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Llamada antiproductivista a los sindicatos para el 29-S

Un frente europeo de organizaciones de objetores del crecimiento interpela a los sindicatos acerca de la euro-manifestación del 29 septiembre del 2010. Los objetores del crecimiento exigen a las fuerzas sindicales hacer una ruptura antiproductivista sin cual no podrán salir del papel de compañeros activos de la lógica destructiva que representa la economía de hoy en día. Los objetores del crecimiento proponen perseguir el « buen vivir » en vez de « el siempre más », de reducir notablemente el tiempo de trabajo y defender por tanto, una renta básica y garantía suficiente para cada uno.

La Confederación Europea de los Sindicatos organiza una jornada de acción europea el próximo 29 de septiembre en Bruselas. El eslogan es: « No a la austeridad. ¡Prioridad al empleo y al crecimiento! »

Las organizaciones de objetores de crecimiento y las personalidades firmantes (lista al final del documento) de este comunicado común, apoyan la lucha de los sindicatos contra la voluntad del capital a cargar el peso de la crisis sobre la clase trabajadora, pero lamentan la llamada al crecimiento que no puede ser el camino de salida de la crisis y que pone la CES en una postura insostenible.

Los objetores de crecimiento firmantes del presente comunicado:

1. Denuncian la lógica del productivismo y del crecimiento. La lógica del « siempre más » material, no es más que un callejón sin salida insensato ya que no es posible ni tampoco deseable el producir y consumir siempre más.

2. Estiman que la austeridad para una gran multitud, es la consecuencia lógica al crecimiento económico y al productivismo. Por consiguiente, rechazar la austeridad en sí pidiendo más de las causas cuales son a su origen no es una solución.

3. Llaman a las fuerzas sindicales a abrir los ojos sobre el carácter suicida del dogma del crecimiento económico y del productuvismo continuo y a realizar por tanto una ruptura antiproductivista.

4. Proponen una vía diferente, más realista si cabe, que persiga el « buen vivir » y no el « siempre más »: derribar los mitos economistas y cambiar de objetivos, reducir el tiempo de trabajo, y garantizar un sueldo digno y suficiente para todos.


Denuncian la lógica del productivismo y del crecimiento. La lógica del « siempre más » material, no es más que un callejón sin salida insensato ya que no es posible ni tampoco deseable el producir y consumir siempre más.

Garantizar el crecimiento supone poder aumentar continuamente y de manera infinita la producción de bienes y servicios mercantiles. Porque la producción de estos bienes y servicios necesitan la explotación de recursos naturales y de trabajo humano, el crecimiento infinito supone necesariamente la explotación infinita de la Tierra y de los Hombres.

Hoy en día, esta carrera loca llega a su fin y destaca la dimensión catastrófica de los innumerables daños que genera: el planeta Tierra que es la condición de toda actividad social y humana está a la agonía, su devastación provoca los efectos los más violentos en primer lugar sobre los pueblos y personas más vulnerables.

Las personas son cada día más relegadas al papel de consumidores/productores para hacer funcionar una máquina que produce cada vez más malestar, en detrimento del bienestar individual y colectivo. El enlace social esta corroído por la mercantilización y la competencia loca que agredan simultaneamente las relaciones entre las personas, los pueblos y las generaciones. Las desigualdades sociales aumentan en todo el mundo, la miseria no para de propagarse de manera tan violente puesto que los desarreglos del medio-ambiente, relacionados a los excesos de producción, engendrados originalmente por el Occidente se convierten en una causa primera. Está ahora claro que la universalización del modo de vida de los países materialmente ricos no es posible. A pesar de lo que piensan los economistas los más ortodoxos, es por ejemplo imposible que el conjunto de los habitantes de la India y de China dispongan de un coche, una televisión y una nevera como disponemos en Occidente. El planeta simplemente no sobreviviría y los Hombres tampoco por consecuencia.

Frente a esta constatación de fracaso tanto económico que humano y ecológico, la continuidad del crecimiento económico no puede ser una solución: para mantenerse, esta lógica implica necesariamente consumir siempre más recursos y explotar los trabajadores antes de echarles una vez siendo inútiles o demasiado caros por los accionistas, con como corolario una degradación incesante del planeta Tierra y de las relaciones humanas.

Estiman que la austeridad para una gran multitud, es la consecuencia lógica al crecimiento económico y al productivismo. Por consiguiente, rechazar la austeridad en sí pidiendo más de las causas cuales son a su origen no es una solución.

La ola de austeridad que cae sobre los pueblos de Europa es impuesta por las instituciones financieras con la asistencia activa de los Estados socio-demócratas. Lo que se esta llamando « austeridad » es una nueva etapa de esta degradación necesaria para producir « crecimiento »: los especuladores buscando maximizar siempre más sus beneficios y el culto del crecimiento imponiendo a todo precio la competición entre los trabajadores del mundo entero, se pide al pueblo trabajar y apretar el cinturón para hacer funcionar la maquina. Todo crecimiento económico suplementario a venir podrá ser realizado únicamente a costa de la repetición siempre más violenta de esta lógica de devastación. El crecimiento garantiza la austeridad a los países ricos cuando al mismo tiempo hunde ya millones de personas por el ancho mundo en la miseria la más negra.

Llaman a las fuerzas sindicales a abrir los ojos sobre el carácter suicida del dogma del crecimiento económico y del productuvismo continuo y realizar por tanto una ruptura antiproductivista.

Las fuerzas sindicales han demostrado un compromiso histórico con el capital cuando los frutos del crecimiento y del productivismo han podido ser disfrutados por todas las personas gracias a las mejoras substanciales en las condiciones de trabajo, las cuales han sido obtenidas después de duras negociaciones y luchas, singularmente a la salida de la segunda guerra mundial. Pero después del final de los años 70, la lógica del crecimiento del capital ha llevado a las partes implicadas a romper el equilibrio existente. Desde entonces, el bienestar material de las personas en nuestros países ricos se redujó a pesar del aumento del PIB de manera casi continua, mientras que la gente sigue siendo más pobre quedándose estancada, y la brecha entre ricos y pobres crece cada día más, ya sea dentro de nuestras fronteras como en el mundo entero.

Atrapados por la trampa de la lógica del crecimiento infinito, los sindicatos se encuentran desde ahora reducidos a simplemente negociar la limitación de la velocidad a la cual las condiciones de trabajo y de solidaridad son deterioradas. Igualmente, la llamada por el empleo de calidad que se realiza en la euro-manifestación del 29 de septiembre, se contrapone a los objetivos de rentabilidad y de crecimiento que las CES parecen reclamar desde con sus voces con el mismo eslogan.

Para preservar la fuerza de los sistemas de solidaridad conquistados después de largas luchas y llevados en práctica a la salida de la segunda guerra mundial, es desde entonces indispensable el salir de la lógica de la acumulación sin fin.

Llamamos a los miembros sindicales de las diferentes composiciones nacionales y regionales de la CES a reinvidicar alto y fuerte, dentro del núcleo de sus organizaciones, a un cambio del orientación radical que tome en consideración una orientación antiproductivista en favor del « buen vivir » y de la solidaridad, y no caer en el « siempre más » ni en la competición generalizada.

Es el momento en el que los sindicatos abran los ojos contra el carácter suicida del dogma del crecimiento económico y del productivismo, y que estos inicien sin perder un instante un cambio profundo de rumbo y se opongan de manera frontal a esas dos lógicas socialmente, humanamente y ecologicamente devastadoras.

Proponen una vía diferente, más realista si cabe, que persiga el « buen vivir » y no el « siempre más »: derribar los mitos economistas y cambiar de objetivos, reducir el tiempo de trabajo, y garantizar un sueldo digno y suficiente para todos.

Según nuestra opinión, para que la necesaria transición hacia una sociedad sostenible sea socialmente posible y justa, tres objetivos han de ser abordados simultaneamente:

• Una reevaluación profunda de las creencias que apoyan y sostienen las políticas actuales y un cambio radical de objetivos: denunciar el mito económico del crecimiento infinito; sustituir la competitividad y el "siempre más" por la cooperación y el buen vivir.

• Salir del laborismo con el fin de compartir el trabajo y volver a encontrar el tiempo libre y el sentido a éste: Organizar una reducción fuerte del tiempo de trabajo remunerado.

• Garantizar un sueldo de existencia suficiente para el ser humano (e instaurar simétricamente un sueldo máximo), garantizando así, el derecho de acceso a los bienes comunes y públicos gestionados de forma colectiva (seguridad social, educación, acceso a la energía, al agua, etc.).

Nuestros países nunca han sido tan ricos como ahora, ni nuestro modo de organización tan desigual y destructor. Un cambio de rumbo es urgente y necesario. Los medios están a nuestra disposición, hace falta organizar la fuerza colectiva que será capaz de se oponer a las potencias actuales y así llevar a cabo nuestra alternativas. Los sindicatos deben retomar el papel emancipador que hizo suyo durante el curso de la historia, rompiendo claramente con la lógica destructora del productivismo y del crecimiento.

Esta llamada es igualmente una invitación al dialogo fraternal con las fuerzas sindicales. Una iniciativa del Movimiento Político de los Objetores del Crecimiento (Bélgica), www.objecteursdecroissance.be

Firmantes (organizaciones y personalidades):
Bélgica:
Francia:
Suiza:
Italia:
España:



Resumen:

Acción urgente – llamada antiproductivista a los sindicatos previa a la manifestación europea por el crecimiento y el empleo en Bruselas el 29 septiembre – colecta de firmas de las diferentes organizaciones por el decrecimiento con el fin de realizar un comunicado común. Se solicitan vuestros contactos y redes de colaboración. Proponemos a organizaciones, colectivos y personalidades afines al decrecimiento de varios países de Europa el firmar el texto adjunto antes de la euromanifestación del 29 de septiembre en Bruselas (http://www.etuc.org/a/7406).

