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Declaración de Teotihuacan 2012

DECLARACIÓN DE TEOTIHUACAN, 2012

Hacia la Cumbre de los Pueblos de Río de Janeiro, frente a la cumbre Río+20 de las Naciones Unidas.

La Cumbre de los Pueblos, paralela a la Cumbre Río+20 de las Naciones Unidas, a 20 años de Río92-Cumbre de la Tierra de las Naciones Unidas, tendrá lugar en Río de Janeiro, entre el 15 y el 22 de junio de 2012.

Desde los templos del Sol y la Luna, de la casa grande de Teotihuacán, reunidos un grupo de mexicanos preocupados por el desprecio de las sociedades industriales modernas hacia nuestra Madre Tierra y por las visiones vernáculas del mundo que integran al hombre con la naturaleza y el universo, queremos compartir nuestra palabra con todos los pueblos y naciones del mundo.

Convertir el crecimiento económico en un dogma destruye aceleradamente los fundamentos de la vida en la Tierra.

Desaparecen rápidamente las nieves perpetuas, los bosques antiguos, los animales que nos encantan; empeora por doquier el aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que comemos. Mueren los mares, los ríos, las selvas, los lagos, los arrecifes coralinos; se agotan los mantos freáticos, las pesquerías, los manantiales; el campo se envenena por la actividad agropecuaria industrializada, los megaproyectos y la urbanización dispersa; las ciudades se vuelven infernales por el uso del automóvil y la gran conglomeración; como cuerpos cancerosos, las ciudades aniquilan los campos y los mares a muchos kilómetros de distancia de ellas; se convierten en el centro de origen de todos los males modernos. Se acaba la convivencia humana y se disparan todas las violencias: intrafamiliar, escolar, laboral, inter comunitaria, internacional, mundial.

El horror, la tragedia se instalan en todos los rincones del mundo, allí donde viven los indígenas, los campesinos, los trabajadores, los pobres, los desvalorizados por la economía y la Tecnociencia, por el embate del crecimiento económico. La violencia contra los dones de la Madre Tierra es la misma que se ejerce contra las comunidades, los pueblos y las naciones oprimidas. Las catástrofes ambientales corren en el mundo juntas con las catástrofes sociales. Las mentes de los pueblos se empobrecen por los valores introducidos desde la primera infancia por el Estado y el Mercado. Las escuelas, las televisoras y el consumo cotidiano de tecnologías, colonizan las mentes y aniquilan las voluntades. Se imponen en el mundo como valores supremos: el poder, la codicia, el individualismo, la desmesura, el consumismo, la competencia, el espectáculo, la velocidad, la explotación del ser humano por el ser humano.

Los bancos, las empresas transnacionales, los gobiernos, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, las Naciones Unidas, los medios, las escuelas y universidades, se confabulan para impulsar un crecimiento económico que destruye aceleradamente los dones de la Madre Tierra, el tejido social y las culturas vernáculas, y que sólo beneficia al 1% que controla a estas empresas e instituciones. Los bancos, los mercados, el crecimiento económico, se han vuelto tan sagrados para los gobiernos que éstos no dudan en aplicar radicales medidas de violencia contra la sociedad inconforme con el desastre mundial generado por el dogma económico, tanto por medio de la abusiva publicidad política que satura los medios, como por medio de crecientes gastos en cuerpos militares, paramilitares, policiacos y de espionaje de ciudadanos.  El crecimiento económico oprime a la humanidad y la lleva a su extinción.


Huertos compartidos

Huertos Compartidos, bajo la filosofía "Tú cultivas, yo te dejo la tierra" pone en contacto a quienes quieren cultivar, pero no disponen de terrenos, con aquellas personas que tienen terrenos pero no tiempo para trabajarlos, fomentando la cesión gratuita de los mismos a cambio de compartir la cosecha.

Para ello, estamos desarrollando unas serie de herramientas en la web huertoscompartidos.es: formularios de propietarios y hortelanos, mapa de participantes, bases de datos y el modelo de contrato (elaborado por un equipo de abogados) son las bases del proyecto.

En apenas unos meses, ya somos más de 350 usuarios y usuarias, y la página web ha recibido más de 17.000 visitas. Huertos compartidos promueve los huertos urbanos ecológicos, creando una comunidad de nuevos hortelanos.

Necesitamos darnos a conocer. Para ello, a demás de la web como una herramienta potente acorde con nuestros objetivos, queremos disponer un vídeo y difundirlo por Internet. Con la ayuda de Goteo, también queremos impulsar la red social de Huertos Compartidos en la plataforma Ning huertoscompartidos.ning.com/

¿Qué es la Revolución Integral?

Decresita

Definiremos la Revolución Integral como el proceso histórico que implica una toma de conciencia tanto a nivel individual como colectivo para una transformación de las estructuras políticas, económicas, sociales, culturales… que sustentan el actual marco de relaciones que configuran la realidad.

