-productivismo, pronto nos traerá un
desempleo de dimensiones inverosímiles. Es algo que podremos ver,
como ejemplo, en el caso de China, que ya es el país mas
desarrollado del mundo (desde el punto de vista capitalista) porque
ya es el que tiene las empresas más automatizadas, mayor crecimiento
del PIB, y mayor paro y precariedad en todo el mundo.
Mirando a China
podemos ver como será, en muy pocos lustros, el capitalismo global
de todo el planeta Tierra, si no es que antes no ha saltado todo por
lo aires en una crisis final. Puede que al capitalismo no le hunda
“una lucha final”, como dice la letra del himno de la
Internacional, sino más bien una crisis final. O sea, una muerte
natural por atracón.
Y
pasemos a ver este caso de china a partir de una noticia muy
indicativa, una entrevista que le hizo EFE a un alto directivo de la
empresa iPhone:
“La
fabricante del iPhone quiere sustituir a un millón de empleados por
robots.[…] El plan se desarrolla en tres fases y el objetivo final
es la automatización completa, dijo Day Chia-peng, director general
del comité de desarrollo de tecnología de automatización de
Foxconn, según informa este jueves la agencia taiwanesa CNA.
La
primera fase consiste en crear puestos de trabajo automatizados para
las tareas peligrosas o que los empleados no quieren o no les
interesa realizar […] la segunda fase automatiza líneas de
ensamblaje completas y la tercera robotiza completamente la
fábrica.[…]
Foxconn
planea fábricas totalmente automatizadas en Chengdu, suroeste de
China, para la producción de tabletas, y en Chongqing, también en
el suroeste de China, para producir ordenadores todo en uno. El grupo
Foxconn ya cuenta con más de 40.000 robots industriales “Foxbot”
en sus fábricas y planea añadir unos 10.000 robots más anuales.1
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