En los 4.000 años transcurridos entre la aparición de los primeros estados y el comienzo de la era cristiana, la población mundial se elevó de aproximadamente de 87 millones a 225 millones de habitantes. Prácticamente los cuatro quintos del nuevo total vivieron bajo el dominio de los Imperios Romano, Chino (de la dinastía Han), e Hindú (de la dinastía Gupta).
Siglo tras siglo, el nivel de vida de China, la India septentrional, Mesopotamia y Egipto permanecieron levemente por encima o por debajo de lo que podría llamarse el umbral de pauperización.
La agricultura hidráulica preindustrial condujo, constantemente a la evolución de burocracias agrogerenciales sumamente despóticas en virtud de que la expansión y la intensificación de la agricultura hidráulica dependía especialmente de los proyectos de construcción masiva que, a falta de máquinas, sólo podían ser llevados a cabo por ejércitos de trabajadores. El reclutamiento, la coordinación, la dirección, la alimentación y el albergue de las brigadas de trabajadores necesarios para estas empresas monumentales sólo podían realizarse mediante equipos obedientes a unos pocos líderes poderosos que se ajustaban a un único plan magistral.
“Habitualmente en Asia sólo hubo, desde tiempos inmemoriales, tres departamentos de Gobierno: el de Finanzas, o saqueo interior, el de Guerra, o saqueo exterior, y, por último, el de Obras Públicas. En Egipto y la India, Mesopotamia, Persia, etc., se aprovecha un alto nivel de canales de irrigación tributarios. Esta primordial necesidad de un uso económico y común de las aguas... necesitaba, en el Oriente donde la civilización era demasiado deficiente y la extensión territorial demasiado vasta para dar vida a asociaciones voluntarias, la intervención de los poderes centralizadores del gobierno.”
Karl Marx.
Para Marx el modo de producción asiático dependía del riego de las tierras, que exigía un control centralizado de los recursos hidráulicos, provocando la creación de gobiernos centralizados que se imponen sobre las dispersas comunidades agrícolas. La forma de apropiación del trabajo ajeno por parte de las clases hegemónicas se producía a través de tributos colectivos en especie y trabajo.
Cuando determinados sistemas de producción a nivel estatal o mundial experimentan una intensificación, pueden surgir formas despóticas de gobierno capaces de neutralizar la voluntad y la inteligencia humana. Cuando una sociedad se ha comprometido con una estrategia tecnológica y ecológica concreta para resolver el problema de la disminución de la eficacia, es posible que durante largo tiempo no pueda hacerse nada con respecto a las consecuencias de una elección poco inteligente.
Para saber más: Caníbales y reyes. Marvin Harris. 1977.
Es muy interesante este material y muy completo muchas gracias y sigan publicando
ResponderEliminarGracias por compartir esta valiosa información con nuestra visión.
ResponderEliminarcontrol Asia