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Grecia se vuelca en la autogestión

Bernardo Gutierrez - eldiario.es
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13.00 horas, Egnatia, periferia de Salónica, la segunda ciudad más importante de Grecia. Dimitris Koymatsiouli es el único guardián de la fábrica Vio.me. Su camiseta contiene un lema inequívoco: "La lucha es lo que hace dar vueltas al engranaje". Dimitris sabe que la autogestión de esta fábrica de productos de limpieza es un mito de muchos movimientos y pensadores del mundo. Desde la sala de controles, llena de emoción cada frase: "Naomi Klein estuvo aquí. Estamos en una lucha global. Lo que hagamos aquí sirve de ejemplo al mundo". Eleni Dimitriadou, la socióloga que se ofrece de traductora, hace una breve introducción sobre Vio.me: "Los dueños quisieron cerrar la fábrica en el año 2011. Tenían beneficios, pero querían aprovechar la crisis para deshacerse de los trabajadores sin pagar despidos".

Los trabajadores decidieron, según explica Dimitris, "mantener la planta en funcionamiento y sobrevivir". El proceso fue arduo. Trabas judiciales. Amenazas. "Nos les interesábamos. Entonces, la mayoría de los 45 trabajadores votaron a favor de continuar con la producción de forma auto gestionada", afirma un entusiasta Dimitris. Vio.me funciona de forma horizontal. Realizan varias asambleas a la semana, algunas abiertas a movimientos sociales y ciudadanos. Mientras muestra las naves de la fábrica, Dimitris enumera otras actividades que realizan, como performances o cine. También cita a intelectuales internacionales que les apoyan, como David Harvey o John Holloway. Al final de la charla, aparece Syriza, "la política". Pero a Dimitris no le interesa demasiado. Vio.me es su prototipo y utopia. "Somos uno, estamos juntos, es la base de todo", asegura en la despedida.

De crisis a la autoorganización

 

Autobús 15089, rumbo al centro de Salónica. Eleni Dimitriadou transforma el trayecto en una lección político social. "Grecia es el laboratorio de los mercados, de la doctrina del shock, del miedo", asegura. Eleni recuerda la Grecia olímpica, con sus flamantes infraestructuras construidas con fondos europeos. Y critica con dureza a la clase dirigente. "Preocupante es el trato dado a los inmigrantes. El ascenso de Amanecer Dorado también es terrible", matiza Eleni. Tampoco se libra Syriza, al que tilda de "otro partido más". Critica Solidarity4All, la plataforma de Syriza, por ser un espacio de cooptación política.

En el tono triste de Eleni parecen flotar los datos de la austeridad made in troika que copan los grandes medios europeos: entre 2010 y el 2014, los salarios se han reducido un 23,8%, los impuestos sobre la propiedad han aumentado un 514%, el paro juvenil roza el 60%, el número de ciudadanos excluidos del sistema de salud supera los 3 millones... Pero Eleni, como muchos griegos, sonríe cuando aflora el tupido entramado solidario en el que vive inmersa. Eleni empieza a hablar de otro país. Una Grecia social, solidaria, cooperativa. Una Grecia en red, más micro que macro. Una Grecia en pie. "El pueblo paró la privatización del agua, por ejemplo", asegura, en referencia al referéndum (ilegalizado por el Gobierno) que ayudó a parar la privatización del agua en Atenas y Salónica recomendada por la troika.

Noche cerrada. Acaba de terminar una manifestación contra la violencia de grupos ultraderechistas. La policía comenzó a usar gas. La multitud se dispersó a la carrera. El centro social Micrópolis, en el centro de Salónica, es uno de los refugios. Eleni conversa con Jeza Goudi (activista del 15M Barcelona, colaboradora del Festival de Economía Cooperativa y Solidaria de Atenas), Miki (un activista del 15M de Barcelona) y Theodoros Karyotis (vinculado a procesos de autogestión en general). "Es increíble todo lo que está ocurriendo en Grecia desde las redes de solidaridad", asegura Jeza.