Esta transformación requiere de un proyecto de decrecimiento, un cambio de valores, una verdadera deconstrucción del pensamiento económico, poniendo en cuestión las nociones como crecimiento, desarrollo, progreso, pobreza, necesidades, ayuda... La economía como medio para la vida humana y no como fin.

Ha de estar basado en tres pilares: 

La sencillez voluntaria. Redescubrir la riqueza en el florecimiento de las relaciones sociales de convivencia, en la frugalidad, la sobriedad, la simplicidad, la sencillez, es decir con cierta mesura de consumo material; pero sin limitaciones en el consumo de sentimientos, vida alegre y el buen vivir.

La autogestión colectiva. Mediante el desarrollo de iniciativas de organización colectiva a nivel local como las ciudades de transición, las cooperativas integrales, el movimiento lento, la permacultura, el desarrollo de la soberanía alimentaria y la agroecología, las ecoaldeas, los bancos de tierras, la okupación y recuperación de edificios y viviendas vacíos, la banca ética, los movimientos de lucha contra las grandes obras, el sindicalismo autogestionario y los modelos de reparto de trabajo, las iniciativas de renta básica y techo de ingresos, los grupos de insolventes, el uso del transporte colectivo compartido, la repoblación rural y el reparto de tierras, la relocalización agraria, la autoconstrucción ecológica y la arquitectura sostenible, huertos comunitarios, las asociaciones de salud integral, parto, lactancia y crianza natural, las comunidades de conocimiento libre, prensa libre, educación libre, comunidad libre, las redes de trueque, bancos de horas, mercados locales, los movimientos de desobediencia fiscal y desobediencia civil, las cooperativas autogestionadas de producción y consumo, de energías renovables, las redes de intercambio, las monedas sociales…

Formas de vida alternativa que en época de crisis puede ser una posibilidad de supervivencia. Y la base territorial y energética para otro modelo social.

La creación de un proyecto de acción política. Un proyecto de noviolencia, voluntario, de emancipación ideológica y superación de la idea de progreso, que pone en valor los bienes comunes y relacionales, de los cuidados, de la cooperación, reciprocidad, mutualidad y multiculturalidad; asumiendo los límites biofísicos de la Tierra, disminuyendo los flujos de energía y materia utilizados en los procesos productivos y ciclos de consumo.

La Revolución Integral como la construcción de formas de vida que tienen como sustrato el cuidado colectivo, una revolución civilizadora que reconozca que las personas somos seres vulnerables e interdependientes.

Concepto de realidad

“La mecánica newtoniana fue durante mucho tiempo considerada como la teoría definitiva para describir todos los fenómenos naturales, hasta que se descubrieron los fenómenos eléctricos y magnéticos, no contemplados en la teoría de Newton. El descubrimiento de tales fenómenos mostró que el modelo era incompleto y que sólo se podía aplicar a un limita-do número de fenómenos, esencialmente, al movimiento de los cuerpos sólidos.

Estudiar un grupo limitado de fenómenos puede tam-bién significar estudiar sus propiedades físicas sólo en una es-cala limitada, y esto constituiría otra razón por la cual la teoría es aproximada. Este aspecto de la aproximación es bastante sutil, puesto que nunca sabremos de antemano dónde radican las limitaciones de una teoría. Sólo la experiencia podrá mostrarlas. De este modo, la imagen de la mecánica clásica se vio todavía más erosionada cuando la física del siglo XX mos-tró sus limitaciones esenciales.

Hoy sabemos que el modelo newtoniano es sólo válido para objetos compuestos por un elevado número de átomos y sólo para velocidades muy pequeñas comparadas con la velocidad de la luz. Cuando no se da la primera condición, la mecánica clásica ha de ser sus-tituida por la teoría cuántica; cuando no se satisface la segun-da condición, ha de aplicarse la teoría de la relatividad. Ello no significa que el modelo de Newton esté "equivocado", o que la teoría cuántica y la teoría de la relatividad tengan "razón". Todos estos modelos son aproximaciones, válidas sólo para una cierta gama de fenómenos. Más allá de esa gama, su des-cripción de la naturaleza ya no es satisfactoria y se hace nece-sario hallar nuevos modelos que sustituyan a los viejos, o mejor, que los amplíen, incrementando la aproximación.

Especificar las limitaciones de un modelo dado en el momento de su construcción es a menudo una de las tareas más difíciles y más importantes. Según Geoffrey Chew, cuya teoría de la "tira de bota" examinaremos más adelante, es esencial preguntarse tan pronto como un modelo o teoría se ponga a funcionar: ¿Por qué funciona? ¿Cuáles son sus lími-tes? ¿Qué tipo de aproximación significa exactamente? Según Chew, estas preguntas constituyen el primer paso hacia futuros progresos.

