Manuel Casal Lodeiro - Colectivo Burbuja
Recientemente Vicenç Navarro, economista de la Pompeu Fabra y
reconocido oponente de las ideas del Decrecimiento, nos retaba a la
gente decrecentista a explicar qué medidas tomaríamos si fuésemos
ministros de Economía (véase el turno de preguntas de su intervención del 27/05/17 en el seminario “Petróleo”
organizado por el MACBA). Aunque no creo que tengamos una obligación ni
una responsabilidad a la hora de justificar nuestras propuestas
comparables a la de alguien que ha aportado sus ideas para la política
económica de una formación con opciones de entrar en un gobierno estatal
(Podemos), quisiera recoger el guante lanzado y tratar de darle mi
respuesta dándome por implícitamente aludido.
En primer lugar habría que aclarar que las medidas de un ministro o
ministra debieran ser, lógicamente, las coherentes con la política
general del gobierno del que formase parte, y esta, a su vez, basada en
las propuestas hechas a la ciudadanía que eligió dicho gobierno con sus
votos. Por tanto, desarrollando mínimamente esta obviedad, si la persona
al cargo de un ministerio cualquiera va a aplicar medidas
decrecentistas, será en todo caso, dentro de un gobierno decrecentista
que haya logrado el apoyo en las urnas para un proyecto decrecentista. Esto, aunque no se lo parezca al Sr. Navarro y a la mayoría de las izquierdas, no es algo tan inverosímil, a la luz del estudio publicado el pasado año por investigadores de la UAB
y que apuntaba a que más de un tercio de la población española podría
estar a favor de un proyecto no ya decrecentista, pero sí al menos acrecentista, que para el caso nos sirve igualmente como apoyo a la factibilidad de un gobierno que arrojase la crecimientomanía a la papelera de la Historia.
Así pues, me permito modificar aclarativamente los términos de la
pregunta de Navarro de la siguiente manera: “¿Qué medidas adoptaría un gobierno decrecentista?” Dado que soy de la opinión de que solamente un gobierno del pueblo
es digno de ser calificado de “democrático”, la primera medida debería
ser un referéndum para lograr el apoyo expreso de la ciudadanía a un
proyecto decrecentista mediante su decisión directa. Esto permitiría no
sólo legitimar doblemente dichas políticas (por la victoria en las
elecciones generales + la victoria en el referéndum), sino que
deslegitimaría cualquier posible contramedida que un futuro gobierno
partidario de insistir en el crecimiento económico quisiese imponer. Por
supuesto a este referéndum debería llegarse tras una fase previa (que
debiera comenzar —con menos medios, claro está— mucho antes de la
llegada de tal partido decrecentista al gobierno) de explicación a la
sociedad de la necesidad del Decrecimiento, de las indeseables o
imposibles alternativas al mismo, y de las nuevas prioridades sociales,
políticas y económicas que vendrían a sustituir a la obsesión por el
crecimiento del PIB (una buena vida, la satisfacción asegurada de las
necesidades básicas, un futuro digno para nuestros hijos y nietos,
etc.). Dicha fase de comunicación y debate social podría extenderse a lo
largo de todo un año, durante el cual tendríamos, por ejemplo, la
ocasión de ver en la TV pública los principales documentales acerca de
la cuestión (tanto los que diagnostican la crisis ecosocial como los que
presentan alternativas inspiradoras ajenas al crecimiento), series de
ficción que ayudasen a crear un nuevo imaginario poscrecentista,
programas realizados por los propios colectivos sociales, debates
abiertos a la máxima pluralidad posible de posturas y, gracias a ello,
tendríamos la ocasión de escuchar en prime time las voces de
gente como Herrero, Mediavilla, Prieto, Taibo, Riechmann, De Castro,
Carpintero, Turiel, Santiago, Doldán o González Reyes, y otros muchos
capaces de explicar con perfecta claridad y rigor los auténticos
términos del panorama que tenemos ante nosotros, las luces y las
sombras, las amenazas y las oportunidades que se nos abren como sociedad
en este excepcional momento histórico. Esto, junto con una amplia
participación social en todo el proceso, rompería esa “dictadura
mediática” de la que el mismo Navarro habla y crearía las condiciones
para lo que he denominado una estrategia franca ilusionante (en mi libro La izquierda ante el colapso de la civilización industrial. Apuntes para un debate urgente, La Oveja Roja, 2016).
