Entrevista a Yayo Herrero en Rebelión por Salvador López Arnal
Permíteme tomar pie en un reciente artículo tuyo publicado en Pueblos, escrito al alimón con Luis González Reyes, que lleva por título: “Decrecimiento justo o barbarie”. ¿Qué significa decrecimiento justo? ¿No todo decrecimiento es justo?
Reducir la esfera material de la economía no es una opción. Los propios límites del planeta (agotamiento de recursos no renovables, saturación de sumideros, disminución de los suelos fértiles, alteración de los ciclos y las dinámicas de regulación, etc.) van a obligar a ello. La reacomodación a una esfera material más pequeña puede hacerse mediante criterios ecofascistas, es decir, una parte cada vez más pequeña despilfarra y sobreconsume energía, suelo, agua pesca o materiales, mientras que la cantidad de “excluidos ambientales” es cada vez mayor. El decrecimiento justo hace referencia a un proceso planificado de redistribución y reparto de lo que proporciona la naturaleza a la vez que este proceso se construye de forma coherente a los límites físicos de la biosfera.
¿Por qué consideras que nuestra sociedad es una sociedad del exceso? Numerosos sectores sociales con tienen mucho margen de maniobra y su consumo no es ni muchos menos elevado.
Yo creo que la humanidad en su conjunto no tiene margen de maniobra. La biocapacidad global del planeta ha sido superada. En las sociedades ricas el consumo material supera con mucho la capacidad de sus propios territorios. Es obvio que existe un componente de clase fundamental y las personas más ricas tienen que ser obligadas a disminuir de una forma importante su consumo material, pero me parece importante tener en cuenta que muchas personas que no se perciben a sí mismas como ricas presentan unos consumos materiales insostenibles.
La clave está en pensar si esos consumos son extendibles al conjunto de la población humana. Si no lo son, no son derechos sino privilegios. ¿Podría toda la población del planeta tener coche particular? ¿Podrían comer carne cuatro días por semana todos los seres humanos? Si esos consumos son físicamente imposibles, entonces tener coche particular o comer carne cuatro días por semana son privilegios que se mantienen a costa de otras personas y otro territorios.
Reducir con equidad esos consumos materiales es una cuestión de justicia en un medio físico limitado. La posibilidad de hacer crecer la producción material ilimitadamente en un medio físicamente limitado es uno de los muchos mitos de la economía capitalista que tristemente ha colonizado el imaginario de muchas personas de izquierdas.
Permíteme tomar pie en un reciente artículo tuyo publicado en Pueblos, escrito al alimón con Luis González Reyes, que lleva por título: “Decrecimiento justo o barbarie”. ¿Qué significa decrecimiento justo? ¿No todo decrecimiento es justo?
Reducir la esfera material de la economía no es una opción. Los propios límites del planeta (agotamiento de recursos no renovables, saturación de sumideros, disminución de los suelos fértiles, alteración de los ciclos y las dinámicas de regulación, etc.) van a obligar a ello. La reacomodación a una esfera material más pequeña puede hacerse mediante criterios ecofascistas, es decir, una parte cada vez más pequeña despilfarra y sobreconsume energía, suelo, agua pesca o materiales, mientras que la cantidad de “excluidos ambientales” es cada vez mayor. El decrecimiento justo hace referencia a un proceso planificado de redistribución y reparto de lo que proporciona la naturaleza a la vez que este proceso se construye de forma coherente a los límites físicos de la biosfera.
¿Por qué consideras que nuestra sociedad es una sociedad del exceso? Numerosos sectores sociales con tienen mucho margen de maniobra y su consumo no es ni muchos menos elevado.
Yo creo que la humanidad en su conjunto no tiene margen de maniobra. La biocapacidad global del planeta ha sido superada. En las sociedades ricas el consumo material supera con mucho la capacidad de sus propios territorios. Es obvio que existe un componente de clase fundamental y las personas más ricas tienen que ser obligadas a disminuir de una forma importante su consumo material, pero me parece importante tener en cuenta que muchas personas que no se perciben a sí mismas como ricas presentan unos consumos materiales insostenibles.
La clave está en pensar si esos consumos son extendibles al conjunto de la población humana. Si no lo son, no son derechos sino privilegios. ¿Podría toda la población del planeta tener coche particular? ¿Podrían comer carne cuatro días por semana todos los seres humanos? Si esos consumos son físicamente imposibles, entonces tener coche particular o comer carne cuatro días por semana son privilegios que se mantienen a costa de otras personas y otro territorios.
Reducir con equidad esos consumos materiales es una cuestión de justicia en un medio físico limitado. La posibilidad de hacer crecer la producción material ilimitadamente en un medio físicamente limitado es uno de los muchos mitos de la economía capitalista que tristemente ha colonizado el imaginario de muchas personas de izquierdas.