Los místicos orientales, a su vez, son también conscien-tes del hecho de que toda descripción verbal de la realidad es imprecisa e incompleta. La experiencia directa de la realidad trasciende los reinos del pensamiento y del lenguaje y dado que todo el misticismo se basa en dicha experiencia directa, cualquier cosa que pueda decirse sobre la misma será sólo parcialmente cierta. En física la naturaleza aproximada de todas las afirmaciones es cuantificada y el progreso se realiza aumentando la aproximación en muchos pasos sucesivos. ¿Cómo abordan entonces las tradiciones orientales el proble-ma de la comunicación verbal?.

En primer lugar, el interés principal de los místicos lo constituye la experiencia de la realidad y no la descripción de esa experiencia. Por ello, en general no existe un marcado interés en el análisis de dicha descripción y así, el concepto de una aproximación bien definida nunca surgió en el pensa-miento oriental. Por otro lado, cuando estos místicos orienta-les desean comunicar su experiencia se enfrentan a serias limitaciones de lenguaje. En Oriente, se han desarrollado diferentes modos de abordar este problema.

El misticismo hindú y en particular el hinduismo, revis-ten sus descripciones bajo la forma de mitos, empleando metáforas y símbolos, imágenes poéticas, símiles y alegorías. El lenguaje mítico se ve menos restringido por la lógica y el sentido común. Se muestra lleno de magia y de situaciones paradójicas, ricas en imágenes sugestivas, nunca precisas, que permiten transmitir el modo en que los místicos experi-mentan la realidad mucho mejor que el lenguaje de los hechos concretos. Según Ananda Coomaraswamy, "el mito encarna el más aproximado enfoque de la verdad absoluta que pueda darse con palabras".

Texto extraído del libro ‘El tao de la física’ de Fritjof Capra

¡Rebelaos!

¿Qué entendemos por cuidados?

Silvia López Gil


¿Qué queremos decir cuando hablamos de cuidados?

Los trabajos de cuidados representan todo un conjunto de tareas cuyo objetivo es proporcionar bienestar físico y emocional a terceros (pareja, hij@s, padres y madres, amig@s, etc.) además de la atención a una misma. Satisfacer estas necesidades que todos y todas precisamos requiere un trabajo que no sólo incluye tareas materiales (como hacer la comida, la colada, limpiar), también presentan todo un componente inmaterial difícilmente cuantificable que tiene que ver con los afectos que median en estas relaciones y que se dan en la vida cotidiana.

En este sentido, el trabajo de cuidados se hace imprescindible para el mantenimiento y sostenibilidad de la vida, aunque paradójicamente sea totalmente invisibilizado e infravalorado. Los cuidados los necesitamos todas y todos y sin embargo en nuestra sociedad se ha construido la idea de que hay que tender a ser autosuficientes a costa de todo, totalmente independientes de los demás y que es ahí, en esa autonomía individual, donde reside el ideal perfecto de una vida, algo que es imposible de alcanzar.

¿Quiénes cuidan?

El 85 % de las personas que cuidan somos mujeres. ¿Por qué esta diferencia? ¿Por qué se sigue presuponiendo que somos nosotras las que nos haremos cargo de los cuidados? ¿Por qué se habla de “ayudarnos” a cuidar y no de reorganizar los cuidados? No queremos que nos ayuden, queremos que la sociedad entera ponga en el centro la necesidad de cuidar.

La actual organización del cuidado se sostiene por la división sexual del trabajo y por la perpetuación de los roles de género. Esto hace que las mujeres trabajemos dentro y fuera del hogar. Es imposible que conciliemos la vida familiar y la laboral si tenemos que seguir haciéndonos cargo de los cuidados y si además nuestros trabajos son precarios, sin condiciones ni derechos que permitan desarrollar y garanticen el cuidado en nuestras vidas.

La crisis de los cuidados:

Hasta ahora los cuidados han estado cubiertos gracias al trabajo que las mujeres han realizado en el seno de la familia tradicional y en lo privado. Hoy en día ese modelo está en crisis. La lucha feminista y algunos avances sociales han posibilitado, por una parte, la inclusión de las mujeres en el mercado laboral. Esto ha permitido la independencia económica pero ha impuesto las exigencias de un mercado laboral y unas condiciones de vida cada vez más precarizadas. En la mayoría de los casos el trabajo se ha multiplicado: el de dentro y fuera del hogar, con grandes presiones y sueldos muy bajos. Por otra parte, se ha conseguido que las mujeres puedan disponer de su vida y negar el destino impuesto como madres y cuidadoras. Esto ha favorecido positivamente que surjan otros modelos de convivencia más allá de la familia tradicional nuclear (parejas homosexuales con o sin hijos, madres solteras, hijos compartidos, parejas de hecho, grupos de amigos, etc.).

Pero esta salida de las mujeres del ámbito de lo privado, no ha sido correspondida con una entrada de los hombres en las responsabilidades domésticas y de cuidados, ni de las instituciones públicas dotando de las necesidades de las personas. Esta contradicción produce la llamada «Crisis de los cuidados»: ¿quién y cómo se hará cargo de los cuidados?

