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A vueltas con el término «Decrecimiento» como palabra aislada y absoluta

Julio García Camarero - 15/15\15

Cada vez se habla más del decrecimiento, pero nadie, ni los propios autores de la literatura decrecentista, tienen del todo claro en qué consiste. El mismísimo Serge Latouche declara que el decrecimiento no es más que una “palabra bomba”. Pero no, en mi parecer, el decrecimiento es algo mucho más complejo que eso, pese a que muchos lo nieguen, el decrecimiento es una teoría. Aunque no solo una teoría, fundamentalmente es otra forma muy distinta de vivir.

También mi admirado Carlos Taibo, en un reciente artículo, se cuestiona el significado del término decrecimiento, partiendo de “…tres circunstancias: vivimos por encima de nuestras posibilidades, es urgente cortar emisiones que dañan peligrosamente el medio y, en fin, empiezan a faltar materias primas vitales”. 

De acuerdo con la existencia de esas tres circunstancias, pero con respecto a la primera de ellas cabe decir: Sí, pero hay unos que viven más por encima que otros. Y los primeros deben pasar a ser austeros; y los otros también tiene que ser austeros, pero ello gracias a que consigan abandonar su actual situación de miseria sub-consumidora (impuesta y a unos niveles muy inferiores a una digna austeridad). Sí, algunos deberán empezar a consumir mucho menos, a abandonar por completo el consumismo y las seudo-necesidades, también deberán producir menos. Pero los otros deberán pasar del sub-consumo crítico al consumo responsable y dignamente austero.

Y estoy al 100% de acuerdo con Carlos en cuanto a lo que defiende. Dicho sea de paso, no parece que sea distinto lo que corresponde afirmar del vocablo acrecimiento (aunque sea una propuesta también del propio Latouche), que más bien parece invocar la conveniencia de dejar, sin más, las cosas como están.

Por otra parte pienso que el rechazo de la mayoría de la gente al término decrecimiento sería mucho menor si consiguiéramos que las personas de a pie llegaran a entender dos cosas fundamentales:

  1. Que el crecimiento conseguido con el consumismo-productivismo, no es, como nos repiten, el camino de la felicidad, sino más bien al contrario es un foco de insatisfacción consumista y en consecuencia de infelicidad. Por el contrario, si eliminamos este foco (el crecimiento) nos resultará más factible llegar a la felicidad. Esta idea es la que defendemos Maurizio Pallante y yo mismo y que la denominamos decrecimiento feliz. También pensamos que para lograr un decrecimiento feliz habrá que perse­guir una austeridad en bienes materiales, pero una abundancia en bienes relaciónales entre las personas, y una auto producción sobre todo de alimentos de ciclo cerrado de MO. Esta será la verdadera salida y la vía hacia una felicidad desligada de toda adicción infeliz relacionada con el consumismo, sobre todo del abundante seudo-solvente, que causa insatisfacción e infelicidad cons­tantes.
  2. Se vería menos negativo el término decrecimiento si nos detuviéramos a ver que en realidad existen dos decrecimientos: el decrecimiento feliz que acabo de describir someramente… y el decrecimiento infeliz, sufrido por el 99% de la población y que generado por una oligarquía crecentista del 1%. con su constante aumento de la explotación de las personas: precariedad, los recortes, la verdadera esclavitud en la que estamos cayendo, el paro, los desahucios, etc. y también la cada vez mas agotadora explotación de los recursos planetarios.
Además, el decrecimiento infeliz, viene a coincidir simultáneamente con el crecimiento del PIB, ya que este crecimiento se obtiene de la explotación de los que sufren el decrecimiento infeliz.

Casi todo el mundo, a causa del chip consumista-crecentista (insistentemente repetido por el Poder Mediático) como acto reflejo, adora el crecimiento y está convencido de una gran mentira: que el crecimiento es el único camino hacia el progreso y la felicidad. Y, lo que es más falso aún, que sea la única forma de poder crear puestos de trabajo. Por ejemplo, recientemente, salía a la luz la noticia de que una empresa de la China (nación campeona mundial del crecimiento con tasas que sobrepasan frecuentemente el 8%), la fabricante del iPhone, que por haber crecido demasiado, tenía la posibilidad de realizar un ERE de expulsión de golpe de un millón de emplea­dos que serán sustituidos por robots.

Para evitar este confusionismo, la solución no puede ser abandonar la palabra decrecimiento. La solución es hacer un esfuerzo didáctico y de aclaración, poniendo la abso­luta y ambigua palabra decrecimiento en conexión con su entorno, añadiéndole las palabras complemen­to que especifiquen en primer lugar, que se trata de decrecimiento econó­mico y, en segundo lugar, de un decrecimiento feliz, haciendo ver a su vez que el decrecimiento infeliz tam­bién existe.

Casdeiro

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