Vivimos tiempos en los cuales la única religión verdadera es la fe en el Progreso, el Dios de esta religión es el Libre Mercado, y los dioses menores podrían ser la ciencia, la democracia, el crédito, el consumo, el automóvil privado...
El gran dogma de esta religión es el crecimiento continuo donde el milagro de la religión cristiana de la multiplicación de los panes y los peces parece ‘pecata minuta’ ante la adoración al gran ídolo de la economía global.
Aunque esta religión tiene, también, su gran misterio. ¿Cómo ha sido posible este crecimiento exponencial durante un periodo tan corto de tiempo?
La personas que manejan ‘el gran capital’ (es decir unas pocas familias en el mundo), no son ajenas a la nueva religión. Sus empresas multinacionales, sus consorcios financieros, sus emporios mediáticos... tienen un objetivo: la acumulación del capital.
Pero, han sido los pensadores neoliberales los grandes sacerdotes de esta nueva religión, y estos tienen una fe total en el modelo que han creado.
En la medida en que los intereses de los sacerdotes y el gran capital confluyen; los nuevos valores de las clases hegemónicas pasan a formar parte del imaginario colectivo. Se crea así una estructura económico-política-social de la cual todos formamos parte y de la cual no podemos salir, pues fuera de la nueva religión sólo existe la condena eterna.
Sí, la Santísima Trinidad es la que mueve el mundo: el petróleo, el gas natural y el carbón. Sin embargo, ésta es una verdad efímera.
0 comentarios:
Publicar un comentario