Lo que no queremos:

Que sea el mercado el que se haga cargo de los cuidados, poniendo a la venta nuevos servicios que generan una gran cantidad de beneficios. Las empresas privadas se enriquecen gracias a esta situación (asistencia a domicilio, contratas de limpieza, atención domiciliaria, residencias, etc.), y cada vez más los cuidados se financian transfiriendo fondos públicos a este sector privado.

La explotación de otras mujeres, sobre todo migrantes, que trabajan en el servicio doméstico, en atención domiciliaria, cuidando ancianos, niños, etc., sin contratos, sin papeles, sin derechos y por unos sueldos irrisorios. Mujeres que para cuidar aquí han dejado a otras mujeres en sus países de origen a cargo del trabajo en sus hogares allá, dando lugar a las llamadas «cadenas mundiales de cuidado»: cadenas de mujeres a lo largo del mundo entero que ponen de relieve el aspecto globalizado y feminizado del cuidado.

Quienes abogan porque las mujeres deberíamos dejar de trabajar para volver al hogar de nuevo, seguir manteniendo a toda costa la familia y restaurar la situación que tanto hemos peleado por cambiar.

Los tres grandes peligros que surgen

Al hablar de la existencia de algo así como una lógica del cuidado:

El primero, tratar el cuidado como si éste fuese bueno en sí mismo (gesto moralista) y gozase de un contenido predefinido (esencializándolo). Nada más lejos de la realidad: el cuidado, tal y como lo conocemos, es causa y objeto de relaciones perversas de dominación, y está muy lejos de ser siempre gratificante, y no se trata de forzar que lo sea. Conlleva tareas que distan mucho de resultar agradables, aunque pese a ello deban ser necesariamente realizadas y repartidas.

El segundo peligro es pensar que existe una vida más allá del capitalismo, como si toda vida no estuviese ya inmersa en las relaciones actuales de dominio: de nuevo, existe el peligro de esencializar la vida, crear una especie de paraíso en algún lugar utópico al que deberíamos poder acceder.

Y por último, está el peligro de considerar que son las mujeres quienes gozan del acceso privilegiado a ese paraíso del cuidado, mitificando lo femenino e identificándolo con el cuidado. Pese a estos peligros, la imagen de dos lógicas que en algún punto se chocan, chirrían, hacen saltar chispas, es muy sugerente como representación de un confl icto que experimentamos en lo cotidiano y encarna, a la vez, una dinámica más general.

Extraído del libro: ‘Nuevos feminismos’ de Silvia López Gil

Historia del movimiento de la "Décroissance"

Joan Martínez Alier - Ecopolítica

En Francia, en vez del manido “desarrollo sostenible” se ha impuesto en la opinión pública, a pesar de todos los obstáculos, el debate sobre el “decrecimiento económico socialmente sostenible” (una expresión de Vincent Cheynet). Las revistas del movimiento, Silence, La Décroissance, se distribuyen en decenas de miles de ejemplares. Hasta el presidente de Francia no puede menos que hablar a veces del “decrecimiento” aunque sea para caricaturizar sus propuestas. Periodistas muy conocidos como Hervé Kempf y Nicolas Hulot discuten seriamente el decrecimiento en Le Monde y en la televisión.

Este libro hacía falta para entender cómo se ha desplegado el movimiento por el Decrecimiento en Francia desde el 2002. Su joven autor es militante del Partido Socialista y está acabando el doctorado en Historia en la Universidad de Burdeos. Clasifica y explica las distintas corrientes del Decrecimiento, apoya sus argumentos en evidencia escrita y en entrevistas, da una abundante bibliografía en un libro que se lee fácilmente y que narra la historia del movimiento con sus meandros, embrollos y malhumores (sin disimular los adjetivos que unos ecologistas lanzan contra otros, como “ecotartufos”). Al final consigue una síntesis muy comprensible.

Cualquier elogio del crecimiento cero o, peor aun, del decrecimiento, recibe inmediatamente insultos de los políticos. Duverger recuerda que ya en 1972 el presidente de la Comisión Europea, el sindicalista agrario social-demócrata holandés, Sicco Mansholt, se mostró favorable al “crecimiento bajo de cero”, habiendo leído el Informe de los Meadows al Club de Roma. André Gorz en 1972 (en debate con Sicco Mansholt en un coloquio de Le Nouvel Observateur) usó positivamente por primera vez la palabra décroissance pero el Partido Comunista francés, por boca de Georges Marchais, como también desde la derecha el ministro de economía Giscard d’Estaing y el comisario europeo y economista Raymond Barre, coincidieron en la condena de tales ideas. Giscard d’Estaing aseguró que el no era un objecteur de croissance, jugando con las palabras objecteur de conscience de los contrarios al servicio militar obligatorio. El chiste resultó fallido porque algunas corrientes del movimiento francés se auto-bautizaron orgullosamente hasta hoy como Objetores al Crecimiento.