Miki cita el ejemplo de la clínica autogestionada de Helleniko de Atenas, una de las 42 clínicas y farmacias autogestionadas de Grecia. "Algunas televisiones y radios públicas de Salónica siguen ocupadas y gestionadas por los propios trabajadores", matiza Miki. Jeza opina que Grecia no sobreviviría sin la autogestión: "Sin las clínicas sociales, el 35% de la gente no sabría dónde acudir ante un problema médico. Sin las asambleas de barrio y su contacto con las escuelas, no habría educación. Sin los mercados sin intermediarios, muchas familias sufrirían hambre".

Alternativas

 

El texto 'Transformando crisis en Krisis' aborda la mutación social griega de los últimos años: "Estas iniciativas emergentes han sentado las bases de una red invisible, no regulada y autónoma que se ha llamado economía solidaria y cooperativa". Grecia se vuelca en la autogestión. Sus ciudadanos se organizan sin el Estado, que les ha fallado. La plataforma Omikron Project acaba de lanzar la segunda edición de su guía 'Ouzo-Drinking Lazy Greeks? Grassroots groups in Greece'. En ella encontramos la Grecia que no aparece en los medios, cientos de proyectos que configuran una nueva sociedad en marcha.


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La Athens Wireless Metropolitan Network es una red de malla que provee internet comunitaria. La Red Solidaria de Profesores de Larisa suple los déficits educativos en dicha ciudad. Nea Guinea incentiva la autosuficiencia energética desde el  paradigma de la tecnología libre. El proyecto Telaithrion evove alrededor de la permacultura. Nuevos medios como omnia.tv tejen redes a partir de la comunicación libre. Encuentros como el Commons Fest y el Festival de Economía Solidaria y Cooperativa de Atenas visibilizan y conectan esa vibrante Grecia paralela. "La robustas redes de solidaridad y de cooperativas ayudarán a catalizar esta transición hacia los comunes", asegura a eldiario.es, Vasilis Kostakis, una de las voces griegas del procomún más respetadas.

Las imágenes de la manifestación regresan a la conversación en Micrópolis: banderas rojinegras, lemas anarquistas, puños en alto, estética negra, "No Pasarán" (en castellano). Surgen algunas preguntas. ¿Cómo se conectaron los movimientos sociales clásicos que protagonizaron la oleada de protestas de 2008 y la ocupación de la plaza Syntagma de 2011? ¿Las ocupaciones de las plazas de los Indignados griegos fueron tan influyentes como las del 15M en España? 

De Syntagma a Syriza

 

El Embros Theater de Atenas es uno de los mayores símbolos de la autogestión en Grecia. Tras años de abandono, el colectivo Kinivi Mavil ocupó este teatro público del distrito de Psiris. "Lo ocupamos tras la oleada de Syntagma, a finales de 2011, con doce días de discusiones, charlas e intervenciones", asegura Christina Thomopoulos, que trabaja con arte experimental. Christina modera una charla en el Embros que resume la pluralidad de la sociedad griega. También, la dificultad de diálogo.

El sexagenario Thomas Tsoutsos recuerda la ocupación de la plaza Syntagma con algo de desprecio. Habla de "caos", de "falta de organización", de "decepción personal". En el lado opuesto de la mesa se encuentra Xara Alexakis, una profesora de arte dramático. "A mí Syntagma me marcó. Era algo muy vivo. Había mucha gente que no tenía un pasado militante, interesada en la política", afirma Xara. Esta diferencia de posturas coincide con la conclusión de Jeza Goudi, tras un año de convivencia con activistas griegos: los movimientos sociales clásicos no se conectaron tanto con los Indignados de Sytagma. "Tienen mucha más ideologización que en la España del 15M. No hay un diálogo tan transversal. Los grupos de izquierdas que participaron en las revueltas de 2008 encuentran naives a los de 2011".

