«No hay cambio en el campo sin la esencia femenina porque las mujeres que estamos en el campo estamos más conectadas a la tierra – afirma Lupe-. Llegamos a sentir la tierra, y la tierra es energía femenina, y podemos llegar a sentir lo que la tierra quiere. El cambio tiene que venir desde la energía femenina. Necesitamos entender a la tierra para mejorar nuestra relación con ella. Si las mujeres partiéramos de cero no cultivaríamos igual que los hombres. Se ha impuesto una agricultura masculinizada de dominación y superioridad sobre la naturaleza». Marina añade «que es importante que ese enfoque femenino se incorpore, tanto en hombres como en mujeres, además de en la propia agricultura en el trabajo y en las luchas que hay en las organizaciones donde siguen predominando comportamientos machistas. O peor, donde hay propuestas de cambio que olvidan estos aspectos o repiten mecanismos de poder organizativos nada transformadores». Este sistema ha captado el discurso de la igualdad de género en lo teórico –afirma Mari Carmen- pero en lo práctico queda mucho por hacer.
«La reivindicación de la soberanía alimentaria –expone Isabel Vilalba- ha servido para unir las reflexiones y las propuestas de miles de mujeres de todo el mundo. Muchas mujeres campesinas trabajamos conjuntamente para analizar los impactos de la agricultura industrial en nuestras vidas y construir este nuevo derecho ciudadano. Paralelamente, la presencia de mujeres de otros sectores y de ámbitos urbanos, por ejemplo a través de las alianzas con la Marcha Mundial de Mujeres (MMM) nos ha servido para llegar con nuestras propuestas a nuevos espacios y, sobre todo, para fortalecer la lucha feminista también con la perspectiva de las mujeres del medio rural. Esta colaboración ha permitido colocar la soberanía alimentaria como tema central en varios encuentros internacionales de la MMM. De todos modos, pensamos que la soberanía alimentaria es una propuesta eminentemente feminista, puesto que promueve conceptos y modos de hacer que las mujeres hemos tenido desde siempre».
Por ello se coincide en defender que los discursos de la soberanía alimentaria deben de llenarse de feminismo, de recuperación de la memoria o de trabajo por la igualdad –olvidando definiciones, corrientes y connotaciones-. Es un enfoque muy enriquecedor, revolucionario y transformador tanto en la búsqueda de nuevas relaciones sociales más justas e igualitarias, más allá de la búsqueda y control del poder, como por la importancia de defender otro modelo de producción de alimentos en armonía con la naturaleza.
«La conclusión es obvia, la agricultura desempeñada por las mujeres ha sido siempre en primer lugar para producir alimentos, no para generar beneficios» -como explica Isabel Lisa. Viejas realidades para reforzar el lema acuñado desde la Soberanía Alimentaria, ‘los alimentos no son una mercancía’.
Extraído de soberanía alimentaria
La mujer campesina
septiembre 11, 2010
2 comments
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la mujer campesina es una mujer campesina
ResponderEliminarHOla
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