Marga Mediavilla - Última Llamada
En los últimos meses si la política española se ha
destacado por algo, ha sido por sus casos de corrupción. Algunos parecen
derivados de la política de décadas pasadas, pero otros se dirigen
claramente hacia formaciones nuevas y tienen toda la apariencia de ser
un simple uso de la justicia para atacar a oponentes políticos, y de ese
modo generalizar la idea de que “todos son iguales”, también los
“pequeños” o los “alternativos al bipartidismo”. Pocas veces la opinión
pública tiene el suficiente sentido común o se toma el tiempo necesario
para distinguir los errores de gestión de los casos graves que orientan
millones de euros de inversión pública hacia los intereses de los
corruptores y que suponen el enriquecimiento ilícito de los corruptos.
Uno de los casos más alarmantes de este abuso de la justicia ha tenido
lugar en un pequeño pueblo de Extremadura y, desgraciadamente, ha pasado
desapercibido a pesar de su gravedad. Se trata del municipio de
Carcaboso, en Cáceres. Su alcalde ha sido condenado a
nueve años de inhabilitación por un delito de prevaricación
administrativa y ahora se enfrenta a una condena de hasta tres años de
cárcel. El caso resulta más triste todavía por el hecho de que el
encausado es un joven alcalde de un partido minoritario (Prex-Crex) que
ha intentado paliar el desempleo de su pueblo con innovadoras
iniciativas, convirtiéndolo en un referente nacional de agricultura
ecológica y de creación de empresas de economía social y cooperativa.
Alberto Cañedo, fue elegido en dos ocasiones alcalde de
Carcaboso, pueblo de 1300 habitantes con una economía fuertemente
orientada hacia el sector de la construcción y que ha sufrido
especialmente su burbuja. Cañedo intentó paliar el desempleo de sus
vecinos poniendo en práctica ideas de los movimientos sociales
internacionales más innovadores. Comenzó cediendo terrenos municipales
en desuso para la implantación de iniciativas de producción de alimentos
ecológicos, poco después creó cooperativas elaboradoras y
comercializadoras de productos del campo, un banco de tierras,
gallineros comunitarios, un centro agroecológico demostrativo para
formación y experimentación, jardines comestibles, ejemplos de
bioconstrucción, y huertos escolares. Todas estas iniciativas hicieron
que Carcaboso empezase a ser conocido a nivel nacional como un municipio
puntero en temas de agroecología y en 2011 consiguió el Premio CONAMA a
la sostenibilidad en pequeños y medianos municipios.
Estas ideas innovadoras intentaron responder, no sólo al desempleo,
sino también a la enorme insostenibilidad global de nuestra sociedad a
base de revalorizar la cultura campesina, crear comunidad y fomentar una
economía resiliente frente al pico del petróleo. Pero en la Extremadura
rural de Carcaboso todas estas cosas chocaron contra una política
anclada en el pasado y con un bipartidismo que no se deja arrebatar el
control tan fácilmente.
El equipo del PSOE en la
oposición reaccionó ante la pérdida del poder saturando de solicitudes
de información al Ayuntamiento. Entre los años 2007 y 2009 emitió 700
escritos que consiguieron paralizar el Ayuntamiento y, al no ser
contestados a tiempo, dieron pie a una demanda contra el alcalde por
negarse a facilitar la documentación requerida. El Juzgado de lo Penal
de Plasencia consideró al alcalde autor de un delito continuado de
prevaricación administrativa y le condenó a nueve años de
inhabilitación, fallo que ratificó la Audiencia Provincial de Cáceres.
La misma pena, por hechos similares, había recaído unos años antes sobre
el anterior alcalde de SIEx, José María Sánchez Navarro, gracias al
mismo procedimiento.
Pero el problema no se ha
detenido ahí, ya que, en estos momentos, Alberto Cañedo se enfrenta a un
nuevo proceso judicial en el que se piden hasta 3 años de cárcel por la
concesión de unas licencias de ocupación. Este nuevo proceso se debe a
un error de gestión del Ayuntamiento, pero está muy lejos de ser un
intento de enriquecimiento ilícito, y contrasta fuertemente con casos de
corrupción que involucran millones de euros, como los de la trama
Gürtel, y para los que en algunos supuestos se están pidiendo penas
similares.
Actualmente Alberto Cañado ha emprendido
una campaña de recogida de apoyos para llevar su caso al Tribunal
Europeo de los Derechos Humanos. Mientras, en Carcaboso, cunde el
desánimo y el miedo, ¿cómo puede alguien intentar hacer una política
diferente en estas condiciones?
Estamos en crisis,
nos enfrentamos al descenso energético y a un siglo XXI tremendamente
complicado, y much@s pensamos que nuestras frágiles sociedades basadas
en la energía del petróleo pueden colapsar. A pesar de todo, las
soluciones existen y están al alcance de nuestras manos. Sabemos cómo
cultivar la tierra de otra manera, sabemos cómo construir de otra
manera, movernos de otra manera, y crear empleo en comunidades que se
organicen de otra manera. El problema es que todas estas soluciones, que
conocemos desde hace décadas, no se aplican porque existe una inmensa
inercia política y unas élites que se resisten a perder el poder y se
dedican a estrangular cualquier amago de transición.
Solo podemos esperar que el caso del alcalde de Carcaboso nos sirva de
aviso, y que tanto las iniciativas de transición como los partidos
alternativos que en estos momentos quieren cambiar la realidad española
no acaben siendo víctimas mortales de este tipo de maquinaciones.
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