Lo cual me lleva al segundo punto principal de mi respuesta al
profesor catalán. El hecho de que centre su reclamación de medidas en la
acción de un ministerio concreto (pese a la importancia que pueda tener
el de Economía) me hace pensar que no acaba de captar que la cuestión
del Decrecimiento —al contrario que el tipo de política al que estamos
acostumbrados— no es una cuestión sectorial ni la crisis ecosocial que
nos lleva a estas propuestas algo que se pueda abordar desde un único
ministerio, sea este el de Medioambiente (al que se nos suele remitir
cuando hacemos propuestas de abandono de los combustibles fósiles) o el
de Economía. Las actuaciones de tipo económico que hubiera que tomar
para poner en práctica una propuesta decrecentista serían inseparables
de las tomadas desde las áreas de Cultura, Medioambiente, Transportes,
Sanidad o Defensa, por ejemplo. Porque el problema que tenemos es
integral; afecta a todos los aspectos de nuestra forma de vida y de
hecho es, más que sistémico, civilizatorio. Este es otro motivo
para objetar los términos de la pregunta que se nos lanza y que
demuestra que quien la formula así, no está comprendiendo realmente el
carácter integral del problema subyacente.
Para terminar, quisiera devolverle la pregunta a Vicenç Navarro y
plantearle qué haría él como ministro de Economía cuando el agotamiento
energético —si resulta finalmente vana su fe en que la “creatividad
humana” puede “crear recursos” (véanse de nuevo sus respuestas en el
seminario “Petróleo”)— haya llegado al punto de tener que racionar los
combustibles fósiles, cuando millones de personas en las ciudades del
país se queden sin alimentos en los supermercados, cuando dejen de
funcionar los sistemas de abastecimiento de agua y saneamiento, y los
hospitales sufran apagones continuos y falta persistente de
medicamentos, y cuando todo ello suceda en un contexto de conflicto
internacional por los últimos recursos. Me gustaría saber qué haría un
economista marxista o neokeynesiano cuando la caída permanente del PIB
reduzca los ingresos del Estado de manera irreversible, porque se han
cerrado por falta de materiales y energía no sólo todas las fábricas que
los decrecentistas proponemos —para su escándalo— cerrar, sino muchas
más, y qué hará cuando las cifras de paro se doblen y tripliquen
mientras nuestros campos se dejan de cultivar por falta de gasóleo para
la maquinaria. Dado que el Sr. Navarro además de experto en economía
política y sociólogo, es médico, le sugeriría que antes de rechazar un
tratamiento alternativo se asegure de que su diagnóstico de la
enfermedad es el correcto, no sea que esté intentando tratar una úlcera
cuando lo que hay en realidad es un cáncer.
Vicenç Navarro y el Ministerio del Decrecimiento (1ª parte)
junio 10, 2017
1 comment
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Interesante reflexión Manuel.
ResponderEliminarÉs evidente que la socialdemocracia, como pata izquierda del capitalismo, no quiere ni oir hablar de decrecimiento. El propio Vicenç Navarro ya ha dicho que eso seria volver al feudalismo. Pero la realitat és imparable y cada vez más nos abocamos a un caos ambiental y climatico que nos va a lanzar de golpe a una espiral decrecentista donde el fascismo, el neoliberalismo y las fuerzas más reaccionarias lo aprovecharan para imponer su hegemonia. Por eso debemos los decrecentistas hacer piña con la izquierda y intentar que adopten las posturas decrecentistas des de la justicia social.
Quizas los decrecentistas pecamos de usar un lenguaje excesivamente mesianico y apocaliptico, y eso creo yo que es un error y deberiamos hacer autocrítica. Como lo ves tu?