Baudrillard subraya la reversibilidad de valores universales como el humanitarismo, la democracia, la libertad de expresión y la información a nivel global, que ya muestran sus formas opresivas. Por ejemplo, el ‘Orden Sentimental’ no permite condenar, lavar, expiar satisfactoriamente la explotación por parte de Occidente de lo que alguna vez se llamó ‘Tercer Mundo’.
De hecho, lo más relevante de relevante, es la actual explotación moral y sentimental de la ‘pobreza’, la ‘caridad caníbal’. Intercambiamos piedad y compasión por el espectáculo de la pauperización de otros. Según Baudrillard esta es una nueva fuente de energía que trata al ‘Cuarto Mundo’ (las regiones sometidas del hemisferio sur) como un residuo, a fin de permitirle a Occidente que se absuelva y lave sus culpas. A esto le siguen solidaridad internacional, intromisión humanitaria y protección chupasangre.
Baudrillard observa sardónicamente que, dado que los problemas fueron inicialmente ocasionados por Occidente, es justo que saquemos provecho de ellos. Efectivamente las catástrofes son nuestra droga, y los países pobres las proveen (a ambas) en gran cantidad.
De este modo, posponemos la crisis y, gracias a la ayuda de los medios, vivimos de un canibalismo catastrófico y lo perpetuamos moralmente por medio de la ayuda humanitaria. Esta producción de la realidad global se asemeja a la manera en que la asistencia económica sostiene el subdesarrollo. En ambos casos se asegura la continuidad de la catástrofe.
"Profesar la catástrofe es increíblemente banal. La actitud más original consiste en suponer que esta ya ha ocurrido."
Para saber más: Baudrillard y el milenio. Christopher Horrocks.
Baudrillard: Caridad caníbal
julio 05, 2018
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