Christina Thomopoulos, mientras modera la charla informal del Embros, tampoco toca la macropolítica. Ni rastro de partidos. Apenas habla de gestión colectiva, de detalles que abren puertas. "Investigamos nuevos caminos comunitarios, la producción artística, la convivencia", afirma Christina.

Todos los caminos llevan a Exarcheia

 

En la Atenas social, todos los caminos llevan a Exarcheia, el barrio anarquista. En la terraza del centro social Nosotros, Christine Papadopoulou hace un minucioso repaso cronológico de la ocupación de Syntagma. "Fue una llamada de los Indignados españoles. Alguien en la puerta del Sol colocó un cartel tipo "silencio, que vamos a despertar a los Griegos". Y la gente se lanzó a las plazas", afirma Christine.  A partir del 25 de mayo de 2011, los griegos tomaron la plaza Syntagma de Atenas y cientos de plazas en todo el país. 100.000 personas rodearon el Parlamento, con un gran cartel en español: "Estamos despiertos. ¿Qué hora es? Es hora de que se vayan".

Christine habla de Syntagma con emoción: "Yo nunca había tenido contacto con la política. Muchos nos conocimos en  Syntagma y empezamos a hacer cosas juntos. En el inicio no había ni banderas de partidos. Poco a poco, comenzaron a llegar los infiltrados de grupos organizados". Syntagma fue un divisor de aguas. Christine comienza a enumerar alternativas que surgieron de la ocupación de Syntagma, como la Campaña Ciudadana de Auditoría de la Deuda, el Banco del Tiempo de Atenas, el Bazar de Intercambio solidario o el grupo de Democracia Directa. "El formato asamblea se expandió por barrios y ciudades. El boom de la economía solidaria es fruto de Syntagma", matiza Christine.


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Todos los caminos, todas las luchas, llevan a Exarcheia. La revolución de 1973 empezó en la universidad politécnica, en la calle Stournari. El asesinato del adolescente Alexis Grigoropoulos, que dio pie a las revueltas de 2008, ocurrió a pocos metros del centro social Nosotros. Una esquina desconchada sirve de memorial colectivo. Una fotografía recuerda a Alexis Grigoropoulos, al lado de un cartel con el rostro de Salvador Puig Antich (ejecutado por el franquismo). Durante el estallido de 2008, tras la muerte de Alexis, una frase que apareció en una pared de Atenas viralizó por el país: "Somos una imagen del futuro".

Aquella imagen del futuro fue la ocupación de Syntagma en 2011. O las protestas de diciembre de 2014, las primeras masivas de los últimos años. Para James Roos, editor de Roar Magazine, "el futuro distópico es ahora". La nueva imagen del futuro son las revueltas en solidaridad con Nikos Romanos, el preso anarquista que acaba de terminar una huelga de hambre. Pero la imagen del futuro también es pasado. El 2 de diciembre, la represión policial en Exarchia se agudizó en la entrada de la Universidad Politécnica, el lugar exacto del levantamiento estudiantil de 1973 que acabaría derrumbando al régimen de los coroneles. "Hay un sentimiento generalizado de que la nueva generación tiene que levantarse hacia el desafío de nuestros tiempos, como sus padres lo hicieron en los setenta", asegura James Roos.

Pero tal vez no sea un futuro tan distópico. Nikos Romanos ha forzado al Parlamento a concederle un régimen abierto. El Gobierno se tambalea. Los coroneles de la troika tiemblan. Syriza está más cerca del poder que nunca. Aunque tal vez la imagen del futuro que inquieta a la troika no es la de un pueblo en las calles. Es la imagen de un país volcado en la autogestión que está cocinando una atractiva narrativa que sobrepasa el neoliberalismo.