Este texto ha sido escrito por el grupo de trabajo del Movimiento Político de Objectores del Crecimiento (Bélgica - www.objecteursdecroissance.be) y es por tanto, un texto colectivo. Hubiéramos por supuesto preferido proponer un texto inicial sobre cual cada uno hubiera podido trabajar, pero no ha sido posible por falta el tiempo: no podríamos coordinar la evolución de este texto con más autores antes de su publicación prevista para el 22 septiembre. Este texto que no hemos podido escribir antes, es sometido a vuestra atención en este estado y ya no puede ser modificado. Aunque nos parece suficientemente claro y fuerte, este comunicado queda imperfecto en su formulación principalmente. Esperamos que a pesar de ello, puedan los diferentes colectivos apoyarlo, de manera que podamos mostrar juntos que existe un movimiento en varios países de Europa y que podamos interpelar a la Confederación Europea de los Sindicatos (CES) con más fuerza de lo que podríamos hacerlo cada por separado.

Comunicaremos a los interesados la lista completa de los firmantes (al igual que las direcciones electrónicas de cada una las organizaciones firmantes – no las de las personas individuales – lo que ayudará futuro trabajo en red) el 21 de septiembre, y proponemos a cada organización transmitir el documento final a los medios de comunicación y sindicatos usando vuestros contactos. La fecha de envío está planteada para el 22 septiembre. Agradecemos por tanto no publicar este texto antes del 22.

Gracias por indicar por email si su organización desea firmar este texto indicando el nombre de su organización o colectivo a la direccion siguiente: jeanbaptistegodinot@scarlet.be antes del 20 septiembre.

Si están en contacto con representantes de otra(s) organizaciones por el decrecimiento, por favor no dudéis en animales igualmente a firmar el texto en nombre de su organización. Para evitar las eventuales dudas sobre si las firmas se guardarán o no, el Movimiento Político de los Objectores por el Crecimiento se reserva toda libertad de guardar o no una propuesta de firma.

Esperando que esta acción permitirá conocer mejor las ideas que compartimos y reforzar los vínculos entre objectores del crecimiento en Europa; esperando leerles proximamente, Saludos cordiales,

Jean Baptiste Godinot

porte-parole mpOC

Huelga y decrecentismo


Está en marcha en España una huelga convocada por los sindicatos mayoritarios. En esta convocatoria están concentradas al día de hoy la mayoría de las energías sociales y políticas críticas al actual modelo económico. Podemos estar en desacuerdo con su comportamiento en general pero, en actualidad, los sindicatos son, en el mundo del trabajo, una referencia ineludible. Ellos lideran una iniciativa que implicará, si sale bien, una fuerte movilización social con la que, en nuestra opinión, los decrecentistas debemos estar en sintonía.

Esta huelga es una huelga del mundo del trabajo asalariado pero representa una oportunidad importante para que tenga presencia y se muestre al conjunto de la sociedad el mundo de los movimientos de base, el de la economía solidaria, el de la ecología, el del cooperativismo y otros. Es decir, todo el espacio social que está fuera de las relaciones salariales. Un ámbito complejo y heterogéneo que hasta ahora ha quedado generalmente extramuros de las protestas sociales y que, usando la capacidad amplificadora de la huelga, puede dar a conocer formas de producción, comercialización, consumo y crédito distintas a las capitalistas.

Si aportamos creatividad y motivación puede ser la ocasión para crear un momento lúdico a la vez que reivindicativo. Podemos, aunque sea una paradoja, llevar un mensaje antiproductivista, que en un contexto de defensa del empleo, pasa, en el discurso hegemónico, por el crecimiento de la economía. Podemos aportar una nota disruptiva en el sentido común. Esa es entre otras, nuestra tarea y misión como movimiento. Mostrar formas de vida y trabajo que no transcurren por la relación de subordinación salarial y su horizonte productivista.

Pero representa también la ocasión para reclamar espacios y políticas públicas que sean más favorables a la economía solidaria, a las redes de intercambio, a la acción cultural, a las iniciativas de banca ética etc. Es una oportunidad para presionar y luchar también por nuestros propios objetivos. Es importante, entonces, que se participe con reivindicaciones explícitas propias del sector.

Otra cosa distinta es cómo participar en esta huelga. Y aquí aparecen 3 momentos posibles: a) durante su preparación (junto a otros colectivos) b) durante el mismo día de la huelga en nuestros lugares de trabajo y c) en las manifestaciones callejeras. Debemos estar en los tres.

La huelga debería servir también para estimular la reflexión acerca del estatuto político del movimiento por el decrecimiento y su estrategia de transformaciones. Somos un movimiento político, en su acepción más amplia, que debe encontrar su lugar en el conjunto de las luchas sociales. Y cualquier proyecto de transformaciones decrecentistas debe hacerse en alianza con el mundo del trabajo. Las contrahegemonías se construirán en la confluencia de proyectos de emancipación diferentes. Debemos mostrar que la posibilidad teórica de "lo común de lo diverso" encuentra su expresión práctica en las movilizaciones y acciones conjuntas con otros sujetos de los cambios, dentro de un proyecto destinado a aumentar la multiplicidad del mundo.

Esta huelga nos encuentra en la infancia del movimiento decrecentista y evidentemente se pondrán de manifiesto todos los balbuceos correspondientes a la edad. Esto no es lo importante; lo importante es saber que "decir no es decir si a algo diferente" y verla como parte de un recorrido que debe llevar a actualizar las posibilidades de la realidad. "En cada momento hay un horizonte limitado de posibilidades y por ello es importante no desperdiciar la oportunidad única de una transformación específica que el presente ofrece" (Boaventura de Sousa Santos)

12 preguntas sobre el decrecimiento a Carlos Taibo


El del decrecimiento no es un proyecto que sustituya a todo lo que el conjunto de luchas contra el capitalismo ha supuesto desde mucho tiempo atrás: es, antes bien, una perspectiva que permite abrir un nuevo frente de contestación del capitalismo imperante. En ese sentido parece razonable afirmar que en el Norte desarrollado de principios del siglo XXI no es imaginable ningún proyecto anticapitalista consecuente que no sea al mismo tiempo decrecimentalista, autogestionario y antipatriarcal.


1. En el momento presente, ¿es inequívocamente saludable el crecimiento económico?

La visión dominante en las sociedades opulentas sugiere que el crecimiento económico es la panacea que resuelve todos los males. A su amparo – se nos dice – la cohesión social se asienta, los servicios públicos se mantienen, y el desempleo y la desigualdad no ganan terreno.

Sobran las razones para recelar, sin embargo, de todo lo anterior. El crecimiento económico no genera -o no genera necesariamente- cohesión social, provoca agresiones medioambientales en muchos casos irreversibles, propicia el agotamiento de recursos escasos que no estarán a disposición de las generaciones venideras y, en fin, permite el asentamiento de un modo de vida esclavo que invita a pensar que seremos más felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos y, sobre todo, más bienes acertemos a consumir. Frente a esto se impone la certeza de que, dejado atrás un nivel elemental de consumo, el acrecentamiento irracional de este último es antes un indicador de infelicidad que una muestra de lo contrario. Es razonable adelantar, por lo demás, que la crisis general por la que atravesamos está llamada a permitir que la conciencia en lo que respecta a estos sinsentidos se asiente en una parte significada de la ciudadanía.


2. ¿Cuáles son los pilares en los que se asientan los sinsentidos del crecimiento?

Son tres los pilares en los que se sustenta tanta irracionalidad.

* El primero es la publicidad, que nos obliga a comprar lo que no necesitamos y, llegado el caso, exige que adquiramos, incluso, lo que nos repugna.
* El segundo es el crédito, que históricamente ha permitido allegar el dinero que permitía preservar el consumo aun en ausencia de recursos.
* El tercero es la caducidad de los bienes producidos, claramente programados para que en un período de tiempo breve dejen de funcionar, de tal suerte que nos veamos en la obligación de comprar otros nuevos.


Por detrás de todo ello despunta, en palabras de Z. Bauman, la certeza de que “una sociedad de consumo sólo puede ser una sociedad de exceso y prodigalidad y, por ende, de redundancia y despilfarro”.


3. ¿Debemos fiarnos de los indicadores económicos que hoy empleamos?

Los indicadores económicos que nos vemos obligados a utilizar -así, el producto interior bruto (PIB) y afines- han permitido afianzar, en palabras de J.K. Galbraith, “una de las formas de mentira social más extendidas”. Pensemos que si un país retribuye al 10% de sus habitantes por destruir bienes, hacer socavones en las carreteras, dañar los vehículos…, y a otro 10% por reparar esas carreteras y vehículos, tendrá el mismo PIB que un país en el que el 20% de los empleos se consagre a mejorar la esperanza de vida, la salud, la educación y el ocio.

Y es que la mayoría de esos indicadores contabiliza como crecimiento -y cabe suponer también que como bienestar- todo lo que es producción y gasto, incluidas las agresiones medioambientales, los accidentes de tráfico, la fabricación de cigarrillos, los fármacos y las drogas, o el gasto militar. Esos mismos indicadores apenas nada nos dicen, en cambio, del trabajo doméstico, en virtud de un código a menudo impregnado de machismo, de la preservación objetiva del medio ambiente – un bosque convertido en papel acrecienta el PIB, en tanto ese mismo bosque indemne, decisivo para garantizar la vida, no computa como riqueza-, de la calidad de los sistemas educativo y sanitario – y en general de las actividades que generan bienestar aunque no impliquen producción y gasto -, o del incremento del tiempo libre.

De resultas puede afirmarse que la ciencia económica dominante sólo presta atención a las mercancías – lo que se tiene o no se tiene -, y no a los bienes que hacen que alguien sea algo (F. Flahault), en un escenario en el que “las ideas rectoras de la modernidad son más, mayor, más deprisa, más lejos” (M. Linz).


