Luis Gabriel Urquieta - Mundo verde
El economista francés, Serge Latouche, es la cabeza más visible de uno de los movimientos ambientalistas más congruentes y de mayor repercusión global: el decrecimiento, cuyo objetivo central implica sobreponerse al anhelo consumista e individualista de un sistema económico basado en el crecimiento ilimitado, para dar pie a una sociedad menos materialista, más solidaria, más autosuficiente y menos alienada al trabajo.
Las ideas que engloban el movimiento por el Decrecimiento, encuentran innumerables precursores, como bien podrían ser Henri David Thoreau, Mahatma Gandhi, Lev Tolstói, Iván Illich, entre muchos otros que, a lo largo de su vida, replantearon el significado de su existencia, en la búsqueda de construir una sociedad cimentada en la simplicidad voluntaria y la autosuficiencia.
Latouche, profesor de la Université de Paris-Sud, conceptualizó la palabra “Decrecimiento” en 2001, como respuesta al concepto de “Desarrollo Sustentable”, el cual comenzaba a ser ampliamente utilizado por economistas, empresarios y políticos como una “responsable” consideración ambiental vinculada al crecimiento económico.
Para el pensador francés, el concepto de “desarrollo sustentable” es simplemente un sinsentido que entrelaza dos ideas antagónicas e irreconciliables. El desarrollo entendido como crecimiento económico en un planeta de recursos finitos es por lógica insostenible, más si se considera que la población humana continúa y continuará creciendo. Por tal motivo, era necesario crear un nuevo concepto que reorientara el debate hacia el verdadero problema ambiental: la falsa concepción del crecimiento ilimitado.
La idea del crecimiento económico, considera Latouche, se transformó en el siglo XX en una religión, con dogmas que los gobiernos, teóricamente democráticos, pero cada vez más sometidos a una oligarquía económica y financiera, no han sido capaces, aún en sus discursos más progresistas, de eliminar o criticar abiertamente.
El concepto de crecimiento, explica Latouche, fue tomado de la biología evolutiva. “Una semilla que se siembra, germina y crece”. Todos los seres vivos crecen, no obstante, irremediablemente, todos llegarán a morir. Sin embargo, pensar en un crecimiento económico ilimitado, sintetizado en una metáfora, es como si hubiéramos tomado una bicicleta y no pudiéramos dejar de pedalear jamás, aunque por propia naturaleza, ya en el camino, vayamos perdiendo toda la energía y estemos llegando a una fatiga mortal.
Las ideas de crecimiento y desarrollo han sido asimiladas por el grueso de la población como un culto religioso con sus propios rituales consumistas, sin embargo la felicidad y la plenitud personal no están intrínsecamente relacionadas a la acumulación infinita de bienes materiales. Por el contrario, cuando la obsesión por acumular riqueza aumenta, se genera una ilusión de superioridad y arrogancia que fractura el tejido social. Se premia al individualismo y la competitividad, en vez de construir relaciones humanas comunitarias y solidarias.
La mayoría de los medios de comunicación, cuyo objetivo principal es generar ganancias económicas, tienden a vender espacios de publicidad y promover mayor consumo. Por ello, la mayor parte de la información que recibimos conlleva de manera explícita a una sobresaturación de oferta de productos que, en la mayoría de los casos, son innecesarios. Esta tendencia alienante, sugiere Latouche, debe ser quebrantada por lo que denomina descolonización del imaginario (decoloniser l’imaginaire) , que implica romper con el fetichismo consumista, para dar pie a una vida basada en la simplicidad voluntaria, reducir la prioridad del dinero en nuestras vidas y con ello disminuir los horarios asfixiantes de trabajo, vivir mejor en comunidad, incentivar el arte y propiciar mecanismos de colaboración para construir sociedades de mayor autosuficiencia y menor impacto ambiental.
Latouche escogió la palabra decrecimiento para provocar, para despertar conciencias. “Había que salir de la religión del crecimiento”. En un mundo dominado por los medios, explica, “no se puede uno limitar a construir una teoría sólida, seria y racional; hay que tener un eslogan, hay que lanzar una teoría como se lanza un nuevo lavavajillas”.
Por ahora, el Decrecimiento continúa siendo una propuesta incómoda y poco difundida en los medios de comunicación. En un mundo dominado por el capital, ideas como Desarrollo Sustentable y Crecimiento Verde seguirán acaparando las noticias con matices ambientales; no obstante, cada vez son más los individuos que observan con cautela el insoslayable deterioro que sufre el planeta y encuentran conclusiones afines a la postura humanista y congruente que Latouche ha pregonado.
No me extraña que los medios de comunicación no difundan el decrecimiento si ellos mismos están basados en el crecimiento y financiados por una publicidad que tiene como fin hacernos consumir más y más
ResponderEliminarUn abrazo
j
Hola unsui:
ResponderEliminarPor eso creo que es interesante que los movimientos alternativos tengan medios de expresión propios, porque los medios de comunicación convencionales intentarán servir a sus dueños.
Una visión lógica y real que permite a los seres humanos des alienarse y proteger y cuidar el planeta. Excelente
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