Todo ese movimiento francés ha estado influido por el título de una selección de artículos de Georgescu-Roegen publicada como libro en 1979 como Demain la décroissance. Pero, además de la bioeconomía de Georgescu-Roegen o economía ecológica, el movimiento tiene otro origen: la crítica culturalista al “economicismo”, que proviene de antropólogos económicos (Marcel Mauss, Karl Polanyi, Marshall Sahlins) a través de Serge Latouche, crítico del concepto de “desarrollo”. Precisamente, el despegue del Decrecimiento se dio en 2002 en un congreso en Paris auspiciado por la UNESCO con el título Défaire le développement, refaire le monde. Ese congreso enlazó con pensadores de treinta años atrás, críticos de la tecnología y del desarrollo uniformizador y destructor de la naturaleza como François Partant y los gascones Jacques Ellul y Bernard Charbonneau en Francia, el austríaco Ivan Illich. El libro dedica dos o tres acertadas páginas a cada uno de ellos y también a Cornelius Castoriadis.

Otro origen cercano del movimiento son los Casseurs du Pub (que se oponen a la publicidad pro-consumista, similares a los AdBusters de Norteamérica) con Vincent Cheynet. Para una rama espiritualista, la personalidad de Pierre Rahbi y su campaña presidencial (fomentada por Vincent Cheynet), son importantes. Las diversas ramas del Decrecimiento conservan recuerdos electorales más antiguos, de la primera candidatura presidencial verde en Francia en 1974 con el agrónomo René Dumont.

Cuba: la otra revolución

Armando Páez

La revolución agroecológica cubana, fenómeno estudiado y comentado ampliamente por Peter Rosset, tiene sus orígenes en el colapso de la Unión Soviética (1989-1991). Al comenzar la década de 1990, la isla tenía más de diez millones y medio de habitantes, residiendo el 72.8% en zonas urbanas. El colapso del mundo socialista significó a Cuba perder el 85% de su comercio (la Unión Soviética representaba el 70%). No sólo se vio afectado su modelo agrícola, sino el consumo de la población. La modernización de la agricultura cubana comenzó en la década de 1950, teniendo los monocultivos de exportación más importancia que la producción de alimentos; los métodos de producción dependían de los insumos y materias primas importados: a finales de la década de 1980, Cuba importaba el 48% de los fertilizantes y el 82% de los plaguicidas, además, muchos de los componentes de los productos agrícolas no eran fabricados en la isla, lo que intensificaba su dependencia.

Los acuerdos comerciales favorables con el bloque socialista garantizaban los beneficios de sus exportaciones agrícolas (principalmente azúcar); los ingresos obtenidos por este concepto se utilizaban para comprar agroquímicos, combustible para la maquinaria agrícola y alimentos para la población, todo a precios bajos. Hasta mediados de la década de 1980, las fluctuaciones de los precios internacionales no representaron mayores problemas para Cuba, pero después de 1990 su modelo agrícola se convirtió en una enorme debilidad. El colapso comercial hizo inoperantes a las grandes extensiones de monocultivo (aproximadamente el 80% eran fincas del Estado), las cuales presentaban dos problemas: 1) eran extremadamente vulnerables al ataque de plagas; 2) desperdiciaban muchos recursos (por la separación de la agricultura y la ganadería) .

Las importaciones de agroquímicos (fertilizantes, plaguicidas) se redujeron en un 80%, mientras que las de insumos de petróleo destinados a la agricultura se redujeron a la mitad. Lo más grave de esta situación fue la amenaza de sufrir una hambruna generalizada . Ante la crisis existente, el gobierno cubano se vio obligado a diseñar otro modelo agrícola.

Los grandes desafíos consistieron en sustituir los insumos y restablecer las tierras dañadas por el uso intensivo de maquinaria y agroquímicos. La sustitución de insumos significó reemplazar los productos químicos por biológicos o de elaboración local, enemigos naturales, variedades resistentes, rotación de cultivos, antagonistas microbianos, cultivos de cobertura y la integración de animales de pastoreo para restaurar la fertilidad del suelo; los fertilizantes químicos se sustituyeron con fertilizantes biológicos (productos microbiales) y orgánicos, lombrices, abonos verdes, roca fosfórica, zeolita, estiércoles y otros mejoradores del suelo. Los bueyes y otros animales de tracción reemplazaron a los tractores, inmovilizados por la falta de combustible, llantas y repuestos. Para restaurar la estructura y fertilidad del suelo se empleó la labranza de conservación, la nivelación del suelo, los cultivos de cobertura y la incorporación de biomasa y suelos preinoculados con microorganismos benéficos antes de la siembra.