El neoliberalismo y la soledad humana: la disgregación de nuestras sociedades

George Monbiot 

Traducción:José Manuel Sío Docampo

Los cuerpos y mentes de millones de personas se están viendo afectados por trastornos mentales epidémicos. Es hora de preguntarse adónde nos dirigimos y por qué.

¿Qué mayor síntoma de fracaso puede dar un sistema que el hecho de provocar psicopatías epidémicas? Aun así, la ansiedad, el estrés, la depresión, la ansiedad social, los desórdenes alimenticios, la autoagresión y la soledad son males que afligen a las sociedades en todo el mundo. Los últimos y alarmantes datos publicados sobre la salud mental de niñas y niños británicos reflejan una situación de crisis global.


Existen múltiples razones secundarias para este desgraciado fenómeno, pero me parece que la causa subyacente es la misma en cualquier lugar: los seres humanos, en tanto que mamíferos extraordinariamente sociales y cuyos cerebros están programados para interactuar con los demás, están sufriendo un proceso de disgregación. Los cambios económicos y tecnológicos son factores fundamentales en esta cuestión, pero también lo es la ideología. A pesar de que nuestro bienestar está inseparablemente vinculado a la vida de los demás, el mensaje que se nos transmite es que la prosperidad se alcanza por medio de un individualismo extremo, competitivo y ególatra.

En el Reino Unido, hombres que han pasado toda su vida entre cuatro paredes (la escuela, la universidad, el bar o el parlamento) nos aleccionan para que uno solucione sus problemas por sí mismo. El sistema educativo se hace más brutalmente competitivo año tras año. La búsqueda de empleo es una batalla a sangre en la que lucha una multitud de personas desesperadas por un número cada vez menor de puestos de trabajo. Los nuevos carceleros de los pobres atribuyen una culpa individual a las circunstancias económicas y los interminables concursos televisivos alimentan unas esperanzas imposibles, mientras las oportunidades reales se contraen.

El consumismo suple el vacío social pero, lejos de curar el trastorno que provoca el aislamiento, intensifica la comparación social hasta el punto en que, tras haber consumido todo lo posible, nos convertimos en nuestras propias presas. Las redes sociales aproximan a las personas, al tiempo que pone distancia entre ellas al permitirles cuantificar con exactitud su posición social y comprobar que las otras personas tienen más amigos o seguidores.

Gracias a la brillante investigación de Rhiannon Lucy Cosslett, sabemos que las jóvenes suelen modificar las fotos que comparten en internet para parecer más esbeltas y delgadas. Algunos teléfonos lo hacen por sí solos gracias a los ajustes de “belleza” que incorporan. Ahora es posible que uno mismo se convierta en su propio ejemplo de delgadez a seguir (es decir, convertirse en su propio thinspiration, o como se ha dado en llamar hoy en día a las imágenes de delgadez que circulan por la red y cuya comparación con uno mismo sirve, a ciertas personas, como factor de motivación para reducir su peso). Bienvenida a la distopía post-hobbesiana: la guerra de todos contra sí mismos.
No es de extrañar, por lo tanto, teniendo en cuenta estos solitarios mundos interiores en los que el retoque fotográfico ha sustituido al contacto físico, que los trastornos psicológicos afecten de manera tan desmesurada a mujeres jóvenes. Un estudio realizado recientemente en el Reino Unido muestra que una de cada cuatro mujeres de entre 16 y 24 años se han autolesionado y que una de cada ocho padecen ahora de un trastorno de estrés postraumático. La ansiedad, la depresión, las fobias o el trastorno obsesivo-compulsivo afectan al 26 % de las mujeres comprendidas en esa franja de edad. Sin duda, estos datos revelan una situación crítica en materia de salud pública.