4. ¿No son muchas las razones para contestar el progreso, más aparente que real, que han protagonizado nuestras sociedades durante decenios?

Son muchas, sí. Hay que preguntarse, por ejemplo, si no es cierto que en la mayoría de las sociedades occidentales se vivía mejor en el decenio de 1960 que ahora: el número de desempleados era sensiblemente menor, la criminalidad mucho más baja, las hospitalizaciones por enfermedades mentales se hallaban a años luz de las actuales, los suicidios eran infrecuentes y el consumo de drogas escaso. En EE.UU., donde la renta per cápita se ha triplicado desde el final de la segunda guerra mundial, desde 1960 se reduce, sin embargo, el porcentaje de ciudadanos que declaran sentirse satisfechos. En 2005 un 49% de los norteamericanos estimaba que la felicidad se hallaba en retroceso, frente a un 26% que consideraba lo contrario.

Son muchos los expertos que concluyen, en suma, que el crecimiento en la esperanza de vida al nacer registrado en los últimos decenios bien puede estar tocando a su fin en un escenario lastrado por la extensión de la obesidad, el estrés, la aparición de nuevas enfermedades y la contaminación.


5. ¿Por qué hay que decrecer?


En los países ricos hay que reducir la producción y el consumo porque vivimos por encima de nuestras posibilidades, porque es urgente cortar emisiones que dañan peligrosamente el medio y porque empiezan a faltar materias primas vitales. “El único programa que necesitamos se resume en una palabra: menos. Menos trabajo, menos energía, menos materias primas” (B. Grillo).

Por detrás de esos imperativos despunta un problema central: el de los límites medioambientales y de recursos del planeta. Si es evidente que, en caso de que un individuo extraiga de su capital, y no de sus ingresos, la mayoría de los recursos que emplea, ello conducirá a la quiebra, parece sorprendente que no se emplee el mismo razonamiento a la hora de sopesar lo que las sociedades occidentales están haciendo con los recursos naturales. Aunque nos movemos -si así quiere- en un barco que se encamina directamente hacia un acantilado, lo único que hemos hecho en los últimos años ha sido reducir un poco la velocidad sin modificar, en cambio, el rumbo.

Para calibrar la hondura del problema, el mejor indicador es la huella ecológica, que mide la superficie del planeta, terrestre como marítima, que precisamos para mantener las actividades económicas. Si en 2004 esa huella lo era de 1,25 planetas Tierra, según muchos pronósticos alcanzará dos Tierras -si ello es imaginable- en 2050. La huella ecológica igualó la biocapacidad del planeta en torno a 1980, y se ha triplicado entre 1960 y 2003. En paralelo, no está de más que recordemos que en 2000 se estimaban en 41 los años de reservas de petróleo, 70 los de gas y 55 los de uranio.


6. ¿Cuál es la actitud que ante lo anterior exhiben nuestros dirigentes políticos?

Los dirigentes políticos, marcados por un irrefrenable cortoplacismo electoral, prefieren dar la espalda a todos estos problemas. De resultas, y en palabras de C. Castoriadis, “quienes preconizan ‘un cambio radical de la estructura política y social’ pasan por ser ‘incorregibles utopistas’, mientras que los que no son capaces de razonar a dos años vista son, naturalmente, realistas”. Todo pensamiento radical y contestatario es tildado inmediatamente de extremista y violento, además de patológico.

La idea, supersticiosa, de que nuestros gobernantes tienen soluciones de recambio se completa con la que sugiere que la ciencia resolverá de manera mágica, antes o después, todos estos problemas. No parecería lógico, sin embargo, construir un “rascacielos sin escaleras ni ascensores sobre la base de la esperanza de que un día triunfaremos sobre la ley de la gravedad” (M. Bonaiuti). Más razonable resultaría actuar como lo haría un pater familias diligens, que “se dice a sí mismo: ya que los problemas son enormes, e incluso en el caso de que las probabilidades sean escasas, procedo con la mayor prudencia, y no como si nada sucediese” (C. Castoriadis). No es ésta una carencia que afecte en exclusiva a los políticos. Alcanza de lleno, antes bien, a los ciudadanos, circunstancia que da crédito a la afirmación realizada por un antiguo ministro del Medio Ambiente francés: “La crisis ecológica suscita una comprensión difusa, cognitivamente poco influyente, políticamente marginal, electoralmente insignificante”.


7. ¿Basta, sin más, con reducir determinadas actividades económicas?


A buen seguro que no es suficiente con acometer reducciones en los niveles de producción y de consumo. Es preciso reorganizar en paralelo nuestras sociedades sobre la base de otros valores que reclamen el triunfo de la vida social, del altruismo y de la redistribución de los recursos frente a la propiedad y al consumo ilimitado. Los verbos que hoy rigen nuestra vida cotidiana son “tener-hacer-ser“: si tengo esto o aquello, entonces haré esto y seré feliz. Hay que reivindicar, en paralelo, el ocio frente al trabajo obsesivo. O, lo que es casi lo mismo, frente al “más deprisa, más lejos, más a menudo y menos caro” hay que contraponer el “más despacio, menos lejos, menos a menudo y más caro” (Y. Cochet). Debe apostarse, también, por el reparto del trabajo, una vieja práctica sindical que, por desgracia, fue cayendo en el olvido con el paso del tiempo.

Otras exigencias ineludibles nos hablan de la necesidad de reducir las dimensiones de muchas de las infraestructuras productivas, de las organizaciones administrativas y de los sistemas de transporte. Lo local, por añadidura, debe adquirir una rotunda primacía frente a lo global en un escenario marcado, en suma, por la sobriedad y la simplicidad voluntaria. Entre las razones que dan cuenta de la opción por esta última están la pésima situación económica, la ausencia de tiempo para llevar una vida saludable, la necesidad de mantener una relación equilibrada con el medio, la certeza de que el consumo no deja espacio para un desarrollo personal diferente o, en fin, la conciencia de las diferencias alarmantes que existen entre quienes consumen en exceso y quienes carecen de lo esencial.

S. Latouche ha resumido el sentido de fondo de esos valores de la mano de ocho “re“: reevaluar (revisar los valores), reconceptualizar, reestructurar (adaptar producciones y relaciones sociales al cambio de valores), relocalizar, redistribuir (repartir la riqueza y el acceso al patrimonio natural), reducir (rebajar el impacto de la producción y el consumo), reutilizar (en vez de desprenderse de un sinfín de dispositivos) y reciclar.


8. Esos valores, ¿son realmente ajenos a la organización de las sociedades humanas?

Los valores que acabamos de reseñar no faltan, en modo alguno, en la organización de las sociedades humanas. Así lo demuestran, al menos, cuatro ejemplos importantes. Si el primero nos recuerda que las prácticas correspondientes tienen una honda presencia en muchas de las tradiciones del movimiento obrero – y en particular, bien es cierto, en las vinculadas con el mundo libertario -, la segunda subraya que en una institución central en muchas sociedades, la familia, impera antes la lógica del don y de la reciprocidad que la de la mercancía.


Pero lo social está a menudo presente, también, en lo que despectivamente hemos dado en llamar economía informal. En muchos casos “el objetivo de la producción informal no es la acumulación ilimitada, la producción por la producción. El ahorro, cuando existe, no se destina a la inversión para facilitar una reproducción ampliada”, recuerda S. Latouche. Y está presente en la experiencia histórica de muchas sociedades que no estiman que su felicidad deba vincularse con la acumulación de bienes, y que adaptaron su modo de vida a un entorno natural duradero. No se olvide al respecto a los campesinos que, en la Europa mediterránea, plantaban olivos e higueras cuyos frutos nunca llegarían a ver, pensando, con claridad, en las generaciones venideras. Tampoco debe olvidarse que muchas sociedades que tendemos a describir como primitivas y atrasadas pueden darnos muchas lecciones en lo que atañe a la forma de llevar a la práctica los valores de los que hemos hecho mención.



9. ¿Qué supondría el decrecimiento en las sociedades opulentas?

Hablando en plata, lo primero que las sociedades opulentas deben tomar en consideración es la conveniencia de cerrar – o al menos de reducir sensiblemente la actividad correspondiente – muchos de los complejos fabriles hoy existentes. Estamos pensando, cómo no, en la industria militar, en la automovilística, en la de la aviación o en buena parte de la de la construcción.

Los millones de trabajadores que, de resultas, perderían sus empleos deberían encontrar acomodo a través de dos grandes cauces. Si el primero lo aportaría el desarrollo ingente de actividades en los ámbitos relacionados con la satisfacción de las necesidades sociales y medioambientales, el segundo llegaría de la mano del reparto del trabajo en los sectores económicos tradicionales que sobrevivirían. Importa subrayar que en este caso la reducción de la jornada laboral bien podría llevar aparejada, por qué no, reducciones salariales, siempre y cuando éstas, claro, no lo fueran en provecho de los beneficios empresariales. Al fin y al cabo, la ganancia de nivel de vida que se derivaría de trabajar menos, y de disfrutar de mejores servicios sociales y de un entorno más limpio y menos agresivo, se sumaría a la derivada de la asunción plena de la conveniencia de consumir, también, menos, con la consiguiente reducción de necesidades en lo que a ingresos se refiere. No es preciso agregar -parece- que las reducciones salariales que nos ocupan no afectarían, naturalmente, a quienes menos tienen.


10. ¿Es el decrecimiento un proyecto que augura, sin más, la infelicidad a los seres humanos?

Parece evidente que el decrecimiento no implica en modo alguno, para la mayoría de los habitantes, un entorno de deterioro de sus condiciones de vida. Antes bien, debe acarrear mejoras sustanciales como las vinculadas con la redistribución de los recursos; la creación de nuevos sectores que atiendan las necesidades insatisfechas; la preservación del medio ambiente, el bienestar de las generaciones futuras, la salud de los ciudadanos y las condiciones del trabajo asalariado, o el crecimiento relacional en sociedades en las que el tiempo de trabajo se reducirá sensiblemente.