El éxito de las nuevas medidas de producción orgánica en las granjas pequeñas y el fracaso de las grandes fincas llevó al gobierno (septiembre 1993) a reorganizar radicalmente la producción, creando unidades cooperativas privadas de pequeña escala: además de rescatar técnicas productivas tradicionales (no dependientes de insumos industriales y de petróleo), se favoreció la asociación e iniciativa de pequeños productores, tanto en las zonas rurales como en las urbanas . En efecto, esta revolución agrícola no sólo modificó las tierras otrora ocupadas por la industria cañera (símbolo de la revolución comunista) y los ranchos ganaderos, sino los jardines de las unidades habitacionales y los terrenos sin urbanizar de las ciudades y su periferia: sólo en La Habana al finalizar la década de 1990 había más de 25 mil huertas destinadas al autoconsumo .

Para Rosset y Martin Bourque, la experiencia cubana demuestra que se puede alimentar bien a la población de un país con granjas de pequeña o mediana escala basadas en tecnologías ecológicas apropiadas y que se puede ser más autosuficiente en la producción de alimentos, de hecho identifican en este modelo los elementos que permiten definir un paradigma agrícola alternativo:


  • Tecnología agroecológica en vez de agroquímicos: Cuba ha utilizado la rotación de cultivos, la producción local de biopesticidas, composta y otras alternativas a los pesticidas y fertilizantes sintéticos.

  • Libertad de precios para los agricultores: los agricultores cubanos aumentaron la producción en respuesta al mayor precio de las cosechas. En cualquier parte, cuando los precios se mantienen bajos de manera artificial, como ocurre a menudo, los agricultores carecen de incentivos para producir. Cuando tienen un incentivo, producen, sin importar las condiciones bajo las cuales debe realizarse la producción.

  • Redistribución de la tierra: los pequeños agricultores y jardineros cubanos han sido los más productivos durante la escasez de insumos. Más aún, las propiedades más pequeñas en todo el mundo producen mucho más por unidad de superficie que las granjas grandes. La redistribución de la tierra en Cuba fue relativamente fácil porque la mayor parte de la reforma agraria ya había ocurrido, en el sentido de que no había latifundistas que se opusieran al cambio.

  • Gran énfasis en la producción local: los cubanos no han dependido para obtener su próxima comida de los precios caprichosos de la economía mundial, del transporte desde lugares lejanos y de la poderosísima 'buena voluntad'. La producción de alimentos a nivel local y regional ofrece mucha seguridad, así como vínculos sinérgicos para promover el desarrollo económico local. Más aún, esta producción es más conveniente en términos ecológicos, ya que el gasto ener-gético del transporte internacional es destructivo y ambientalmente insostenible. Al promover la agricultura urbana, las ciudades y sus alrededores pueden llegar a ser virtualmente autosuficientes en alimentos perecederos, ser embellecidas y gozar de más oportunidades de empleo. Cuba nos da una pista del subexplotado potencial de la agricultura urbana .


Agroecología, libertad de precios, reforma agraria y producción local, incluyendo agricultura urbana y pequeña escala, son las lecciones que la revolución agrícola (agroecológica) cubana le ha dado al mundo. Además de la posibilidad de cambiar el sistema de producción agrícola mecanizado y de experimentar una economía más allá del comunismo y del capitalismo realmente existentes, otras enseñanzas de la experiencia cubana son: la importancia del apoyo del Estado y la creación de vínculos (redes) entre los productores y entre éstos y la comunidad científica . La revolución agroecológica en Cuba fue una revolución del conocimiento.

Extraído del artículo: 'La dimensión sociopolítica del fin del petroleo' de Armando Páez

Santiago Alba Rico: 3 artículos

¿Qué es una crisis capitalista?

Veamos en primer lugar lo que no es una crisis capitalista.

1. Que haya 950 millones de hambrientos en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.

2. Que haya 4.750 millones de pobres en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.

3. Que haya 1.000 millones de desempleados en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.

4. Que más del 50% de la población mundial activa esté subempleada o trabaje en precario, eso no es una crisis capitalista.

5. Que el 45% de la población mundial no tenga acceso directo a agua potable, eso no es una crisis capitalista.

6. Que 3.000 millones de personas carezcan de acceso a servicios sanitarios mínimos, eso no es una crisis capitalista.

7. Que 113 millones de niños no tengan acceso a educación y 875 millones de adultos sigan siendo analfabetos, eso no es una crisis capitalista.

8. Que 12 millones de niños mueran todos los años a causa de enfermedades curables, eso no es una crisis capitalista.

9. Que 13 millones de personas mueran cada año en el mundo debido al deterioro del medio ambiente y al cambio climático, eso no es una crisis capitalista.

10. Que 16.306 especies están en peligro de extinción, entre ellas la cuarta parte de los mamíferos, no es una crisis capitalista.

Todo esto ocurría antes de la crisis.

¿Qué es, pues, una crisis capitalista?

¿Cuándo empieza una crisis capitalista?