Si la ruptura del vínculo social no recibe una atención tan seria como una rotura de cadera es porque la primera no es tan visible. Pero los expertos de la neurociencia sí pueden percibirla. Un conjunto de fascinantes investigaciones realizadas en el Reino Unido sugieren que las aflicciones físicas y sociales se procesan a través de los mismos circuitos neuronales. Ello podría explicar por qué, en diferentes idiomas, es difícil describir el impacto de la ruptura de un vínculo social sin acudir a los términos empleados para explicar heridas o dolores físicos. Tanto en los humanos como en otros mamíferos de conducta gregaria, el contacto social reduce el dolor físico. Por eso abrazamos a nuestros hijos cuando se hacen daño: el afecto es un potente analgésico. Los opiáceos alivian tanto la agonía física como la angustia de la separación. Quizás esto explique el vínculo que existe entre la adicción a las drogas y el aislamiento social.

Una serie de experimentos, resumidos y publicados en la revista Physiology and Behaviour (Fisiología y conducta), muestra que los mamíferos de comportamiento social prefieren sufrir dolor físico y no sentirse aislados. Un grupo de monos capuchinos que hayan ayunado en soledad durante 22 horas, se reunirán con sus compañeros antes de acudir a la comida. Los niños que padecen abandono emocional, según muestran algunos estudios, sufren peores consecuencias para su salud mental que los niños que padecen tanto abandono emocional como maltrato físico (ya que, por horrible que sea, la violencia implica atención y contacto). La autolesión se ejerce a menudo como medida de alivio contra la angustia: otra señal que indica que el dolor físico no es tan malo como el emocional. De este modo, y tal como es bien sabido en las prisiones, uno de los métodos más eficaces de tortura es el régimen de aislamiento.

No resulta difícil apreciar las razones evolutivas de las aflicciones sociales. La supervivencia entre mamíferos se hace mucho más factible cuanto mayor sea el vínculo con el resto del grupo. Son los animales solitarios y marginalizados los que mayores posibilidades tienen de cazados por sus depredadores o de fallecer de hambre. Del mismo modo que el dolor físico nos protege de dañarnos físicamente, el dolor emocional nos protege del daño social. Nos impulsa a reconectar, aunque a muchas les resulte casi imposible.

No sorprende que el aislamiento social esté tan estrechamente relacionado con la depresión, el suicidio, la ansiedad, el insomnio, el miedo y la percepción de amenaza. Es más sorprendente descubrir el número de enfermedades físicas que causa o que exacerba. La demencia, la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares, los derrames cerebrales, los déficits inmunitarios o incluso los accidentes son más comunes entre personas que sufren soledad crónica. La soledad tiene un impacto sobre la salud comparable al consumo de 15 cigarrillos diarios: incrementa el riesgo de muerte prematura en un 26 %. Esto se debe, en parte, a que se incrementa la producción de la hormona del estrés, el cortisol, que suprime el sistema inmunológico.

Estudios realizados sobre animales y humanos sugieren una posible razón para la ansiedad alimenticia: el aislamiento reduce el control sobre los impulsos, lo cual conduce a la obesidad. Dado que aquellos que están en el escalón socioeconómico más bajo tiene más posibilidades de padecer soledad, ¿puede ser esta una de las explicaciones para el vínculo evidente entre el nivel económico bajo y la obesidad?

Es fácil comprobar que algo más importante que la mayoría de los temas que nos preocupan no ha ido bien. ¿Por qué participamos en este delirio de destrucción medioambiental y perturbaciones sociales, si lo único que produce es un dolor insoportable? ¿Acaso esta pregunta no debería hacerles caer la cara de vergüenza a nuestros líderes públicos?

Existen maravillosas organizaciones sin ánimo de lucro que hacen lo posible para combatir esta plaga y con algunas de ellas colaboraré en mi proyecto Loneliness (Soledad). Pero, por cada persona a las que ayudan, muchas otras pasan abandonadas.

Este problema no requiere una respuesta política, sino algo mucho más grande: una reevaluación de toda nuestra visión del mundo. De todas las fantasías del ser humano, la idea de que puede vivir solo es la más absurda y quizás la más peligrosa. O permanecemos juntos o nos hundiremos desunidos.