Al margen de lo anterior, conviene subrayar que en el mundo rico se hacen valer elementos – así, la presencia de infraestructuras en muchos ámbitos, la satisfacción de necesidades elementales o el propio decrecimiento de la población – que facilitarían el tránsito a una sociedad distinta. Hay que partir de la certeza de que, si no decrecemos voluntaria y racionalmente, tendremos que hacerlo obligados de resultas del hundimiento, antes o después, del capitalismo global que padecemos.


11. ¿Qué argumentos se han formulado para cuestionar la idoneidad del decrecimiento?

Los argumentos vertidos contra el decrecimiento parecen poco relevantes. Se ha señalado, por ejemplo, y contra toda razón, que la propuesta se emite desde el Norte para que sean los países del Sur los que decrezcan materialmente. También se ha sugerido que el decrecimiento es antidemocrático, en franco olvido de que los regímenes que se ha dado en describir como totalitarios nunca han buscado, por razones obvias, reducir sus capacidades militar-industriales. Más bien parece que, muy al contrario, el decrecimiento, de la mano de la autosuficiencia y de la simplicidad voluntaria, bebe de una filosofía no violenta y antiautoritaria. La propuesta que nos interesa no remite, por otra parte, a una postura religiosa que reclama una renuncia a los placeres de la vida: reivindica, antes bien, una clara recuperación de éstos en un escenario marcado, eso sí, por el rechazo de los oropeles del consumo irracional.


12. ¿También deben decrecer los países pobres?

Aunque, con certeza, el debate sobre el decrecimiento tiene un sentido distinto en los países pobres – está fuera de lugar reclamar reducciones en la producción y el consumo en una sociedad que cuenta con una renta per cápita treinta veces inferior a la nuestra -, parece claro que aquéllos no deben repetir lo hecho por los países del Norte. No se olvide, en paralelo, que una apuesta planetaria por el decrecimiento, que acarrearía por necesidad un ambicioso programa de redistribución, no tendría, por lo demás, efectos notables en términos de consumo convencional en el Sur.

Para esos países se impone, en la percepción de S. Latouche, un listado diferente de “re“: romper con la dependencia económica y cultural con respecto al Norte, reanudar el hilo de una historia interrumpida por la colonización, el desarrollo y la globalización, reencontrar la identidad propia, reapropiar ésta, recuperar las técnicas y saberes tradicionales, conseguir el reembolso de la deuda ecológica y restituir el honor perdido.


Web de Carlos Taibo

Extraído de Solomirar

Cultura Maya

La Cultura Maya

Antes de 1.000 a. de C., las tierras bajas tropicales del área maya habían sido utilizadas al parecer solamente como una vasta zona de caza y recolección. A partir de esta fecha, agricultores pioneros comenzaron a establecerse a lo largo de los grandes ríos del sur y de las costas caribeñas de la península del Yucatán.

El crecimiento demográfico y el asentamiento deben haber sido razonablemente rápidos, porque hacia el 600 a. de C. las tierras bajas mayas rebosaban de aldeas; La mayoría de estas aldeas igualitarias no presentan signos de diferenciación social, la religión parece haberse centrado principalmente en la familia y la pequeña comunidad.

Hubo, sin embargo, dos excepciones, Nakbe y Río Azul, dos asentamiento junto a un lago y un río respectivamente, cuyas estructuras son demasiado grandes y complejas para haber sido edificadas por una aldea, los edificios debieron ser construidos por multitud de personas procedentes de una serie de aldeas que de alguna forma fueron convencidas y organizadas para realizar este proyecto. De ello se colige que había algún tipo de dirección de elite existente.

El potencial para el control social existió debido a la necesidad de almacenar agua para la sequía anual de 120 días. Se trata de una característica climática de la selva tropical de América Central. Los grupos dirigentes aprovecharon estas posibilidades y movilizaron gran número de personas para hacer grandes embalses de agua, utilizando dicho control para fortalecer y cimentar su propio estatus superior.

El comercio a larga distancia proporcionaba a los soberanos mayas objetos de lujo y distinción, y la religión un coartada ideológica para encubrir el sistema de dominación.

Hacia el 250 a. de C. el paisaje estaba pleno de un gran número de aldeas , centros pequeños y grandes y algunos macrocentros (Edzna, Calakmul, El Mirador, Tikal y Tayasal); Una elite maya fue capaz de reunir grandes masas de trabajadores para la construcción. Los centros más importantes estaban fortificados, lo cual indica la rivalidad entre los grupos dirigentes y la aparición de la violencia organizada.

Hacia el año 250 d. de C. los mayas habían alcanzado un estatus de completa civilización, con varias grandes capitales, algunos niveles de centros administrativos subordinados , una elite dirigente constituida por una aristocracia, una producción de alimentos intensiva, parcialmente basada en los huertos flotantes y un sistema militar vigoroso y capaz. Decenas de miles de plebeyos sustentaban a una aristocracia que hacía remontar sus ancestros hasta los dioses y registraba sus genealogías y retratos en la escultura lítica. La escritura, los calendarios y un arte complejo glorificaba a las clases altas. Con enormes esfuerzos se construyeron grandiosos templos para los antepasados y los dioses, y tumbas para los soberanos y sus parientes.

Las selvas que quedaron soportaron el creciente impacto de la agricultura, la construcción y la extracción de madera. Se necesitaba más gente para las obras públicas de arquitectura monumental, la guerra y la producción de alimentos intensiva. Las elites dirigentes tienen sus propios planes. Desean que el pueblo realice obras de construcción, se enrole en los ejércitos, trabaje en la servidumbre y cumpla con innumerables tareas que los aristócratas parecen no tener dificultad en imaginar.

En el año 800 d. de C. unos doce millones de personas trabajaban duramente para sustentar las ciudades y la aristocracia para producir alimentos suficientes para todos.

Para saber más: Las antiguas civilizaciones del nuevo mundo. Richard E. W. Adams

¿Qué es una Cooperativa Integral?

¿Es posible la autogestión llevada a su máximo exponente? ¿Es posible la independencia total del sistema? Éstas son dos preguntas básicas para entender el origen del planteamiento sobre la creación de las Cooperativas Integrales como medio de soporte para la vida con sentido común, que provea una dignidad y calidez de existencia, dando capacidad de asegurar el cubrir las necesidades básicas de las personas.

La Cooperativa Integral es un proyecto de autogestión en red que pretende paulatinamente juntar todos los elementos básicos de una economía como son producción, consumo, financiación y moneda propia e integrar todos los sectores de actividad necesarios para vivir al margen del sistema capitalista.

Consiste en una forma jurídica que nos permita construir un espacio de relaciones económicas autogestionadas entre los participantes, que esté blindada contra los embargos privados o públicos y que minimice de manera totalmente legal, o al menos de forma no punible, el pago de impuestos y seguridad social, protegiendo tanto como sea posible de la acción de la banca y del Estado. Así pues es una forma jurídica legal de transición para permitirnos construir, desde el ámbito más local, una manera de vivir donde ni la banca ni el estado serán necesarias. Legalmente se trata de una cooperativa mixta de servicios y de consumo. De manera que las empresas, profesionales y prosumidores / as pueden participar para intercambiar servicios internamente y vender hacia fuera de la cooperativa, mientras que como Consumidorxs lxs participantes podemos realizar compras conjuntas tanto a los socios de servicios de la cooperativa como de productos que vengan de fuera. La idea surgió del Colectivo crisis, y fue plasmada en la publicación "podemos vivir sin capitalismo".

Como objetivo central: Construir un entramado de relaciones económicas cooperativas y solidarias entre personas y empresas sociales, que salga de las reglas del mercado y que no sea controlado por el estado. Que sea un espacio para promocionar y hacer crecer productos ecológicos y locales, servicios realmente necesssaris por nuestro día a día y nuevos proyectos de autoempleo vinculados a estas necesidades reales. A largo plazo podría convertirse en otra sociedad fuera del control capitalista, con su propio sistema de seguridad y previsión social para garantizar las necesidades básicas de todos sus miembros en todo su recorrido vital.

Como objetivos más concretos a corto plazo:

*Reducir nuestros gastos en euros y ayudar a crecer a las monedas sociales de las ecoredes.

*Reducir el precio de los productos necesarios a través de las compras colectivas.

*Dar una salida de autoempleo digna e ilusionante a personas que están en paro.

*Facilitar una salida económica colectiva a las personas que se han hecho insolventes en relación a la banca y el estado.

Más allá de la economía y de cubrir necesidades, la propuesta de la cooperativa integral sería un marco idóneo para recuperar las relaciones sociales solidarias y las ideas de colectividad y de autogestión que nos ha quitado el sistema actual, basado en la propiedad, la acción individual y la competencia. Podría ser un espacio donde a partir de las relaciones iniciadas se podría aprender a autogestionar el aprendizaje, autogestionar la salud así como las necesidades emocionales y personales; una escuela para aprender a autogestionar nuestra vida desde la economía hasta la psicología, y donde podernos deseducar de todo lo que nuestra educación para ser competitivos hace que llevamos dentro. Participar en una cooperativa integral es apostar por una nueva forma de vida en que la cooperación sustituye a la competencia como máxima que guía nuestros actos.

Este proceso no fluirá sin obstáculos, tenemos sentimientos de desconfianza y materialistas muy interiorizados y será normal que cueste, pero es un proceso que ya resulta inaplazable ante el colapso del sistema actual y la falta de soluciones que ya están experimentando las personas que han quedado excluidas debido a esta crisis. ¿Como podría ser el futuro de esta sociedad hecha por y para nosotros?

Hasta ahora hemos hablado de "la economía de supervivencia", es decir, aquella que necesitamos mientras no podamos salir completamente del sistema capitalista que nos obliga a utilizar su moneda para pagar algunas de nuestras necesidades básicas. Ahora hablamos de la otra vertiente que en el fondo es lo más importante que la cooperativa puede potenciar, sobre todo a la larga.