Hablamos de crisis capitalista cuando matar de hambre a 950 millones de personas, mantener en la pobreza a 4700 millones, condenar al desempleo o la precariedad al 80% del planeta, dejar sin agua al 45% de la población mundial y al 50% sin servicios sanitarios, derretir los polos, denegar auxilio a los niños y acabar con los árboles y los osos, ya no es suficientemente rentable para 1.000 empresas multinacionales y 2.500.000 de millonarios…


Hacia una sociedad acorde con sus límites

Además de resistir debemos crear algo nuevo


A Raúl Zibechi le llama la atención la vidriera de una zapatería en la calle de la sede de Ecologistas en Acción en Madrid, donde tiene previsto realizar un taller. Se acerca y nos dice, sonriente, que los zapatos en Europa son demasiado baratos. Como ya ha explicado antes, la austeridad es un factor clave en la construcción de lo que llama el “mundo nuevo”.

DIAGONAL: Desde Latinoamérica ¿cómo ha visto procesos como Occupy, las protestas en Grecia o el 15M y qué paralelismos establece?

RAÚL ZIBECHI: El 15M es un movimiento del mismo estilo de los que emergieron tras el ‘caracazo’ en Venezuela de 1989. En primer lugar, no es un movimiento tradicional, al estilo del movimiento obrero que se basa en la representación. En segundo lugar, es un movimiento que ocupa el espacio público, que busca dos cosas: busca convertir ese espacio en forma de interconexión de todas las personas afectadas por el modelo: desocupados, sin papeles, sin techo, etc.; también busca destituir las políticas neoliberales que protegen y defienden al sistema financiero; y por último es un espacio que puede servir para potenciar las iniciativas de construcción de realidades sociales diferentes: los centros sociales, las huertas, los espacios que crea la gente en los cuales resiste, se conoce y crea formas de vida alternativas.

D.: En Política y miseria habla de la existencia de dos mundos, el desbocado de las finanzas y luego el otro, que constituye nuestra oportunidad. ¿Es importante confrontarse o debemos centrarnos en la construcción de ese segundo mundo?

R.Z.: La confrontación es prácticamente inevitable aunque uno no la busque. En Grecia, los salarios cayeron un 30% y evidentemente nadie mira pasivo cómo le roban. La confrontación no es ni buena ni mala, es inevitable. Lo que podemos hacer, además de resistir, es construir algo nuevo. El otro escenario sería el que encarna la vieja izquierda: resistir para ganar el gobierno, lo que supone subordinar la lógica de lucha social a la conquista del gobierno. A mí me parece que esa lógica ya demostró su fracaso en los últimos cien años: desde los Estados no se consigue construir realidades nuevas; como mucho, en el mejor de los casos, desde los Estados se consigue mantener a raya al capital, al sistema financiero en este caso. En el peor escenario, los que están en el Gobierno terminan entregados al capital financiero, que es lo que está sucediendo en todas partes. Entonces ese otro camino que estamos intentando ensayar es el mejor camino y es el más eficiente; es un proceso de largo plazo, de décadas, incluso de siglos, hasta que la humanidad acepte que lo mejor es vivir con austeridad. La austeridad es un elemento fundamental: 7.000 millones de personas no pueden vivir a todo trapo, el planeta no lo sostiene, salvo que se programe un genocidio, 7.000 millones o más pueden vivir con cierta austeridad.

D.: Imagino que usted establece alguna distinción a la hora de usar el término, que tanto utilizan organismos como el FMI.

R.Z.: Los que no viven austeramente hablan de austeridad a los demás. Lo que necesitamos es que ese 1% que cobra más de un millón de euros al año (70 millones de personas) pierda el control. Si el 50% más pobre puede subir un poco su consumo para estar a niveles aceptables, ese 1% tiene que bajar su consumo...Con 2.000 euros al mes se vive bien, ¿no?

D.: Hace poco un columnista de Público hablaba de la renta básica y estimaba que debía situarse en torno a 1.500 euros mensuales. Pero una cifra así, ¿no implica una excesiva monetarización de la vida?

R.Z.: Sí, ése es otro problema. Nosotros tenemos que caminar para desmonetarizar una cantidad de cuidados y servicios, para descolonizar una serie de servicios para recuperar la sociabilidad. Si todo lo que hacemos está monetarizado, los vínculos de solidaridad desaparecen, porque la clave de la solidaridad es que no es monetaria. La clave de la cooperación, de la ayuda mutua, de una cantidad de formas de vivir que teníamos es que no son monetarias.

D.: ¿En la izquierda también se perdieron estas formas de socialización?

R.Z.: Creo que la vieja izquierda ha contribuido no directamente, pero por la vía de los hechos, a destruir los vínculos y a crear organizaciones jerárquicas, en la punta de cuya pirámide se concentra el poder y el saber, y en cuya base se concentra el hacer. Ésa es mi crítica: que ha reproducido el modelo estatal y ha creído que a través del progreso material, o sea, la colonización del capital, se podía llegar a un mundo nuevo.

