Patricia Manrique - Diagonal
Hace poco más de un año que arrancó la Cooperativa Integral Catalana (CIC), y hoy ya cuenta con 850 socios y unos dos mil amigos y participantes de la red social con la que organizan sus debates y proyectos. Bajo la denominación “integral” se reúne un proyecto político que pretende dar cobertura a iniciativas de consumo y trabajo “y muchas otras como la educación, mecanismos de renta básica cooperativa, ecotiendas, centrales de compras, festivales y encuentros, y estructura legal para ayudar a las ecorredes y otras iniciativas semejantes en Catalunya”, explica su equipo de comunicación.
“La cooperativa integral catalana es un paso más allá de las cooperativas de consumo, porque busca también la prestación de servicios, creando una red de confianza entre las personas asociadas que permita cubrir muchos aspectos de su vida, y con una voluntad transformadora”, explica Gema Palamós, del equipo jurídico. Legalmente, la CIC es una cooperativa mixta que, según la Ley de Cooperativas catalana y también la estatal, se denomina así por no ceñirse a una única actividad.
El término “integral”, alude a la apuesta política, pero no es una cooperativa de segundo grado, esto es, una cooperativa cuyas socias y socios son a su vez cooperativas, sino que se trata de “una cooperativa de primer grado cuyos socios son personas físicas” aclara Palamós. El proyecto reunió las diversas ecoxarxes –ecorredes– en funcionamiento en el territorio catalán, conectándolas y dotando de una estructura legal a las personas físicas asociadas a lasmismas. La CIC se beneficia de las ventajas fiscales, jurídicas y en materia laboral del modelo jurídico de la cooperativa. “Si todas fuésemos conscientes de las ventajas que tiene una cooperativa cuando tu finalidad no es lucrarte sino vivir de tu trabajo habría muchos más proyectos cooperativos”, señala Palamós.
Proyecto económico inclusivo
Angels Vendrells es una de las participantes en la CIC desde sus inicios. Explica cómo se cocinó la ecoxarxa del Montseny en su casa, resultado de una lluvia de ideas llevada a cabo en 2009 por un grupo de gente que buscaba establecer cómo quería vivir.Después de la suya fueron surgiendo otras xarxes en otros puntos de Catalunya. En diciembre de 2009, celebraron un seminario de economía y desde ahí empezaron a trabajar en la CIC, que se lanzó en junio de 2010. “La CIC arropa a todas las ecoxarxes y aporta legalidad a los intercambios entre las personas socias y a todo este movimiento”, aclara Vendrells.
En la CIC cuentan a día de hoy con centrales de compras –espacios donde se almacenan las compras colectivas que abaratan los costes de los productos gracias a la eliminación de los intermediarios–, una moneda social –el eco–, varias personas trabajando para la cooperativa que reciben una renta básica en ecos y euros, autobús colectivo y, recientemente, se ha puesto en marcha el proyecto de ecolonia postindustrial postcapitalista de Ca L’Afou, que pretende dar respuesta también a la necesidad básica de vivienda.
Quien se asocie a la CIC pueden adquirir productos y servicios a través del sistema de intercambio comunitario virtual CES, y en las ferias y mercados de intercambio. “Yo cultivo una huerta y prácticamente no compro comida en euros: adquiero todo lo que necesito en la ecoxarxa y a través de la CIC con los ecos que obtengo por la venta demi verdura”, explica Vendrells. Consumir dentro de la CIC posibilita vivir de lo que una produce. “Así comomucha gente está excluida del euro, con la moneda social no, porque cualquiera tiene habilidades que puede ofrecer a la gente y con ello puede adquirir lo que necesite”. Actualmente trabajan para poner enmarcha el acceso a centros de salud con ecos.
Un modelo en extensión
Pero las ferias,mercados, las ecoxarxes y la CIC que las agrupa son, además, espacios de convivencia. “Ir a los mercados y a las ferias es algo lúdico, es encontrarte con amigos, con una familia en un sentido espiritual”, reflexiona Vendrells. Las ferias suelen tener un día de duración y son itinerantes. En los mercados, más separados en el tiempo,participan también asociaciones de la zona.
En la apuesta política de la CIC se incluye la difusión del modelo. Imparten charlas sobre las ecorredes, la cooperativa y la moneda social en distintos territorios a resultas de las cuales ya hay semillas de cooperativas integrales en Euskadi, Madrid y también en Valencia, donde se funciona desde 2010 Amalur, otra cooperativa integral. En Valencia, la asociación LaMandrágora está impartiendo talleres prácticos sobre qué es la Cooperativa Integral y cómo crear una.
Para Gorka Pinillos, miembro de la CIC que trabaja en difusión, el trabajo de generar redes a través de las cooperativas integrales es fundamental, pero será imprescindible el apoyo mutuo entre cooperativas cuando este tipo de iniciativas se repliquen. “En ese momento, cuando cojan fuerza y se extiendan”, subraya, “el nivel de solidaridad entre procesos será muy importante como forma de protección ante una posible injerencia del Estado”.