En primer lugar, los criterios de estas relaciones económicas dentro de la cooperativa deberían ser diferenciando las necesidades básicas del resto de necesidades. La vivienda, la alimentación, la salud y la educación deberían defender desde los miembros de la cooperativa para todos sus miembros como un asunto de primera prioridad. En este sentido, la cooperativa intentaría funcionar como realmente debería hacer una "institución pública", es decir preocupándose por la vida digna de sus ciudadanos y guardando una provisión de recursos para garantizar las necesidades de sus miembros a largo plazo. Una vez que la cooperativa esté suficientemente en marcha y seamos lo hacen, crearemos un grupo de trabajo para investigar cómo poner en marcha un proyecto de "seguridad social" desde abajo del estilo del que estamos comentando

En segundo lugar, en los núcleos locales, se promovería una economía comunitaria o que también podemos llamar de reciprocidad espontánea, con la base de que las cosas no son de nadie sino de quien lo usa, hasta que ya no lo necesita. Un proyecto importante en promover dentro de esta cooperativa serían "las tiendas gratis", las cosateques y los almacenes colectivos, donde la gente lleve lo que no usa y se lleve lo que necesita. De esta manera iremos creando en nuestros ámbitos más cercanos a una economía colectivista, basada en que a través del común, podemos cubrir nuestras necesidades individuales más directamente ya menos coste del que lo haríamos si mantenemos una visión individualista de la satisfacción de necesidades. Un grupo de trabajo se encargará de dinamizar esta parte de economía sin dinero de la cooperativa integral y facilitar su puesta en marcha en los núcleos locales.

Para saber más: La Cooperativa Integral, qué es, por qué y como la ponemos en marcha


El problema de la dominación. Entrevista a Ana Esther Ceceña

Un mundo sin jerarquías. El problema no reside sólo en la explotación económica sino en la dominación, que se expresa mediante muchos mecanismos y afecta todos los órdenes de la vida social. Por eso la utopía es construir un espacio donde nadie esté por encima ni por debajo de los demás y donde puedan expresarse las diferencias. Así opina Ana Esther Ceceña, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México.


El zapatismo plantea que hay que crear un mundo donde quepan muchos mundos. ¿Cómo se hace semejante tarea?

Bueno, primero hay que tener mucha paciencia, porque es una tarea casi imposible de lograr porque implica un cambio muy grande de cultura política. Para que tú logres un mundo donde quepan muchos mundos tienes que tener respeto de cada uno de esos mundos, sin jerarquías ni subordinaciones. ¿Cómo hacemos para transformar este mundo de poderes, hegemónico, de grandes liderazgos, en uno en el que nosotros no tengamos que ser considerados "los otros" del poder, los negados, los discriminados, sino que estemos de pleno derecho y con capacidad de decidir y de autodeterminarnos? Bueno, pues, respetando a los demás. Si nosotros pensamos que nuestra idea es la buena y el que no está de acuerdo no entiende, los que no entendemos somos nosotros. O sea, todos tenemos que tener ese mundo en el que todas nuestras ideas de mundo, de futuro, de la democracia y del respeto, tengan su lugar y puedan caber ahí. Eso es un desafío gigantesco, es la democracia en su sentido más amplio.

Y para lograr este cambio, ¿se puede eludir la cuestión del poder?

Eludir no. Yo creo que hay que asumirlo de frente, lo que no quiere decir construir un contrapoder. Desde mi punto de vista es necesario estudiar bien lo que es el poder, saber hasta dónde llega, qué mecanismos utiliza, pero no dejarse atrapar por él. Nosotros pensamos que no hay que constuir un poder igual al que tienes enfrente, porque eso es una manera de reproducir las relaciones de poder, con distintos personajes, pero al fin relaciones de dominación. Y lo que nos interesa es justamente que no haya dominación. O sea, que puedas construir la utopía de ese espacio en el que nadie esté por encima de ti, pero tampoco nadie esté por debajo de ti.

¿Pero cómo se construye una alternativa que no suponga la necesidad de acumular poder suficiente para enfrentar el orden que oprime?

Cuando pensamos en estos dos poderes confrontados, estamos pensando en algo como la Guerra Fría, que demostró que no te lleva a ningún lado. La cuestión es resolver el problema de la dominación y del poder que tenemos encima. Desde el levantamiento de los zapatistas las cosas se han empezado a pensar distinto, entre otras razones, porque ellos efectivamente tienen una propuesta muy pensada, muy practicada incluso, de ir construyendo una organización social y política distinta, en la que las relaciones sean comunitarias y por lo tanto no haya ningún lugar donde tú puedas identificar como espacio de poder.

No parece una tarea sencilla...

Claro. Ya es difícil si tú piensas esto en una comunidad, pero es mucho más sencillo que si lo piensas en el mundo. Sobre todo cuando lo que planteas se establece en todas las dimensiones de la vida: desde lo económico a lo militar, pero sobre todo en la cultura. Porque hay una dominación en el pensamiento, en la construcción de imaginarios, de visiones del mundo o de resignaciones sobre el mundo.

¿Cómo se enfrentan esas múltiples dimensiones de la dominación?

Bueno, para el discurso clásico revolucionario de todo el siglo XX tenías que pelear por apropiarte los medios de producción, porque esa era la esencia del cambio. Pero la experiencia demostró que no era tan cierto que con eso lograbas resolver el problema de la dominación, porque se reproducía de muchas otras maneras. Entonces, si no es solamente ahí, tienes que empezar a pensar desde dónde desmontar los sistemas de dominación. Insisto mucho en que son sistemas de dominación y no de explotación, porque no es sólo un problema laboral, ni del proceso de producción del mundo, del trabajo capitalista. Es un proceso en el cual se ejercen diferentes tipos de dominio en los distintos espacios, en las diversas dimensiones de la vida, desde lo que son las relaciones jerárquicas o autoritarias de género hasta relaciones discriminatorias en el campo de los grupos étnicos, pasando por lo económico, lo político y lo social en todos los niveles.

Y esa multiplicidad de la dominación ¿qué estrategia requiere para vencerla?

Construir es algo muy difícil, pero es importante reconocer que este sistema de dominación no está en un lugar, está en todos los lugares y además es un proceso y no una cosa, es una relación, no es algo que puedes anular materialmente, sino que está de algún modo en todas las capilaridades de la sociedad, como planteaba Foucault. Si pensamos que la dominación es así, entonces trabajar en contra de la dominación es de-construirla desde estos niveles, no solamente en la cúpula de las grandes decisiones, sino en las regiones, en las localidades. Allí es donde empezamos a pensar en nuestra propia historia inmediata, y a trabajar para eliminar esta dominación, los mecanismos a través de los cuales se ejerce esta dominación.

Pero esta nueva forma de la construcción "por abajo" no elimina el problema de que el poder sigue estando presente.

El poder sigue estando, y vaya si lo está. Pero tú tienes que ir incorporando tanto la rebelión material como la rebelión del pensamiento. Existe la idea de que con encontrarnos entre nosotros, socializar nuestras subjetividades, pensar juntos nuestras luchas, todas estas resistencias chiquitas, es suficiente. No, yo creo que no es suficiente. La lucha puede ser romántica en un cierto sentido, pero tiene que ser consciente de que no puede mantenerse en ese terreno, porque hay que enfrentar poderes que son efectivamente grandes y que nos acosan todos los días. No basta con soñar, sino que hay que encontrar el modo en que esos sueños se vayan haciendo realidad en la práctica.

¿Se pueden cambiar las relaciones sociales antes que las condiciones de vida?

Yo discrepo con esa vieja idea de que para hacer realidad los sueños tenemos que transformar las condiciones materiales más grandes. Pienso que tenemos que combinar el trabajo de nuestras subjetividades, nuestros encuentros, la relación de nuestras luchas, el entendimiento mutuo, y también la toma de posición en lo que nos pertenece. Nuestros recursos, nuestros territorios, los servicios públicos, es decir, apropiarnos de lo público, de lo social, al mismo tiempo que estamos haciendo un trabajo permanente por descolonizar el pensamiento. No es necesario juntarnos todos para derrocar aquello tan grande. Hay que ir derrocando en chiquito y juntándonos poco a poco para avanzar sobre esto que son los horizontes más amplios de larga duración. Hay que enlazar los horizontes civilizatorios de estas luchas con los pequeños horizontes inmediatos que enfrentamos en lo cotidiano.

Y esas luchas, y esas pequeñas movilizaciones, ¿son "comunicables" entre sí, como para que puedan confluir? Porque Tony Negri llama la atención sobre la incomunicabilidad de las luchas diversas.

Creo que, efectivamente, hay culturas distintas, incluso dentro del gran abanico de la cultura occidental. El problema es que efectivamente no nos comunicamos entre nosotros porque no hablamos el mismo lenguaje, no tenemos las mismas costumbres, no pensamos igual y entonces hay que trabajar mucho para lograr una interculturalidad. Es decir, cómo pensamos esta misma resistencia al neoliberalismo. Porque aunque se expresa distinto en cada lugar, el neoliberalismo es el mismo y entonces cómo colaboramos para enfrentarnos a él. En esa búsqueda tenemos que ir aclarando nuestros conceptos, por ejemplo, de utopía, de democracia.

También queda claro que no todos concebimos la realidad de la misma forma.

