Alejandro Ávila - eldiario.es Andalucía
Renacer antes de que sea demasiado tarde.
Cambiar la economía del crecimiento sin crecimiento por la del
decrecimiento. El catedrático francés Serge Latouche lleva más de una década defendiendo su utopía.
Filósofo y economista, sabe que las ideas han de venderse como
cualquier otro bien de consumo: con un buen eslogan y un mensaje
contundente.
Latouche desgrana tanto los síntomas de
una sociedad en declive, como los ingredientes de su antídoto, el
decrecimiento. Para Latouche, una sociedad de crecimiento sin crecimiento
"lleva al paro y la falta de financiación para aquellas cosas que
proporcionan un mínimo de bienestar como son la cultura, el
medioambiente o la sanidad". Es como un ciclista que no pedalea.
Sin academicismos, Latouche ha subrayado que, como bien
se sabe en España, el sistema ha vivido una época de "crecimiento
ficticio basado en la especulación". Según el profesor emérito de la
Universidad de París Sud, la felicidad y el Producto Interior Bruto
(PIB) son términos reñidos.
"Las sociedades desiguales no generan felicidad"
"El sistema no hace que las personas sean felices. Las sociedades
desiguales no generan la felicidad, ya que ni siquiera los ricos son
felices en sociedades desiguales", explica. "En los países más felices
no se producen muchos coches, pero sí alegría de vivir", bromea el
catedrático refiriéndose a países como Costa Rica, la Republica
Dominicana o Jamaica.
Latouche considera una falacia
tanto la idea de crecimiento como la de desarrollo sostenible, ya que ve
imposible producir, consumir, explotar los recursos y contaminar de
manera ilimitada. Según el erudito, el sistema está engrasado por la "triada infernal": la publicidad, los bancos y la obsolescencia programada. Una sociedad así, apostilla, "no es sostenible ni deseable".
El filósofo francés prefiere hablar de hundimiento antes que de crisis
para referirse a una sexta extinción de las especies que avanza a "una
velocidad aterradora" y tendrá como una de sus principales víctimas al
ser humano. "El drama es que no creemos en lo que sabemos y, por tanto,
no hacemos nada. Los 140 jefes de gobierno que se van a reunir en Paris lo saben y no van a hacer nada", en referencia a la Cumbre del Clima de París.
El autor de Pequeño tratado del decrecimiento sereno o La sociedad de la abundancia frugal
cree que la única posibilidad que tiene la humanidad de sobrevivir ante
dicha catástrofe es el decrecimiento basado en "la frugalidad y la
autolimitación". Sería una revolución basada en el "círculo virtuoso" de
las ocho erres: reevaluar, reconceptualizar, reestructurar, reubicar, redistribuir, reducir, reutilizar y reciclar.
"Debemos ser buenos jardineros, recuperar el sentido de los límites y
de nuestra relación con el medio ambiente para ver que hay riqueza más
allá de la económica", destaca. Se trata de " revisar el concepto de escasez.
La naturaleza no es escasa, sino fecunda, pero se vuelve escasa cuando,
por ejemplo, creamos organismos modificados genéticamente que no se
pueden regenerar".
Programa reformista
A eso,
explica, hay que añadir la reducción del exceso de consumo y reutilizar
o reciclar lo que no se pueda utilizar. Latouche recalca que no se
trata de un programa, sino de un proyecto o un horizonte que dé sentido a
proyectos políticos y que ya propuso, como programa reformista, en las
elecciones presidenciales francesas de 2007.
En su
programa de diez puntos, Latouche invitó a los candidatos a apostar por
una huella ecológica sostenible, reducir el transporte con ecotasas,
relocalizar las actividades económicas, restaurar una agricultura
productiva pero ecológica, reducir el tiempo de trabajo, invertir en "bienes relacionales"
como el amor, la amistad o el conocimiento, reducir el derroche de
energía y los espacios publicitarios, reorientar la investigación
tecnocientífica y recuperar la gestión pública del dinero.
De todas esas medidas, la reducción de la jornada laboral es una de las
más polémicas. El filósofo cree que "hay que reducir drásticamente las
horas de trabajo". Rebate así el lema del expresidente francés, Nicolas
Sarkozy, que defendía que había que "trabajar más para ganar más".
"Tenemos mucha gente sin trabajo y mucha gente que trabaja más para
ganar menos. Si uno trabaja más, aumenta la oferta y como la demanda no
lo hace, hunde la ley de la oferta y la demanda. Es decir, si se trabaja más, se gana menos. Yo reprocho a los economistas de mi país que no hayan bajado a la arena a denunciar aquel eslogan presidencial", sentencia.
Latouche ve difícil que la sociedad se lance a cambiar el estado de las
cosas antes de que se produzca este hundimiento. "Todo el mundo querría
que el mundo fuera menos bárbaro, pero no tenemos el valor de cambiar el rumbo.
La gente, manipulada por la publicidad y la propaganda, no quiere
cambiar sus hábitos", subraya. En esa valentía de cambiar las cosas está
la solución, asegura, de la lucha contra el paro, la pobreza extrema y
la proliferación del terrorismo.
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