Ecocolonia ecoindustrial postcapitalista, Ca L'Afou. Foto: Alex Mengual
Hace poco más de un año que arrancó la Cooperativa Integral Catalana (CIC), y hoy ya cuenta con 850 socios y unos dos mil amigos y participantes de la red social con la que organizan sus debates y proyectos. Bajo la denominación “integral” se reúne un proyecto político que pretende dar cobertura a iniciativas de consumo y trabajo “y muchas otras como la educación, mecanismos de renta básica cooperativa, ecotiendas, centrales de compras, festivales y encuentros, y estructura legal para ayudar a las ecorredes y otras iniciativas semejantes en Catalunya”, explica su equipo de comunicación.
“La cooperativa integral catalana es un paso más allá de las cooperativas de consumo, porque busca también la prestación de servicios, creando una red de confianza entre las personas asociadas que permita cubrir muchos aspectos de su vida, y con una voluntad transformadora”, explica Gema Palamós, del equipo jurídico. Legalmente, la CIC es una cooperativa mixta que, según la Ley de Cooperativas catalana y también la estatal, se denomina así por no ceñirse a una única actividad.
El término “integral”, alude a la apuesta política, pero no es una cooperativa de segundo grado, esto es, una cooperativa cuyas socias y socios son a su vez cooperativas, sino que se trata de “una cooperativa de primer grado cuyos socios son personas físicas” aclara Palamós. El proyecto reunió las diversas ecoxarxes –ecorredes– en funcionamiento en el territorio catalán, conectándolas y dotando de una estructura legal a las personas físicas asociadas a lasmismas. La CIC se beneficia de las ventajas fiscales, jurídicas y en materia laboral del modelo jurídico de la cooperativa. “Si todas fuésemos conscientes de las ventajas que tiene una cooperativa cuando tu finalidad no es lucrarte sino vivir de tu trabajo habría muchos más proyectos cooperativos”, señala Palamós.
Proyecto económico inclusivo
Angels Vendrells es una de las participantes en la CIC desde sus inicios. Explica cómo se cocinó la ecoxarxa del Montseny en su casa, resultado de una lluvia de ideas llevada a cabo en 2009 por un grupo de gente que buscaba establecer cómo quería vivir.Después de la suya fueron surgiendo otras xarxes en otros puntos de Catalunya. En diciembre de 2009, celebraron un seminario de economía y desde ahí empezaron a trabajar en la CIC, que se lanzó en junio de 2010. “La CIC arropa a todas las ecoxarxes y aporta legalidad a los intercambios entre las personas socias y a todo este movimiento”, aclara Vendrells.
En la CIC cuentan a día de hoy con centrales de compras –espacios donde se almacenan las compras colectivas que abaratan los costes de los productos gracias a la eliminación de los intermediarios–, una moneda social –el eco–, varias personas trabajando para la cooperativa que reciben una renta básica en ecos y euros, autobús colectivo y, recientemente, se ha puesto en marcha el proyecto de ecolonia postindustrial postcapitalista de Ca L’Afou, que pretende dar respuesta también a la necesidad básica de vivienda.
Quien se asocie a la CIC pueden adquirir productos y servicios a través del sistema de intercambio comunitario virtual CES, y en las ferias y mercados de intercambio. “Yo cultivo una huerta y prácticamente no compro comida en euros: adquiero todo lo que necesito en la ecoxarxa y a través de la CIC con los ecos que obtengo por la venta demi verdura”, explica Vendrells. Consumir dentro de la CIC posibilita vivir de lo que una produce. “Así comomucha gente está excluida del euro, con la moneda social no, porque cualquiera tiene habilidades que puede ofrecer a la gente y con ello puede adquirir lo que necesite”. Actualmente trabajan para poner enmarcha el acceso a centros de salud con ecos.
Un modelo en extensión
Pero las ferias,mercados, las ecoxarxes y la CIC que las agrupa son, además, espacios de convivencia. “Ir a los mercados y a las ferias es algo lúdico, es encontrarte con amigos, con una familia en un sentido espiritual”, reflexiona Vendrells. Las ferias suelen tener un día de duración y son itinerantes. En los mercados, más separados en el tiempo,participan también asociaciones de la zona.
En la apuesta política de la CIC se incluye la difusión del modelo. Imparten charlas sobre las ecorredes, la cooperativa y la moneda social en distintos territorios a resultas de las cuales ya hay semillas de cooperativas integrales en Euskadi, Madrid y también en Valencia, donde se funciona desde 2010 Amalur, otra cooperativa integral. En Valencia, la asociación LaMandrágora está impartiendo talleres prácticos sobre qué es la Cooperativa Integral y cómo crear una.
Para Gorka Pinillos, miembro de la CIC que trabaja en difusión, el trabajo de generar redes a través de las cooperativas integrales es fundamental, pero será imprescindible el apoyo mutuo entre cooperativas cuando este tipo de iniciativas se repliquen. “En ese momento, cuando cojan fuerza y se extiendan”, subraya, “el nivel de solidaridad entre procesos será muy importante como forma de protección ante una posible injerencia del Estado”.
Ecocolonia ecoindustrial postcapitalista, Ca L'Afou. Foto: Alex Mengual