Y ése es el otro punto que quería tocar. Hay algunas líneas de lucha que te marcan este gran horizonte que sí podemos compartir, a pesar de que pensemos distinto. Pongamos el caso de la democracia. Puede ser que pienses que puede resolver los problemas actuales, que es una manera de enfrentarnos a este mundo jerárquico del neoliberalismo. Pero tal vez la estemos entendiendo muy distinto. Cuando los zapatistas se levantan, dicen "nosotros no estamos llamando a nadie a que se sume a nosotros, no somos ninguna vanguardia, a lo único que los convocamos es a pelear por libertad, democracia, y justicia en cualquier parte donde estén, a su modo, con sus propios métodos, como ustedes la entiendan". Entonces, tal vez crees que la democracia es el pluripartidismo, y si por ahí logras resolver los problemas actuales, avanza por ahí, pero avanza comprometido en resolver esos problemas.

¿Cómo se ubica el zapatismo respecto a los procesos eleccionarios?
Pensamos que las elecciones no nos llevan a ningún lado, que tenemos más bien que construir un tejido social, una nueva forma de hacer política que nos permita ir construyendo colectivos, ir construyendo comunidades, incluso para hacer frente a la individualización que promueve el neoliberalismo y avanzar por ahí.

A propósito de esto, ¿cómo se construyen entidades colectivas democráticas y se resuelve el tema de la representación?

Es muy complicado. Y en la actualidad más que en otros momentos de la historia. En todo el mundo hay una crisis de representatividad evidente. En parte, porque hubo una delegación que se convirtió en suplantación y que expulsó de la toma de decisiones e incluso del campo de ejerci cio de la política a la mayoría de la población. Lo que está ocurriendo es que la población ya no está de acuerdo en que haya espacios y sujetos especiales, protagonistas específicos de la política. Nosotros pensamos que la politicidad es algo consustancial al ser humano, a las sociedades y que entonces no tenemos por qué reprimirnos y dejar de hacer un ejercicio de politicidad cotidiano, simplemente porque el poder decidió que hay una esfera de lo político y que es sólo bajo estas formas como se puede hacer política y decidir.

¿Quiénes tienen responsabilidad por la crisis de representación?

Siento que en la crisis de representatividad no solamente el poder capitalista tiene responsabilidad. También las organizaciones y las prácticas de izquierda, incluso organizaciones revolucionarias, tienen responsabilidad por haber ido reproduciendo estas estructuras representativas suplantadoras, como otras formas de replantear relaciones de poder en otros niveles y en otros campos que se supone que son los nuestros, y que poco a poco nos fueron expulsando también. Esas organizaciones de izquierda en las que teníamos que disciplinarnos a lo que decía el comité central o la cúpula gobernante dentro de ellas, ya no sirven, ya no convocan a nada. Eso está clarísimo en el mundo, y entonces ¿qué hace la sociedad?: se autoconvoca, pero con un horror terrible de reproducir eso. Y ese horror lleva a que estemos experimentando sobre la marcha y así nos vamos a algunos extremos en que somos incapaces, incluso, de tomar decisiones porque cualquiera que proponga algo va a tener una contraparte y es muy difícil lograr un consenso. Todavía no hemos aprendido a trabajar los consensos respetuosos. ¿Qué es un consenso respetuoso? Es en el que no solamente no hay vanguardias ni imposición de algunas posiciones sobre otras, sino que tampoco hay mayorías.

Insisto con la tensión entre la urgencia por mejorar las condiciones actuales y la transformación profunda de largo plazo.

Que la urgencia no nos haga hacer lo que no queremos hacer. O sea que, por la urgencia, que es real, no reproduzcamos estos viejos esquemas porque no tenemos otros a la mano.

El zapatismo plantea que el mundo nuevo no es producto de una imagen que se tenga previamente de lo que se quiere, sino de la construcción cotidiana.

Exacto. No hay una fotografía del mundo que queremos. No hay siquiera definición porque es una idea difusa. El mundo que tú quieres, ¿cuál es? ¿Tú me puedes decir de qué color, de qué forma? Es algo muy difícil. Es algo que tenemos que ir haciendo juntos porque es necesariamente un mundo colectivo, que se construye y va modificando a sí mismo con la diversidad. Son espacios intersubjetivos en los que al ir trabajando juntos, reconociéndonos, peleando por alguna de estas cosas inmediatas, nos vamos haciendo distintos mutuamente y vamos cambiando esta idea del mundo ideal que estamos construyendo, que es abstracto pero es concreto porque en esa lucha que dimos hoy, en esa nuestra conquista de hoy, pues también hicimos ese mundo ideal

Empleo y decrecimiento

Guillermo Contreras Novoa en el dossier sobre decrecimiento de Andalucía Libertaria


Menos para vivir mejor. O, vivir mejor con menos. O vivir sencillamente para que otros puedan sencillamente vivir. Estos son alguno de los lemas o eslóganes que definen o perfilan las líneas generales de los programas que gestionan los grupos que, desde diferentes procedencias, convergen en torno al concepto Decrecimiento. Se trata de partir del reconocimiento, por otra parte obvio, de que no se puede crecer indefinidamente en un sistema finito. Nadie defendería la idea contraria: el crecimiento continuo en un sistema finito. ¿Nadie...? Pues resulta que multitud de científicos, políticos, analistas, politólogos,... al servicio del sistema, se encargan de llenar el espacio mediático utilizando argumentos torticeros y disonantes, o simplemente mintiendo para rebatir los argumentos de los “agoreros y agoreras” que afirmamos que es necesario volver a un punto de equilibrio con el planeta, que es necesario consumir energía y materiales y generar residuos en cantidades que puedan producirse y absorberse en un planeta, no en catorce...


Alzan sus voces ante las afirmaciones y argumentaciones de los y las que apostamos por el Decrecimiento, advirtiendo que mientras que el crecimiento crea empleo, las formulaciones contrarias a éste solo pueden traer paralización o ralentización de la economía y en consecuencia, desempleo.


Es una perversión absoluta vincular empleo a crecimiento, ecuación que no se apoya en prueba empírica alguna, sino en simples afirmaciones, en absoluto contrastadas, de los economistas a sueldo del sistema. El modelo de sociedad en el horizonte de Decrecimiento es un modelo que está En Paz Con El Planeta, es decir que ocupa una parte importante de sus esfuerzos (y de sus recursos laborales) en buscar el equilibrio, lo que supone extraer solo los recursos necesarios cuidando de que, en el supuesto de recursos renovables, se extraigan al ritmo de renovación y, en el supuesto de recursos no renovables, se extraigan al ritmo de sustitución por nuevos recursos. Es una sociedad que produce residuos en la misma proporción en la que la Naturaleza puede absorberlos. Es un modelo en el que no existe la ganadería, ni la pesca, ni la agricultura intensivas, todas ellas basadas en un índice de ocupación de mano de obra muy reducido. Un modelo en el que la alimentación es a base de productos cultivados de forma ecológica, es decir, dedicando tiempo a la semilla primero, a la planta después, y luego al fruto. En definitiva, dedicarle tiempo supone dedicarle recursos humanos, no mecánicos, no productos químicos sin control, no fertilizantes, herbicidas y abonos a discreción con grandes tractores que, además de consumir un montón de energía, emiten un montón de contaminantes y ocupan muy poca mano de obra, algo que la sociedad de Decrecimiento no quiere...


En la propuesta decrecimentista, la energía no solo se produce a partir de renovables, sino que se produce cerca, de manera autogestionaria, utilizando todas las fuentes de energía disponibles, fundamentalmente el sol. El modelo de producción de energías renovables ya ha demostrado que dobla o triplica la mano de obra ocupada en relación con la producción de no renovables. Y aún será más con un modelo de producción descentralizado.La distribución de energía, además, se controlará con la participación de las comunidades.


En la propuesta decrecimentista, la puesta en marcha de programas comunitarios, fundamentalmente los programas de cuidados a las personas en todos los segmentos de edad y en todas las condiciones de salud y de autonomía personal, ocupará un volumen importante de trabajadores y trabajadoras.


Una sociedad que base su economía en el equilibrio, en la austeridad, en el consumo responsable, en el comercio justo, es una sociedad generadora de empleo. Se trata de basar la felicidad en los bienes espirituales y comunitarios, no en los bienes materiales. Se trata, en definitiva de DESMATERIALIZAR LA FELICIDAD, y eso no va a ser fuente de desempleo, sino todo lo contrario, de creación de empleo por y para la comunidad.


No olvidemos además que este modelo aboga por la recuperación del comercio local, de los talleres de reparación de bienes, de la artesanía. En la medida en que apuesta por el reciclaje, la recuperación de bienes y de objetos, es sumamente generadora de empleo pues supone la puesta en marcha de un sistema de micro economía que se apoya en una elevada ocupación de mano de obra.


El Decrecimiento se hará al ritmo y a la medida y en los sectores que apruebe la comunidad. Decrecer, no es una tabla rasa que se aplique de forma automática a todos los sectores de la economía, de la cultura, de los servicios. El decrecimiento solo es tal si es en equidad. Deben decrecer los sectores de población y de producción altamente consumidores de recursos. Debe decrecer el consumo de las rentas altas, no el de los pensionistas con pensiones de hambre. Deben decrecer los consumos suntuosos y ornamentales, no los sectores que producen bienes comunitarios. Decrecerá la ocupación de mano de obra en la economía orientada al enriquecimiento personal, en la economía orientada a la explotación sin piedad de los recursos naturales, no la mano de obra ocupada en dar la voz a la comunidad, en prestar sus servicios para el bienestar comunitario.


En el escenario del neoliberalismo, de la economía especulativa, del enriquecimiento rápido y a cualquier precio, en el escenario de la explotación de la Naturaleza ocupando territorio con infraestructuras diseñadas para permitir un movimiento ingente de mercancías, esto es difícil de entender. Pero en el escenario de la solidaridad, de un modelo de respeto y cuidado por las personas y por la Naturaleza, es fácil entender que el trabajo estaría repartido, que no existirían interminables jornadas de trabajo asociadas a larguísimos desplazamientos, a las que las mujeres, como ahora, sumarían después otra dura jornada de trabajo para atender a los cuidados de las personas.