George Monbiot es uno de los periodistas medioambientales británicos más consistentes, rigurosos y respetados, autor de libros muy difundidos como The Age of Consent: A Manifesto for a New World Order y Captive State: The Corporate Takeover of Britain, así como de volúmenes de investigación y viajes como Poisoned Arrows, Amazon Watershed y No Man's Land.
 

Fuente: https://www.theguardian.com/commentisfree/2016/oct/12/neoliberalism-creating-loneliness-wrenching-society-apart?CMP=share_btn_wa

Traducción: José Manuel Sío Docampo

El poder de la disonancia cognitiva o cómo nos convencemos de todo aunque sea mentira

Sergio Parra - Xataca Ciencia
 
Todos somos víctimas, en mayor o menor medida, de la disonancia cognitiva, es decir, de las contradicciones psicológicas que, en aras de evitar que nos resulten incómodas, obviamos alegremente, demostrando que el ser humano no ha nacido para hacer gala de una gran coherencia en sus argumentos. 

Por ejemplo, los fumadores que saben que fumar mata pero continúan fumando mantienen al unísono dos elementos cognitivos (ideas, actitudes o creencias) que a menudo son contradictorios. Esta contradicción puede resolverse de muchas formas, por ejemplo, dejando de fumar.
Pero frecuentemente esa contradicción también se resuelve no pensando en el efecto nocivo del tabaco, alegando que de algo hay que morir, o sencillamente racionalizando el consumo: “me ayuda a relajarme, evita que aumente de peso, es debido al estrés del trabajo, etc.”


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Lo mismo sucede cuando nos sometemos a un gran sacrificio o dolor: una vez obtenemos la recompensa por ello, podemos exagerarla para justificar lo que hemos hecho, tal y como explica Robert Trivers en el siguiente experimento referido en su libro La insensatez de los necios:

En el experimento, se dividió a los sujetos en dos subconjuntos, uno de los cuales comprendía a individuos que, para formar parte de un grupo, estaban dispuestos a soportar un test doloroso o embarazoso, y el otro, formado por personas que solamente estaban dispuestas a una inversión modesta. Luego se pidió a cada sujeto que evaluara al grupo a partir de una grabación de una discusión grupal armada de manera tal que resultara tan tediosa e incoherente como fuera posible.


Los que estaban dispuestos a invertir más evaluaron el grupo más positivamente que los que solo eran proclives a un esfuerzo menor. Los resultados eran muy netos: los poco dispuestos a esforzarse dijeron que la discusión era aburrida y que no valía la pena, y que los participantes eran desabridos y monótonos. De hecho, se había ideado la grabación para que causara más o menos esa impresión. Por el contrario, los que habían pagado un costo más alto, por así decirlo, leyendo en voz alta material de sexo explícito, sostuvieron que la discusión era interesante y que los participantes les parecieron atractivos y agudos.

Cuando recibimos información nueva de cualquier tipo también solemos ser víctimas de la disonancia cognitiva si la nueva información desdice alguna de nuestras opiniones más arraigadas. Por ejemplo, si se hallan pruebas de lo que creemos es falso, entonces distorsionamos los datos, solo atendemos los detalles que nos benefician y descartamos los que no

Los hechos que incluso refutan nuestros prejuicios también tienen el poder de despertarlos. Por ejemplo, si se ofrece información política errónea pero afín a una persona, e inmediatamente después se rectifica porque era errónea, la mayoría de personas seguirá creyendo la la primera información vertida

La racionalización post-hoc también tiene un gran poder, por ejemplo en los productos que compramos: los que no se pueden devolver, por ejemplo, nos suelen gustar más que los que se pueden devolver. Es decir, que este tipo de disonancia es más poderosa en decisiones que ya no es posible cambiar:

Cuando se le pidió a un grupo de mujeres que eligieran entre dos aparatos electrodomésticos que habían catalogado como igualmente atractivos, calificaron después al que habían elegido como más atractivo, basándose aparentemente en el mero hecho de poseerlo.
Imágenes | Pixabay

"El neoliberalismo mata más gente que todos los ejércitos del mundo juntos, y no hay ningún preso"


El economista y ex candidato presidencial Manfred Max Neef cuestionó la obsesión por el crecimiento que genera la economía neoliberal, misma que a su jucio es "un fracaso tremendamente peligroso y brutal" y la responsable de gran parte "de todos los horrores que estamos viviendo en el mundo".