D.: En cierta manera en Latinoamérica esa ruptura con las fórmulas clásicas ya se ha producido, ¿cómo ha sucedido?

R.Z: Fue por la necesidad, porque el neoliberalismo terminó con los Estados del bienestar, que eran una alianza entre movimiento obrero, las patronales y el Estado. Al quebrarse este Estado del bienestar, la alianza ya no funciona porque las patronales y el Estado expulsan al movimiento obrero de esa negociación: ya no necesitan o les perjudica la presencia de ese acto. Cuando eso sucede deja de ser suficiente la huelga, la manifestación, el acto, la negociación, no tiene sentido. El Estado hoy no tiene interés, no puede, no quiere o no le da la gana negociar con CCOO y UGT. Creo que cuando el capital decide dinamitar el Estado del bienestar vuelven a aparecer las clases peligrosas, los de abajo. Por eso, terminado el Estado del bienestar, lo que queda es la criminalización de la protesta. Marchamos hacia un Estado policial. Y los movimientos tienen que tomar cuenta de esto para actuar en consecuencia: cómo hacen para neutralizar el aparato represivo, cómo hacen para deslegitimar a los Gobiernos, etc. Estamos en un cambio de fase del modelo, en un período de decadencia que se manifiesta en la financiarización de la economía y pasamos a un Estado crecientemente represivo y autoritario. Eso es Grecia hoy.


“EL FEMINISMO HA CONSEGUIDO MOVILIZAR EL DESEO”

DIAGONAL: En el cuestionamiento de la organización de los movimientos clásicos pones como ejemplo la lucha de las mujeres, ¿por qué?

RAÚL ZIBECHI: Hay un movimiento de mujeres en el mundo, pero en ningún país hay una única organización, un comité central, una dirección general... el movimiento actúa con bajo nivel de organicidad, tiene escasa organización y tiene mucha capacidad de interpelación, de diversificación, de cuestionar la cultura existente, y de promover cambios en la sociabilidad cotidiana, en lo micro. No se propone tomar el poder para instaurar el Estado feminista o la sociedad feminista, se propone hacer cambios, y a través de una potente acción que podríamos llamar cultural, en el sentido de ocupar un papel distinto en la vida cotidiana, es como ha ido cambiando el mundo. Es un tipo de movimiento capilar, difuso, inserto en la vida cotidiana, con una gran ventaja con respecto a los movimientos viejos: moviliza el deseo. Estamos llegando a una comprensión de movimiento social diferente: un movimiento social modifica el lugar, mueve nuestro lugar en la sociedad.

En y para el decrecimiento

Enrique Javier Díez Gutiérrez

El decrecimiento es un concepto político, una forma de entender la organización social, económica y política que se enfrenta radicalmente con el sistema capitalista en que nos movemos, planteando que este sistema no es ni el único ni el mejor.

“Las cosas no son así. Están así y podemos cambiarlas” (Paulo Freire). Hay otra manera de hacer las cosas, otra manera de vivir: supeditar el mercado a la sociedad, sustituir la competencia por la cooperación, acomodar la economía a la economía de la naturaleza y del sustento de las necesidades básicas. El decrecimiento nos lleva a vivir mejor con menos: menos comida basura, menos estrés, menos pleitesía al consumo.

El decrecimiento es un concepto paraguas en construcción, un espacio donde desarrollar experiencias alternativas. Y es tarea de todos y todas llenarlo de contenido, imaginar la sociedad futura. Ahora bien, es necesario no malinterpretar la palabra decrecimiento. No se trata de vivir todos en la miseria, ni renunciar a las conquistas de la ciencia y la técnica y volver a vivir alumbrándonos con velas y yendo en burro. Son caricaturas que nada tienen que ver con lo que significa el decrecimiento.

Tampoco se trata de orientarse hacia un consumo responsable, sino hacia un no consumo. No se trata de producir coches ecológicos, que gasten menos o que sean menos contaminantes; se trata de desmontar la gran industria del automóvil. No se trata de hacer lo mismo pero en menos cantidad. El decrecimiento es la opción deliberada por un nuevo estilo de vida, individual y colectivo, que ponga en el centro los valores humanistas: las relaciones cercanas, la cooperación, la participación democrática, la solidaridad, la educación crítica, el cultivo de las artes, etc. Es aquello que quizás hemos oído tantas veces: es más importante ser que tener.

Se trata de dar la vuelta a la tortilla del nefasto dicho popular “tanto tienes, tanto vales”, y reafirmar la confianza en que el auténtico bienestar, la felicidad de las personas, la igualdad entre los pueblos y la preservación del planeta, pasan por una nueva forma de vivir donde lo importante sea crecer en valores, los valores que han inspirado los mejores logros de la humanidad: fraternidad, justicia, igualdad, dignidad humana.

Extraído del artículo ‘Educar en y para el decrecimiento’ de Enrique Javier Díez Gutierrez en Cuadernos de Pedagogía nº 421. Marzo 2012