En el escenario de la solidaridad el trabajo, y también el trabajo doméstico y de cuidados de las personas, estaría repartido. Y, en consecuencia, ocuparía a más personas, que serían más felices...


Viviendo, mejor, con menos...


Guillermo Contreras Novoa es miembro de Ecologistas en Acción y del Grupo Decrecimiento en equidad Córdoba


http://www.ecologistasenaccion.org/


http://decrecimientocordoba.blogspot.com/



Los pecados capitales de occidente

Julia Gas - Público

Eduardo Galeano ha denunciado los siete "pecados capitales" de la sociedad actual con la lectura de varias "historias con minúscula" que, como el propio autor reconoció, no pasarán a formar parte de los anales de la Historia.

El autor de Las venas abiertas de América Latina citó, en primer lugar, el racismo, "que produce amnesia". Porque todos somos, según Galeano, africanos emigrados. "De África sólo sabemos lo que nos enseñó el señor Tarzán", pero fue allí donde "empezó el viaje humano en el mundo". Aunque no es sólo una cuestión de piel, explicó: "La guerra de Irak también es racismo".

También censuró la tradición machista, para lo que se valió de una paradójica anécdota de la Revolución Francesa: los símbolos de las victorias por la defensa de los derechos ciudadanos eran femeninos. En cambio, dijo, cuando las mujeres reivindicaron sus derechos como ciudadanas fueron pasadas por la guillotina.

La legalización del matrimonio homosexual en Argentina, pionero en Latinoamérica, le valió para criticar la intolerancia al diferente, un pecado más al que sumó el desprecio al trabajo. En este mundo al revés, "donde las jornadas de trabajo se miden con los relojes derretidos de Salvador Dalí [...], es el precio lo que fija el valor y no al revés".

Los muros contemporáneos

Galeano también se refirió a "la tendencia de los medios de comunicación a mentir", por lo que afirmó que el mundo miente. El escritor uruguayo reflexionó en este sentido sobre la importancia absoluta que se le dio en su momento al muro de Berlín y lo poco que se habla actualmente sobre los muros de la frontera de México, de Ceuta y Melilla, de Cisjordania o del Sáhara Occidental. "Ni se conocen", ironizó Galeano, que se cuestiona quién lanzó las bombas sobre Hiroshima y Nagashaki. "¿Sería Irán?".

Respecto a la actual crisis económica, Galeano comentó con sorna que tenía la impresión de que no había sido responsabilidad de los especuladores de Wall Street, sino que "la culpa la tiene Grecia".

Sexto pecado: el mundo mata. "La paz mundial está en manos de aquellos que fabrican más armas". Y hoy en día, afirmó Galeano, se invierte más en gastos militares —"criminales", según él— que en acabar con el hambre. "Se fabrica hambre: hambre de pan, hambre de abrazos".

Finalmente, el mundo fabrica enemigos, y lo hace a través del miedo. "La democracia tiene miedo a recordar, las armas tienen miedo a la falta de guerra y los hombres tienen miedo a la mujer sin miedo", concluyó Galeano, no sin antes recordar un dicho africano que refleja que la mano que da siempre está arriba y la que recibe, abajo. "Hay una relación jerárquica", dijo para matizar dos conceptos clave: "La solidaridad es igualdad, la caridad es un riesgo".

Fuente: Eduardo Galeano: "Los hombres tienen miedo a la mujer sin miedo"

Anselmo Muniz - Cultura abierta

Estas reflexiones de Galeano me recuerdan la opinión de un autor dominicano que recién el año pasado publicó una obra titulada Revolución Cotidiana. En esa obra, el Dr. Ángel Pichardo Almonte, señala que vivimos en una sociedad inmersa en una cultura de la dominación, es decir, una cultura que promueve y preserva la dominación de una élite sobre la mayoría. Esta dominación injusta se sustenta, según Pichardo, en siete pilares, que son: 1. Antropocentrismo; 2. Androcentrismo; 3. Racismo; 4. Nacionalismo; 5. Occidentalismo; 6. Reduccionismo; y 7. Adultocentrismo.

A partir de estos pilares se ha creado una cultura que mantiene la dominación de los hombres (en sentido estricto) blancos, adultos, nacidos en los países de occidente, al convencer a buena parte de la humanidad que estos son superiores, como lo son los valores de las potencias occidentales: Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Italia, Alemania, etc.

Al comparar la opinión de ambos autores, es inevitable pensar que a través de la historia reciente, las potencias de Europa Occidental y Norteamérica han logrado occidentalizar el mundo entero. Hoy día creemos que su ciencia, es la única ciencia, que sus valores políticos, son los mejores, que su dominio es inevitable y que su riqueza se debe a su arduo trabajo. Olvidamos que durante siglos estas potencias han orquestado una infinidad de guerras y se han apoderado de casi todo el mundo para extraer las riquezas que hoy poseen. Mientras discutimos sobre conceptos abstractos como la sociedad de la información, el poder del conocimiento, etc., parece que olvidamos cómo se crearon estas potencias y como se mantienen. Claro, como advierte Galeano, “el mundo miente”. Los medios de comunicación de han convertido en auténticos creadores de una nueva “verdad” que en nada se relaciona con la realidad. Mientras que las instituciones encargadas de la educación justifican y promueven estas mentiras.

Pichardo, escribe en su libro: “El reduccionismo busca esconder los intereses de clase e ideológicos que hay detrás de toda interpretación del mundo. Con esto pretende erigir el conocimiento y la visión de mundo de la burguesía como la única válida, ya que es supuestamente ‘objetiva’ y ‘universal” (Revolución Cotidiana, Ediciones Abre Los Ojos, Santo Domingo, 2009, p.139).

Ciertamente parece que el principal pecado en el mundo actual es la mentira. Nos mientes sobre nuestros orígenes, nos mienten sobre las diferencias, nos mienten sobre las enfermedades y las medicinas, nos mienten sobre los otros, nos mienten sobre nosotros, nos mienten sobre las guerras, nos mienten sobre la paz… Nos mienten, porque es más cómodo creernos las mentiras en vez de transformar la realidad. Basta ya de creernos las mentiras, es hora de empezar a investigar y a estudiar.

Fuente: Siete Pecados capitales según Galeano




La mujer campesina

«No hay cambio en el campo sin la esencia femenina porque las mujeres que estamos en el campo estamos más conectadas a la tierra – afirma Lupe-. Llegamos a sentir la tierra, y la tierra es energía femenina, y podemos llegar a sentir lo que la tierra quiere. El cambio tiene que venir desde la energía femenina. Necesitamos entender a la tierra para mejorar nuestra relación con ella. Si las mujeres partiéramos de cero no cultivaríamos igual que los hombres. Se ha impuesto una agricultura masculinizada de dominación y superioridad sobre la naturaleza». Marina añade «que es importante que ese enfoque femenino se incorpore, tanto en hombres como en mujeres, además de en la propia agricultura en el trabajo y en las luchas que hay en las organizaciones donde siguen predominando comportamientos machistas. O peor, donde hay propuestas de cambio que olvidan estos aspectos o repiten mecanismos de poder organizativos nada transformadores». Este sistema ha captado el discurso de la igualdad de género en lo teórico –afirma Mari Carmen- pero en lo práctico queda mucho por hacer.

«La reivindicación de la soberanía alimentaria –expone Isabel Vilalba- ha servido para unir las reflexiones y las propuestas de miles de mujeres de todo el mundo. Muchas mujeres campesinas trabajamos conjuntamente para analizar los impactos de la agricultura industrial en nuestras vidas y construir este nuevo derecho ciudadano. Paralelamente, la presencia de mujeres de otros sectores y de ámbitos urbanos, por ejemplo a través de las alianzas con la Marcha Mundial de Mujeres (MMM) nos ha servido para llegar con nuestras propuestas a nuevos espacios y, sobre todo, para fortalecer la lucha feminista también con la perspectiva de las mujeres del medio rural. Esta colaboración ha permitido colocar la soberanía alimentaria como tema central en varios encuentros internacionales de la MMM. De todos modos, pensamos que la soberanía alimentaria es una propuesta eminentemente feminista, puesto que promueve conceptos y modos de hacer que las mujeres hemos tenido desde siempre».

Por ello se coincide en defender que los discursos de la soberanía alimentaria deben de llenarse de feminismo, de recuperación de la memoria o de trabajo por la igualdad –olvidando definiciones, corrientes y connotaciones-. Es un enfoque muy enriquecedor, revolucionario y transformador tanto en la búsqueda de nuevas relaciones sociales más justas e igualitarias, más allá de la búsqueda y control del poder, como por la importancia de defender otro modelo de producción de alimentos en armonía con la naturaleza.

«La conclusión es obvia, la agricultura desempeñada por las mujeres ha sido siempre en primer lugar para producir alimentos, no para generar beneficios» -como explica Isabel Lisa. Viejas realidades para reforzar el lema acuñado desde la Soberanía Alimentaria, ‘los alimentos no son una mercancía’.

Extraído de soberanía alimentaria

El parte de hoy

Es la hora en punto, podemos escuchar las señales horarias (sintonía). Una sucesión de imágenes nos presentan los titulares del día, seguidamente una persona con gran aplomo nos dibuja lo que ocurre: Es el parte de hoy.


Diferentes canales de televisión y en todos se encadenan las mismas secuencias, las mismas noticias, en el mismo orden: son los diferentes informativos que nos muestran la realidad.


Un número de crónicas concreto, el número adecuado para que exista un métrica armónica: una tragedia, un suceso, una calamidad, un acontecimiento, una hazaña, una excentricidad…, es necesario alguna quiebra psíquica a través de diferentes alteraciones emocionales que permitan poner al espectador dispuesto para no preguntarse sobre las causas o el intento de comprender la construcción intelectual presentada, se trata de evitar la reflexión.