En una entrevista realizada por la revista En Torno, el autor de la tesis del desarrollo a escala humana afirmó que "esta economía neoliberal mata más gente que todos los ejércitos del mundo juntos, y no hay ningún acusado, no hay ningún preso, no hay ningún condenado. Todos los horrores que estamos viendo en el mundo, gran parte de ellos, tienen un trasfondo que está anclado a esta visión de tratamiento y práctica económica".

Y enfatizó que "la obsesión del crecimiento, para empezar, es un disparate. Porque una elemental ley natural, que todo el mundo conoce, es que todos los sistemas vivos crecen hasta un cierto punto en que dejan de crecer. Tú dejaste de crecer, yo dejé de crecer, el árbol grande deja de crecer, pero no deja de desarrollarse.

Seguir forzando el crecimiento para consumir más y seguir produciendo una infinita cantidad de cosas innecesarias, generando una de las instituciones más poderosas del mundo, como lo es la publicidad, cuya función es una y muy clara: hacerte comprar aquello que no necesitas, con plata que no tienes, para impresionar a quienes no conoces. Eso evidentemente no puede ser sustentable".

Para Max Neef no es un problema sin solución. Y por ello cree que la anternativa es "la visión de la economía ecológica", ya que "a diferencia de la economía tradicional, la economía ecológica es una economía que está al servicio de la vida y tiene características fundamentalmente opuestas a la convencional".

"Hoy en día llegamos al extremo, comienzo del siglo XXI, en que hay más esclavos de los que había antes de la prohibición de la esclavitud en el siglo XIX. Esclavos en serio, no en sentido figurado, de los cuales el 60% son niños y las demás, principalmente, mujeres".


Sobre este punto explicó que "la economía convencional –que es la hija de la economía neoclásica– desde una visión ontológica, se sustenta en una visión mecánica, newtoniana: el humano, la economía y el mundo son mecánicos. Y en un mundo mecánico tú tienes sistemas que tienen partes. Partes que descompones, analizas y vuelves a armar. Del otro lado, la economía ecológica se sustenta en una visión orgánica. Los sistemas no tienen partes, sino que participantes, los cuales no son separables. Lo cual significa que todo está intrínsecamente unido y relacionado. Esto por lo demás ya es un mensaje que hace más de 90 años nos viene dando la física cuántica, pero ese mensaje ha tardado en llegar a las ciencias sociales".

El economista y ex rector de las universidades Bolivariana y Austral, enumeró "cinco postulados fundamentales y un principio valórico irrenunciable" que debieran sustentar la economía ecológica o cualquier otro nuevo sistema económico: "El postulado número uno: la economía está para servir a las personas y no las personas para servir a la economía; dos: el desarrollo tiene que ver con las personas y la vida, no con objetos; tres: crecimiento no es lo mismo que desarrollo, y el desarrollo no precisa necesariamente de crecimiento; cuatro: ninguna economía es posible al margen de los servicios que prestan los ecosistemas; y cinco: la economía es un subsistema de un sistema mayor y finito que es la biosfera, por lo tanto, el crecimiento permanente es imposible".

"Y el principio valórico irrenunciable que debe sustentar una nueva economía es que ningún interés económico, bajo ninguna circunstancia, puede estar por sobre la reverencia a la vida. Si tú recorres estos puntos vas a ver que lo que hoy tenemos –en la economía neoliberal– es exactamente lo contrario.