Can-Men - El blog alternativo
Las amigas, la comprensión, los abrazos y la empatía curan en cualquier circunstancia de la Vida, pero es en la maternidad reciente cuando cobran una trascendencia especial. Antiguamente y con una organización social diferente, la comunidad entera mimaba a la mujer para que ésta pudiera dedicarse plenamente al cuidado de su bebé y la sabiduría ancestral de la lactancia y crianza se transmitía fielmente de generación en generación, de mujer a mujer, al igual que las nanas.
En el mundo moderno y acelerado de familias cada vez más pequeñas, las mujeres solemos acceder a la maternidad sin aprendizaje social, con falsas expectativas en la mente y solas, y con estos ingredientes la crianza se vive con mayor dificultad.
El mejor antídoto para esta situación es un grupo de iguales, amigas en situación similar con las que compartir alegrías, penas, vivencias y teorías. Amigas que equivalen a la idílica tribu necesaria para criar a un niño.
Y cuando no tengamos la dicha de tener esas amigas cerca, podemos recurrir a las diferentes redes de madres y padres y a los foros de crianza en internet que también realizan una excelente labor de apoyo a las familias con su experiencia, información de alta calidad y cobijo.
Publicamos esta breve artículo de la socióloga Cristina Sánchez Miret aparecido en La Vanguardia el 3-5-2009 que trata sobre amistad y crianza y con el que me identifico plenamente porque yo también encontré un bálsamo y un oasis en los frecuentes encuentros con las amigas del curso de preparación al parto que realicé en Titania-Tascó.
Cristina, Maite, Eva, Ana, Berta y Marta fueron mis salvavidas, mi tila y mi chocolate. Y todas ellas son en el fondo co-responsables de que este blog exista porque de mi maternidad y puerperio surgió una mujer diferente.
Gracias a todas ellas y a la autora de este texto que tan bien expresa estas experiencias:
DOULAS
Cuando nació mi hijo -de hecho, antes- hice nuevas amistades. Empezamos unas cuantas futuras madres, que coincidimos en el curso de preparación para el parto, una relación que todavía dura -aunque de otra forma-, y que fue crucial -me doy cuenta de ello al escribir este artículo- y muy intensa en el primer año de vida de nuestros hijos. Sin planearlo, y a pesar de ser todas muy distintas y no vivir demasiado cerca, pasamos a estar en contacto -como mínimo telefónico, pero muy a menudo en reunión plenaria- a diario.
Nos encontrábamos para hablar. De hecho no lo verbalizábamos así, pero lo único que hacíamos y necesitábamos era hablar. Mientras dábamos de comer o cambiábamos o poníamos a dormir o paseábamos a los bebés, nos contábamos cómo lo hacíamos en nuestro día a día y qué nos pasaba y cómo nos sentíamos.
Nos escuchábamos y opinábamos, sin parar, sobre esto y aquello y lo de más allá en referencia a nosotras, nuestros hijos, nuestras parejas, nuestros pediatras, nuestras familias extensas, los dientes, el dormir, el comer, el peso, y una lista infinita de cosas relacionadas con la nueva situación que vivíamos, que compartidas abrumaban menos. Cosas que no necesitan de conocimiento experto sino de vivencia, cosas que más que consejo necesitan espejo.
Nos acompañamos en los primeros pasos de la maternidad, que es la tarea de las doulas -mujeres encargadas de ayudar y aconsejar en el proceso-, un nombre todavía extraño a nuestros oídos aunque hace referencia a algo muy antiguo y que es una actividad que ahora se está recuperando con fuerza porque más que nunca las mujeres han crecido sin más experiencia de maternidad vivida que la de ser hijas y eso no basta; o, como mínimo, hace mucho más difícil el proceso de criar, aunque se cuente con la inestimable ayuda de las madres -y a la vez abuelas- de la criatura.
En nuestro caso nos hicimos de doulas unas a otras sin saberlo. Les doy las gracias por ese acompañamiento desde aquí a ellas y a todas las mujeres -seguramente madres, pero no necesariamente- con las que comparto -o he compartido- y con las que sé que compartiré -aunque a algunas de ellas todavía ni las conozco- mis experiencias como madre, mis alegrías y mis disgustos, mis dudas, mis expectativas, mis planes…
Cristina Sánchez Miret
Foto: Cuadro “Tres embarazadas” del pintor hondureño Carlos Andino
Las amigas y la crianza
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