Los expertos avisan…, un grupo de investigadores afirma…, según el Instituto Nacional de Meteorología el tiempo para mañana será … -los expertos en ‘realidad’ se entiende, los que se la inventan, los que la definen, los que defienden los intereses de quienes les pagan, los que trabajan para quien tiene el poder-.


El presentador o presentadora, apenas inmutables ante los mensajes ofrecidos, sugieren mediante casi imperceptibles gestos, mediante la entonación, mediante el tono, el matiz de la noticia (humorística, trágica, benevolente, irreverente, adversa, patética, triste…) buscando la complicidad del espectador.


Las noticias siempre suceden en tiempo real, ahora, ‘conectamos en directo’, la realidad siempre es efímera y está muy lejana. El directo parte de la premisa de la presencia de los informadores y su ojo electrónico en el lugar de los hechos (la cámara estaba allí). El directo crea un aura en torno al acontecimiento, da prestigio al medio y se convierte en un espectáculo atractivo para el espectador. Por estas razones frecuentemente se manipula el directo falseando la presencia, creando una proximidad virtual incluso mediante dispositivos visuales o falseando el tiempo del acontecimiento.


También hay que entretener, se debe mantener al espectador sentado en su sillón mediante una gran espectáculo emotivo, conmovedor, impresionante y expresivo.En la actualidad, informar es esencialmente hacer asistir a un acontecimiento, es decir, mostrarlo, situarse a un nivel en el que el objetivo consiste en decir que la mejor manera de informarse equivale a informarse directamente. El testigo queda absorbido y englobado en el suceso. El receptor ya no puede hablar de mentiras, puesto que se ha informado por su cuenta y asume que “ver es comprender”, en detrimento de la reflexión que lleva al verdadero conocimiento. El instante suplanta al proceso.


Y sobretodo la agradable noticia final, no nos vayamos a levantar del diván con malas sensaciones y pensar que pertenecemos a esa realidad.


Para saber más: La formalización de la realidad, noticia, acontecimiento mediático, ciberacontecimiento. Rafael Díaz Arias

¿Es la banca ética un oximorón?

Él me quería limpiar los zapatos y le pregunté:

-¿Cuánto me va a costar?

Me contestó:

-15 euros

Le pregunté:

-Pero, ¿Cuánto ganas al día?

Me dijo:

-45 euros

Le respondí:

-Bien, y ¿qué haces con este dinero?

Me dijo:

-Doy la mitad a mi patrón y con la otra me compro arroz.

¿Y quién era el patrón?: El patrón era el propietario del cepillo. Por lo tanto comprando ese cepillo, aunque fuera a crédito, este chico se convertiría en su propio patrón.

"En lugar de darles pescado, es mejor darles una caña de pescar" es una expresión que nos invita a reflexionar: ¿Hay que enseñar a los más desfavorecidos a pescar? ¿Es mejor darles el pez o la caña? ¿Es cierto que el problema es que los países industrializados ‘les hemos robado el pescado’?

Nos preguntamos sobre la banca ética: ¿Es un oximorón?

Un banco ético es un banco que intenta conseguir simultáneamente dos objetivos:

1.Financiar actividades económicas que tengan un impacto social

2.Obtener beneficios

La banca ética es la consecuencia de un proceso de maduración social que implica cuatro elementos:

* La disconformidad con los actuales instrumentos de intermediación financiera.

* La necesidad de completar un sistema de alternativas a las actuales relaciones económicas internacionales.

* La urgencia de poder facilitar crédito a las alternativas de la economía social.

* La posibilidad de practicar inversiones coherentes con determinadas maneras de pensar.

La banca ética invierte en negocios relacionados con iniciativa sociales, medioambientales y culturales como la agricultura orgánica, tiendas de comida integral, energía solar, biomasa, energía eólica, reciclaje, instituciones sin ánimo de lucro, artistas que quieren comprar instrumentos, vivienda social…; suelen tener fuertes vínculos sobre el territorio en el que trabajan.

Cuestión de confianza.

Para saber más: La banca ética. Mucho más que dinero. Icaria.

David M. Rivas: La teoría del decrecimiento es revolucionaria

Inés Ordoñez: Hoy han discutido sobre la teoría del decrecimiento. ¿Es usted partidario de una política de ese tipo?.

David M.Rivas: La teoría, o más bien teorías, del decrecimiento es relativamente nueva por lo que no puedo ser un entregado militante de la misma. Pero es una visión muy necesaria en el debate actual y, por lo que voy estudiando, me parece que comparto la parte central de sus postulados. Hay tres leyes que nos muestran la física y la biología que no podemos olvidar porque son inexorables: todo está relacionado con todo, todo va a alguna parte, nada puede crecer indefinidamente. Esta última es la que ahora toca analizar: si nuestro planeta es finito, nada puede ser infinito. Pero la ciencia económica predica el crecimiento constante. No sólo lo predica sino que el capitalismo nada más que puede mantenerse bajo el paradigma del crecimiento. El capitalismo es como la bicicleta: solo está en equilibrio si avanza.

I.O.: ¿Estamos entonces ante una teoría revolucionaria?.

D.M.R.: En cierto modo sí. Ya lo había sido el crecimiento cero de hace treinta o cuarenta años y lo es el desarrollo sostenible que se generalizó desde principios de los noventa. Es posible que el decrecimiento sea la teoría que, radicalizando los términos, sea la nueva alternativa de esta década que comienza.

I.O.: Prestigiosos economistas dicen que todo esto es ridículo y que lo que hay que hacer es ajustar el modelo.

D.M.R.: Tener prestigio no es tener razón, ni mucho menos ser sabio. Schopenhauer decía que una idea que triunfa pasa primero por dos etapas: en la primera es ridiculizada y en la segunda es atacada violentamente. Lea usted lo que “prestigiosos” intelectuales de finales del XIX y primeros del XX decían del descanso dominical, de las ocho horas de trabajo o del derecho a la huelga. Aquello era poco menos que el final de la civilización y la ruina de los países. Por no hablar del sufragio universal o, más tarde, del voto femenino. Lea, lea usted a esos “prestigiosos” intelectuales. Sentirá una mezcla de risa y escalofrío.

I.O.: Usted criticó ayer en un programa de televisión la prepotencia de los economistas.

D.M.R.: De los ortodoxos. Yo soy economista y creo que soy practicante de una ciencia que ayuda a entender muchas cosas. Los economistas, por lo general, tenemos metodologías mucho más elaboradas que el resto de las ciencias sociales, con excepción, quizás, de la antropología. Pero la economía es la administración de la casa (“oikos-nomos”), mientras que la ecología es el conocimiento de la casa (“oikos-logos”), por lo que mal administraremos si no conocemos. La economía debe subordinarse al conocimiento previo. Que nos digan los biólogos cuál es el ciclo de la merluza y nosotros planificaremos las pesquerías. Que nos digan los físicos y los químicos cuál es la tasa de asimilación del anhídrido carbónico y nosotros planificaremos la industria. A eso me refería cuando hablaba de una necesidad de humildad por parte de los economistas.

Entrevista completa

Políticas de mesura

La alternativa política basada simplemente en mantener grandes ideales no es ya una alternativa atractiva. La omnipotencia y el exceso que destilan, el poder de las creencias y su cruce letal con el acrecentamiento del dominio técnico de la modernidad son en buena parte responsables de la barbarie de los últimos siglos.

Nuestra mejor opción estaría alejada tanto del realismo plano como del idealismo salvaje. Una alternativa que trate de tejer de otro modo la realidad y las ideas. Una política donde, citando a Albert Camus, la mesura sea la rebeldía y constituya nuestra intransigencia infatigable.

Una política de juicio, cuidado y equidad, en la cual para ser hombre hay que negarse a ser dios, cuyo núcleo es un imperativo categórico negativo que formuló Adorno y que podríamos parafrasear así: juzga y actúa de tal modo que Auschwitz no se repita.

Elaborar una alternativa consecuencialista que comienza por temer ciertas políticas tiránicas, y trata de movilizar el miedo al miedo como fundamento de acción. El objetivo, la idea que rige la acción, es eludir el 'summun malum' de la tiranía.

La bondad no basta, no se puede eludir lo que se ha llamado el síndrome de las ‘manos sucias’, las elecciones trágicas en la acción. La política de mesura se sabe sin garantías ni fundamentos. Nadie, sino nosotros mismos, nuestra reflexión y nuestros juicios, puede determinar el nivel de tolerabilidad en los medios que usemos. Únicamente una deliberación abierta a todos puede señalarnos donde no estamos dispuestos a llegar bajo ninguna circunstancia. La única piedra de toque es el esfuerzo reflexivo y cívico. “Estamos solos, sin escusas” [Sartre].

Es importante cultivar la mirada de la gente concreta, apreciar los costes que las políticas tienen sobre los seres humanos reales. La mesura debe incorporar la perspectiva de lo cercano, de lo vivo, de las mujeres y hombres que pueblan la ciudad, e igualmente el cuidado del mundo, esto es, de las condiciones que hacen posible una vida en libertad.

Hay que tener el coraje de tomar postura y asumir que podemos hacerlo aún sin estar totalmente seguros de nada. La duda no es incompatible con la intervención. Ciertamente este enfoque de la mesura no es tan apasionante, romántico y épico como otros, se basa en ideas muy poco entusiastas: la tragedia y la contingencia presiden la reflexión y la acción. No tenemos consuelo metafísico que nos cubra. Importan lo pequeño, las reformas, los cambios, las rebeldías locales, las disidencias puntuales, la solución de los problemas reales, las resistencias a lo intolerable, no los grandes proyectos globales de perfección absoluta. No podemos esperar ‘Justicia Infinita’, ni ‘Libertad Perfecta’.

Un proyecto cuya finalidad no es otra que la disminución concreta y real del dolor, de la crueldad, de las injusticias específicas de los seres humanos. La consecución de un mundo si no completamente justo, al menos, decente.

Extraído de ‘Crítica de las ideologías. El peligro de los ideales’. Rafael del Águila.